Pedro, adolescente de Huixtán, intentó llegar a EU
Por Luz del Carmen Sosa/El Diario (*)
- Deportado, cansado, y sin recursos, ahora Pedro se encuentra varado en un albergue del estado de Chihuahua. Intenta regresa a su comunidad de origen, san Pedro Tejería, en Huixtán.
Pedro frota sus manos morenas marcadas con cicatrices. Las heridas ocurrieron en su natal Chiapas cuando realizó trabajos en la obra y en el campo para juntar dinero e ingresar a Estados Unidos de forma indocumentada.
Pedro trabajó duro, particularmente el último año y medio cuando se fijó como meta llegar a Tampa, Florida, para reunirse con su familia.
Juntar mil 500 pesos para el boleto del camión y otros 500 pesos para comida, implicaron “dejar hasta el alma” en los trabajos temporales que consiguió a sus apenas 15 años.
Pedro lo intentó, pero no lo logró. Sólo llegó a una carretera estatal de Arizona cuando fue descubierto por los agentes de la Patrulla Fronteriza que lo arrestaron y deportaron.
Ahora con 17 años, el adolescente se encuentra en el albergue “México Mi Hogar”, ubicado en la calle Bolivia en la colonia Hidalgo, donde espera el momento para regresar a su pueblo, San Pedro la Tejería, situado en el municipio de Huixtán en Chiapas.
Es una comunidad que según el INEGI apenas es habitada por 704 personas, la mitad mujeres y muchas de ellas con maridos que migraron o intentan migrar a Estados Unidos.
A eso obedece la estancia temporal de Pedro en Ciudad Juárez, explicó Fernando Loera García, coordinador del Programa de Menores Repatriados y del albergue.
Detalló que Pedro y otros 91 niños y adolescentes migrantes han sido deportados de Estados Unidos por Ciudad Juárez a través del Instituto Nacional de Migración (INM) en lo que va del año. En 2013 el número fue de 545 menores.
El funcionario expuso que a diferencia de los adultos, que buscan un empleo para mejorar sus condiciones de vida, los menores migrantes viajan solos ya que su pretensión es reencontrarse con sus seres queridos que ya están en el país del norte.
“Los niños y jóvenes vienen en una condición muy vulnerable, para nosotros lo principal es brindarles apoyo emocional”, dijo el encargado.
Estas palabras hacen recordar el reciente suicidio de la niña migrante Nohemí Álvarez Astorga, de 8 años. Según el vocero de la Policía Estatal Única, Alejandro Ruvalcaba, la abuela de la menor contrató a unos “polleros” que la internarían a El Paso, Texas.
El ingreso sería por el Valle de Juárez, pero el supuesto traficante de humanos fue sorprendido por agentes preventivos cuando orinaba en la vía pública.
Finalmente la niña fue interrogada por el Ministerio Público Federal en las instalaciones del albergue “La Esperanza”, el único que recibe niñas y niños migrantes en edad de los 6 a los 10 años y después de esa visita y la entrevista con la sicóloga, Nohemí se suicidó.
“Nosotros buscamos emocionalmente ser su apoyo, porque los menores repatriados tienen que enfrentar la pérdida que sufrieron. Se vive, incluso hasta el proceso de duelo porque se pierde la esperanza, la posibilidad de vivir el ansiado reencuentro con sus familiares”, dijo Loera.
El sueño de reencontrarse con sus familiares se ve frustrado por la detención. “Aquí vienen los muchachos con mucha tristeza, con depresión y es la parte que nos interesa trabajar, no tanto interrogarlos, eso ya lo hizo la Patrulla Fronteriza”, agregó.
En aumento
Los niños o adolescentes que migran solos a Estados Unidos son un fenómeno en crecimiento y no son sólo mexicanos, dijo Fernando Loera García encargado del albergue México, Mi Hogar.
Las cifras que maneja refieren la deportación de al menos un niño al día por esta frontera.
De acuerdo con la población que les corresponde atender, establecen que Chihuahua es el principal estado expulsor en México, mientras que Guatemala es el primer país expulsor en Centroamérica y Ecuador lo es en Sudamérica.
