CIESAS necesita actualizarse: Andrés Fábregas Puig, aspirante a dirigir esta institución
Pionero en el estudio de la frontera sur, fundador de dos universidades públicas de prestigio, autor de una veintena de libros, intelectual comprometido y gestor cultural destacado, Andrés Fábregas Puig aspira a dirigir el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores de Antropología Social (CIESAS) por el compromiso que tiene con esta institución, en la que trabajó desde su etapa fundacional, pero manifiesta respeto por los otros dos aspirantes internos “porque son de casa y harían un estupendo trabajo”.
De ser designado director general, Fábregas Puig tiene muy claro que no buscaría la reelección, porque no le convendría al centro, ni tampoco a él:
“Para un investigador estar diez años en un puesto ejecutivo es anularse en su encomienda fundamental, y yo pretendo seguir investigando”. Y aunque ha sabido combinar con éxito la administración y la academia, entiende que en las actuales circunstancias no es sano la permanencia de una sola persona al frente del CIESAS:
“Si todo sale en términos de que yo sea electo, el 14 de mayo tendría que estar tomando posesión del CIESAS, irme a vivir a Tlalpan, que es donde está la sede y desde aquí digo, de una vez por todas, que no pretendo quedarme diez años. Los aguantaría perfectamente pero creo que no es sano ni para una persona ni para una institución; quizás, en otras circunstancias lo fue, pero hoy el contexto ha cambiado”.
Fortalecer procesos internos
“Me inscribí en el proceso de auscultación interna porque tengo un compromiso total con la institución; a ella me debo y en ella he permanecido la mayor parte de mi vida académica”, dice el autor de La formación histórica de una región: Los Altos de Jalisco, referencia entre los estudiosos de las comunidades rancheras y un clásico de la antropología mexicana.
Andrés Fábregas pertenece a los fundadores del CIESAS y, de alguna manera, a los sobrevivientes de esa etapa inicial, en la que figuran Jorge Alonso, Guillermo de la Peña y Eduardo L. Meléndez.
Con 40 años de antigüedad, el CIESAS es, sin duda, la institución más importante de América Latina dedicada a la antropología social y disciplinas afines.
Por esa presencia tan relevante en las ciencias sociales, se tendería a pensar que tiene una planta numerosísima de investigadores. No es así. El CIESAS cuenta solo con 167 investigadores, pero tienen tal peso, que son referencia en el contexto internacional.
Posee siete sedes: la principal, en el Distrito Federal; unidad peninsular, en Mérida; Sureste, San Cristóbal de Las Casas; Noreste, Monterrey; Occidente, Guadalajara; Golfo, Jalapa, y CIESAS Pacífico Sur, en Oaxaca.
Andrés Fábregas tiene claro que el CIESAS, aunque es una gran institución, muy consolidada, necesita ser actualizada. “Me comprometí con un grupo de colegas a entrar al proceso, primero, porque estoy convencido de que debemos fortalecer los procesos internos, que no se conviertan en una batalla electoral, sino procesos en los que tenemos que estar los de el CIESAS, porque sino los de fuera van a ocupar nuestro lugar”.
Reitera: “Siento por mis colegas que se han inscrito un gran afecto. No lo veo como una competencia, sino como un proceso normal que culminará con el nombramiento del director general de una institución de mucho prestigio”.
Profundamente chiapaneco
Andrés Fábregas Puig proviene de una ilustre familia catalana-chiapaneca que jugó un papel importante en las manifestaciones literarias, artísticas y musicales de la entidad.
Su abuelo materno, don Antonio Puig, catalán pero remolcado a Chiapas a principios del siglo XX, se dedicó a la relojería y durante toda su vida atendió la librería El Progreso, que fue punto de reunión de los círculos de intelectuales tuxtlecos.
Su padre, don Andrés Fábregas Roca, fue un joven oficial de la República Española que, a la llegada de Francisco Franco, debió pedir asilo a México. “Los agentes cardenistas que lo recibieron en Coatzacoalcos le señalaron el tren que lo transportaría a uno de los destinos decididos por el gobierno de México: Chiapas. Sin saber a dónde iba, mi padre abordó el famoso ‘tren pollero’ que tras una semana de un viaje increíble, lo dejó en la Estación Jalisco, en Arriaga”, refiere.
En Chiapas, conoció y se casó con Carmita Puig, hija del librero catalán, con quien procreó seis hijos: Margarita, psicóloga; Carmita, artista plástica; Mercedes, maestra; José, traductor, escritor y corrector de estilo; Miguel, funcionario, y Andrés, antropólogo.
La casa de los Fábregas Puig en los cincuentas y sesentas fue, no obstante el carácter adusto del maestro catalán, de una intensa vida chiapaneca, con celebraciones, marimbas, tamales y cohetes. Había también un espacio pródigo para los intelectuales que ubicarían a la entidad en el contexto nacional con la fundación del Ateneo de Ciencias y Artes de Chiapas.
Los poetas Enoch Cancino, Jaime Sabines y, posteriormente, Joaquín Vázquez Aguilar encontrarían en esa casa un lugar para la discusión y la rebeldía, porque el maestro Fábregas Roca fue, hasta el final, un hombre inquieto, inconforme, como todo intelectual de verdad.
