Vivir en zona de riesgo
Alicia y Juana Lucas Pérez, de 6 y 9 años de edad, tuvieron todo en contra durante su vida: eran indígenas, eran pobres y vivían en zona de riesgo.
Cada mañana debían caminar al menos una hora de ida, y otra de regreso cuesta arriba, para asistir a la escuela Primaria donde empezaban sus estudios. El pasado sábado 21 de junio hicieron este mismo recorrido, pero en el interior de los pequeños ataúdes blancos donde fueron veladas.
Descendientes de indígenas de la etnia cachiquel de Guatemala, los padres de las dos menores migraron y se asentaron en una pequeña población de 25 viviendas llamada El Retiro Alto, en una cañada ubicada en el municipio de Amatenango de la Frontera.
Desde sus viviendas, construidas con adobe y madera, veían los pilares que marcan la línea fronteriza con Guatemala. También las matas de café y frijol que eran la subsistencia de su familia compuesta por su padre, su madre y sus seis hermanos y hermanas.
El jueves 19 de junio empezó a lloviznar desde la mañana, entrada la tarde la lluvia arreció y no paró durante tres horas. Pasado ese tiempo, mientras ellas se encontraban en el interior de la pequeña habitación que les servía de dormitorio común, escucharon un sonido fuerte y hueco, que provocó la tierra cuando empezó a moverse, hasta que la ladera donde se encuentra sus casa fue vencida por la humedad acumulada, y se deslizó arrastrando varias viviendas, entre ellas la suya.
Sus pequeños cuerpos fueron devastados por el alud de lodo y agua. Su madre, Luisa Lucas Vázquez, intento jalarlas, pero ella misma fue succionada y empujada vereda abajo.Al siguiente día, ya por la mañana, Alicia y Juana fueron rescatadas ya sin vida.
En el lugar la vereda quedó fraccionada en secciones, cuatro casas quedaron sepultadas por la tierra, y 11 más semienterradas. Las únicas que murieron fueron las dos niñas.
La población completa, unas 80 personas, entre ellas al menos 50 niños y niñas, abandonó El Retiro Alto esa misma noche. Se refugio cuesta abajo, en el ejido 20 de Noviembre, a donde cada mañana Alicia y Juana llegaban para asistir a la escuela.
“Mire cómo estamos, la pobreza en que vivimos, pero aquí nos toco vivir”, dijo su padre, mientras se abrazaba a los ataúdes que fueron colocados en el salón de clase de las menores, antes de ser sepultados.
A El Retiro Alto ya no podrán regresar a vivir las 25 familias. El poblado fue declarado zona de desastre, explicó el supervisor del Instituto Estatal de Protección Civil en la zona Sierra, Juan José Hidalgo.
El agente Municipal del lugar, Adalberto Villatoro, informó que autoridades estatales les dijeron que por estar ubicada en zona de riesgo, el poblado no podrá ser ocupado nuevamente.
El destino de los habitantes del lugar aún es incierto. Por lo pronto sólo saben que estarán en calidad de albergados al menos un mes. Sus pertenencias, su cosecha, sus viviendas, su tierra, quedaron cuesta arriba.
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