Catean casa de escritor y periodista de La Jornada, les dijeron que vendían droga en falsa llamada anónima
El poeta Javier Molina denunció que agentes de la Procuraduría General de la República (PGR) tiraron la puerta de su casa e ingresaron hasta su cuarto con el argumento de que buscaban droga.
El también corresponsal de La Jornada para temas culturales, dijo que después de revisar y no encontrar nada, los policías y el agente del Ministerio Público, Miguel Zúñiga, que los encabezaba se retiraron.
Señaló que el agente del Ministerio Público, quien poco después regresó y le entregó mil pesos para que arregle la puerta, le dijo mostró un papel diciéndole que se trataba de una orden de cateo obsequiada por un juez federal, aunque él no la leyó.
“A las 6.30 horas del lunes 23 de junio me despertaron fuertes golpes en la puerta de mi cuarto y al preguntar quién era me contestaron que eran policías federales; nunca se identificaron pero iban uniformados. Eran cuatro más el agente del Ministerio Público”.
Precisó que para llegar hasta su cuarto que está al fondo, los uniformados derribaron la puerta de la entrada, la siguiente que está después de un patio, y una más que tenía llave y estaba asegurada con una aldaba la abrieron sin derribarla, hasta llegar a la puerta de su modesta habitación, la cual tocaron para que abriera. “Policía Federal, abran, abran”, dijeron.
“Yo le pedí su nombre al agente Ministerio Público, quien me dijo que se llamaba Miguel Zúñiga y que pertenece a la Procuraduría General de la República (PGR); que había una orden del juez por una denuncia recibida, no me dijo de quién, pero esto fue después de que ellos ya habían registrado por todos lados y algunas pertenencias.
“Dijeron que yo vendía una droga pero no me especificaron cuál. El Agente del Ministerio Público se sentó y le enseñé mi credencial de La Jornada y una revista explicándole mi trabajo. Me dijo que me presentara en la oficina para aclarar mi asunto”, manifestó Molina, de 71 años de edad.
Añadió que “después de diez minutos, aproximadamente, regresó a mi domicilio el Agente del Ministerio Público con un policía y me dijo: ‘ya como humano le doy este dinero (mil pesos) para que arregle la puerta’, y se retiraron. Yo ví que llegaron en una camioneta color azul marino que estaba frente al sanatorio Orneles que es donde yo vivo. Llevaban algo escrito pero nunca me lo presentaron, dijeron que tenían una orden escrito pero no la dieron ni la leí”.
Indicó que los policías le dijeron que estuvieron tocando la puerta pero como no abrió la tiraron porque llevaban una orden de cateo de juez federal.
Comentó que el domicilio al que ingresaron los policías se ubica en la calle Primero de Marzo número 44, en el cual ha vivido durante los últimos 21 años, desde que regresó de la ciudad de México. “Esta es una casa que mi abuela heredó a mi madre y a mi tío, ambos ya fallecidos y es de mi propiedad. Al lado mío está el número 42 que pertenece a mi hermano Roberto Molina Estrada, que radica en al ciudad de México, y en donde vive uno de sus hijos”.
El periodista, quien aclaró que no fue golpeado ni tratado mal por los policías, pues “no me tocaron”, aunque se sintió “intimidado”, señaló que “esta es la primera vez que me ocurre algo similar.
NO CRITIQUEN, LOS OFICIALES DE LA PGR SOLAMENTE CUMPLEN LAS ORDENES, QUIENES LAS DAN SON LOS VERDADEROS MAL NACIDOS! QUE SE ESCUDAN TRAS EL PODER PARA FREGAR AL CIUDADANO QUE ALZA LA VOZ ANTE LAS INJUSTICIAS COMETIDAS POR LOS QUE LES PUEDEN PAGAR PARA QUE LAS HAGAN!
POR QUÉ A LOS VERDADEROS VANDIDOS… NO LOS TOCAN?
POR QUE ELLOS PAGAN PARA SER INMUNES.
Pues eso no se puede quedar así… aclarar el mal entendido y limpiar su nombre del Poeta… hasta de las autoridades ya no se puede confiar.
ESO ES EL PAN COLETO DE TODOS LOS DIAS… todos los dias es lo mismo con esos hijos de nadie, que se sienten hombres solo por tener una placa… pero se los va a cargar el payaso cuando menos se lo esperen…. y el colmo, siempre que el pueblo les a puesto en su lugar, se hacen las victimas como todo buen cobarde.
watchout culeros.
Un domingo
Javier Molina
El piano estaba junto a tu cabecera
las luces de las hojas en el cielo
la ventana presenciaba la sonrisa
de la luna
la lluvia decía que tranquila
la música estaba
en tus palabras. La sonrisa
era cierta como el día
el silencio era tan verdadero
como las campanas de una fiesta
y la música estaba
en el agua, en tu mirada
encontrando los hilos de la lluvia
el tejido de tus manos
en los astros dibujados.
Eso sucedió un domingo… el lunes a las 6:30 de la mañana rompen a patadas sus puertas de madera, entran como una pesadilla uniformados, sin orden de cateo ni de arresto, le dicen que alguien lo denunció por supuesto comercio de drogas, le dicen que son de la federal sin identificarse como tales, le ordenan que se vista, catean sus y pocas pertenencias y sus libros, luego, en presencia del periodista Elio, llega un MP que le pide que como humanos acepte mil pesos como pago de las puertas rotas, y pretenden que nada pasó: Sus admiradores, admiradoras, amigxs y lectorxes de su columna cultural en el diario La Jornada, protestamos indgnados contra toda esta serie de violaciones a los derechos humanos, parte de la campaña de terror que viene siendo la política intimidatoria de los pésimos gobiernos…