Migrantes mutilados, recuperando el camino

Byron, recuperó el camino. Foto: Elizabeth Ruiz

Byron perdió una pierna al caer del tren cuando intentaba cruzar México para llegar a Estados Unidos, arriba de los vagones del ferrocarril.

De ello hace tres años. Narra que no sólo perdió la pierna, sino a su esposa, «quien pensó que no le iba a volver a responder, que no iba a poder sostenerla».

Byron cuenta que ella (su ex esposa) se equivocó.  Tras el accidente pudo rehabilitarse emocional y físicamente. Ahora él trabaja en el campo en su natal Honduras; y actualmente se encuentra albergado de manera provisional, en las instalaciones de Jesús el Buen Pastor, ubicado en Tapachula, en tanto le construyen una nueva prótesis.

Durante la entrevista, Byron, de 34 años, construía el sostén de una hacha para cortar leña; y mientras esperaba la hora de la comida, colaboraba en las reparar las instalaciones del albergue.

«Lo más difícil fue vencer mi pena por no tener una pierna. Ahora puedo trabajar y tener una vida normal», dice mientras sonríe.

La recuperación más difícil, la emocional: migrantes mutilados. Foto: Elizabeth Ruiz

No hay cifras oficiales sobre el número de migrantes que son mutilados en accidentes en su ruta, pero para muchos de ellos y ellas, luego del accidente, su único refugio es el albergue Jesús el Buen Pastor, ubicado en Tapachula, en la frontera con Guatemala. Este es el único lugar en México donde se les permite permanecer en tanto se recuperan físicamente, o consiguen una prótesis que les permita moverse para, en la mayoría de los casos, regresar a sus países de origen.