“Los menores que aquí recibimos son detenidos por la Patrulla Fronteriza y son repatriados a México por querer ingresar de manera ilegal a los Estados Unidos”, explicó Loera García.
El Gobierno Federal implementó a partir del 2007 el Programa Interinstitucional de Atención a Menores Fronterizos, que tiene como objetivo establecer una Red de Albergues de Tránsito para menores migrantes y repatriados; la promoción, protección y defensa de sus derechos; el diseño e instrumentación de un sistema único de información y, la instrumentación de procesos expeditos de integración familiar y comunitaria.
“Quien realiza la detención es la Patrulla Fronteriza y luego son canalizados a México a través del Instituto Nacional de Migración, que los refiere a la Subprocuraduría de Asistencia Jurídica y Social a través del Módulo de Menores Repatriados que corresponde al DIF Estatal”, explicó Loera García.
Si existe la posibilidad de entregar al menor con un familiar el módulo se encarga de hacerlo, de no existir, ellos llegan al albergue, donde se les ofrecen los servicios de protección, de alimentación, techo y cuidado, detalló el funcionario municipal.
En Ciudad Juárez los albergues a los cuales son canalizados son: Granja-Hogar del DIF Municipal, cuando se trata de niños de los 0 a los 5 años 11 meses; al albergue “La Esperanza” de los 6 a los 9 años 11 meses y en “México, Mi Hogar” cuando la edad de los menores oscila entre los 10 y 17 años con 11 meses, agregó.
“Nosotros somos gestores, en colaboración con la Subprocuraduría, de llevarlos de nuevo a su lugar de origen, muchos de ellos pertenecen a etnias indígenas o sus lugares de origen están muy alejados de la ciudad, en esos casos nos lleva más tiempo localizar a sus padres”, dijo.
—¿Cuánto tiempo transcurre desde el arresto hasta la deportación y el regreso a su hogar?
—Puede variar, desde un día hasta varias semanas, todo depende de la localización de los padres— dijo Loera García.
—¿En el caso de menores extranjeros?
—Quién se encarga de hacer los trámites administrativos para el retorno seguro a casa es el Instituto Nacional de Migración, ellos hacen las gestiones, de buscar con los consulados de sus países de origen y mientras nosotros les damos albergue.
—¿Quién paga los pasajes?
—Existe un financiamiento por parte del Gobierno Federal para dar este tipo de atenciones y lo podemos ofrecer tanto nosotros como el Desarrollo Integral de la Familia del lugar de origen del menor, aunque el mayor gasto recae en nosotros porque somos los receptores.
Una vez que la familia es ubicada, que se comprueba el parentesco, el menor es enviado a su hogar en autobús de pasajeros o avión, dependiendo del lugar de origen. Algunas veces viajan solos, bajo resguardo del personal de la aerolínea y con previa autorización de la Procuraduría de Asistencia Jurídica y Social de cada estado.
Rutas de tránsito
De acuerdo con los testimonios recabados en el albergue México Mi Hogar, los menores migrantes que viajan solos con la intención de ingresar en forma indocumentada a Estados Unidos lo hacen vía terrestre.
En el caso de los menores mexicanos, la frontera entre Sonora y Arizona, así como Chihuahua y Texas son las más atractivas. “Las Californias” son las más utilizadas por los menores migrantes extranjeros.
Cuando se trata de niños casi siempre el gasto por el cruce sin documentos recae sobre los familiares que están en Estados Unidos, en el caso de los adolescentes también pueden ser financiados por sus familias, pero muchos han trabajado para pagar su pasaje.
“Es difícil para quienes están en Centroamérica, no es como que tengan que juntar dinero para el viaje, aunque no se descarta, pero casi siempre el financiamiento corre a cargo de un familiar. Porque uno de los objetivos de cruzar ya no es perseguir una situación económica, lo que los motiva más (a los menores migrantes) es reunirse con sus familiares”, destacó el servidor público.
Explicó que California es el estado americano al que la mayoría de los migrantes mexicanos y extranjeros desean migrar, porque tiene un alto porcentaje de población hispana (mexicana).
“El estado americano más agresivo contra los migrantes es, sin duda, Arizona”, dice.
Y aunque tal vez muchas organizaciones promigrantes tal vez difieran, Fernando Loera dijo que los retenes militares y cercos policiacos instalados a lo largo y ancho de la República no significan problema para los niños migrantes mexicanos y extranjeros que viajan solos a Estados Unidos.
“Cuando viajan en autobús, las autoridades no revisan a los pasajeros en lo particular, sólo se suben al camión y no piden identificación, ellos mismos dicen que el soldado se sube a platicar con el conductor del camión nada más”, comentó.
Sueños rotos
El olor a sopa invade poco a poco el comedor del albergue México, Mi Hogar. Pedro está sentado en la mesa para cuatro ocupantes y tras acceder a ser entrevistado se acomoda en la silla mientras frota sus manos.
Sonríe y saluda un poco tímido, viste una pantalonera gris y una camiseta del mismo color. Ya hizo amigos y todos ocupaban el rato en juegos de mesa que la psicóloga les ofreció como parte de la terapia de grupo.
Llegar a lado de Pedro implica cruzar tres puertas cerradas con llave y candado. Identificarse en dos ocasiones y estar en forma permanente bajo el lente de las cámaras de circuito cerrado instaladas en todo el edificio, a excepción de los sanitarios.
Las medidas de seguridad son elevadas para la protección de los menores, muchos de ellos cruzados por “polleros” locales.
Con su acta de nacimiento y una mochila con algo de ropa y pocas pertenencias, Pedro salió de su pueblo el pasado 2 de febrero para dirigirse a San Cristóbal de las Casas donde compró el boleto del autobús que lo llevó hasta Sonora.
Con un español limitado dice no recordar si fue a Nogales o Agua Prieta.
Después de caminar tres días por el desierto de Sonora llegó a Arizona, donde agentes de la Patrulla Fronteriza lo arrestaron apenas tocó la carretera estatal. De ahí lo confinaron a un Centro de Detención y después de varias semanas llegó al albergue “México, Mi Hogar”.
“Yo salí el 2 de febrero, ese día salí de mi casa, el autobús lo tomé en San Cristóbal de las Casas y me cobraron mil 500 pesos para llegar hasta Sonora. Y luego ahí nomás”, dice.
El viaje lo siguió en vehículo, pero rechaza decir quién lo acompañaba.
Después de tres días de caminar por el desierto, Pedro fue detenido por elementos de la Patrulla Fronteriza.
“Me agarraron en la carretera, nada más sé que le dicen carretera 9, no sé cómo se llama el lugar. Me detuvieron en Estados Unidos”, dice todavía con cierta frustración.
—¿En todo el trayecto no te interrogó la Policía mexicana?
—Sí, cuando vine para Sonora sí, me detuvo la Policía, me preguntaron si traía un acta de nacimiento, yo se las mostré y me preguntaron que si la había comprado y les dije que no.
—Demostraste que eras mexicano.
—Sí.
—¿A dónde querías llegar?
—A Tampa… Florida, ahí tengo familia.
—¿Cómo juntaste el dinero para el camión?
—Estuve trabajando un rato.
—¿Cuánto te llevó juntar ese dinero?
—Año y medio.
—¿Y cuánto gastaste en total?
—2 mil pesos.
—¿Ya quieres regresar a tu casa?
—Sí.
—¿Qué vas hacer al regresar a tu casa?
—Buscar trabajo.
—¿Vas a intentar regresar a Estados Unidos?
—No, ya no.
—¿Por qué?
—No quiero cruzar el desierto.
Pedro ya se comunicó vía telefónica con su familia, su madre le ha asegurado que pronto “lo sacarán de ahí” y volverá a casa para buscar empleo y volver a empezar.
A sus 17 años no tiene miedo al trabajo duro y las cicatrices en sus manos lo demuestran.
Hoy, en Ciudad Juárez otros los niños migrantes que viajan solos a Estados Unidos fueron repatriados.
(*) Este texto se publicó originalmente en http://diario.mx/Local/2014-03-17_f66598c8/menores-migrantes-detenidos-historias-de-un-sueno-frustrado/ Se reproduce con la autorización de la autora
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