De esas raíces, viene Andrés Fábregas Puig.
Del Nahualismo a lo Sagrado
Andrés Fábregas realizó sus estudios básicos en Tuxtla Gutiérrez, y los profesionales en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en donde se tituló con la tesis El Nahualismo y su expresión en la región de Chalco-Amecameca, bajo la dirección de Guillermo Bonfil Batalla.
Emprendió después estudios de posgrado en la Universidad Iberoamericana y en la Universidad Estatal de Nueva York.
Sus influencias en el campo académico las tiene muy claras porque fueron también sus maestros: Ángel Palerm, en primer lugar, seguido Bonfil Batalla, Paul Kirchhoff, Pedro Carrasco, Arturo Warman, David Kaplamn, Pedro Armillas, Phil Weigand y Louis Faron.
Dentro de sus textos académicos, el pequeño pero valioso ensayo “El concepto de región en la literatura antropológica” es material de consulta en estudios doctorales.
Fábregas Puig también es pionero en los estudios comparativos entre México y España, al escribir con Pedro Tomé Martín Entre Mundos, Entre parientes y Regiones y fronteras.
Su texto, Lo sagrado del rebaño, volteó la mirada a la antropología del deporte, que ha reunido recientemente a un copioso número de especialistas.
Gestión cultural y educativa
El nombre de Andrés Fábregas Puig evoca, en Chiapas, compromiso con la investigación y la educación.
Su primera incursión en este campo fue, desde luego, con el CIESAS Sureste, de la que fue fundador y en la tuvo las primeras experiencias de diálogo con las instancias gubernamentales, tanto locales como federales.
Previamente, había sido jefe del departamento de antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana, también en su etapa fundacional, bajo la batuta del recientemente desaparecido Luis Villoro.
De los dos momentos más luminosos de la promoción de la cultura en Chiapas, a Fábregas Puig le tocó dirigir el segundo, con el Instituto Chiapaneco de Cultura (ICHC) en los noventa; en el primero, con el Ateneo, participó su padre, y la pléyade de intelectuales venidos de diversas partes, como Rómulo Calzadan y Luis Alaminos, pero nucleados con los de casa, como Fernando Castañón, Tomás Martínez y José Casahonda.
El ICHC no solo divulgó y organizó actividades culturales sino que realizó los primeros trabajos de investigación a través del departamento de patrimonio cultural e investigación, en donde se formaron cuadros de primer nivel como Jesús Morales Bermúdez, Carolina Rivera Farfán, Miguel Lisbona Guillén, Jacinto Arias, Jaime Torres Burguete y Enrique Pérez López.
Por vez primera Chiapas tendió lazos hacia Centroamérica: “Abrimos la frontera sur, con los encuentros de intelectuales y de escritores Chiapas-Centroamérica y los foros de arqueología”.
–¿Qué aprendió con el ICHC y de las actividades que se realizaron en ese momento?
–Aprendí, sobre todo, a trabajar colectivamente. Me di cuenta, y lo dimensioné, que son los equipos de trabajo los que hacen las cosas valiosas y que hay que aprender a formar equipos, que una persona en solitaria, no sirve en la gestión pública.
–La siguiente etapa en la que usted incursiona en la gestión de una institución es con la fundación de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach), que hoy cuenta con maestrías y doctorados en el padrón nacional de excelencia y se ve muy consolidada. ¿Cómo vivió esa experiencia?
–En aquel momento recibí la encomienda de recuperar el Instituto de Ciencias y Artes de Chiapas (ICACH), que estaba prácticamente en el abandono y convertirlo en una gran universidad de Estado, que después adquirió la autonomía, y que hoy es una excelente universidad. A mí me da mucho gusto, mucho orgullo, ver cómo ha crecido. Recientemente me hicieron un homenaje en el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (Cesmeca) tiene como origen el departamento de patrimonio cultural e investigación. Jesús dirigió el primer Cesmeca y también fue rector de la Unicach en una época muy brillante de esa institución.
–Pocas personas en México han de tener en su currículum haber fundado dos universidades públicas, que se hayan colocado en un nivel de excelencia. Usted creó, prácticamente de la nada, a la Universidad Intercultural de Chiapas (Unich).
–Sí, fue increíble, la Universidad Intercultural de Chiapas, me la dieron en un papel. Llegó el gobernador de la época, quien me dijo: “Aquí está la universidad” y me entregó un papel. Fue partir de cero. No había nada, ni terrenos, ni nada. Empezamos trabajando en un pequeño local, prestado por el DIF en San Cristóbal. Teníamos que andar pidiendo solidaridad para impartir clases, pero vean ahora a la universidad, está totalmente consolidada, con prestigio y futuro.
Tiene claro que esta experiencia que ha acumulado en la administración de entidades de educación y de gestión de la cultura le sería muy útil, en caso de que fuera designado director general del CIESAS, “pero, aclara, será la comunidad quien pondere esto; yo me atengo al resultado de las auscultaciones”.
De CISINAH a CIESAS
El CIESAS tiene sus antecedentes en el Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CISINAH), fundado por Ángel Palerm, Gonzalo Aguirre Beltrán y Guillermo Bonfil Batalla, en 1973. Siete años después, en 1980, fue reestructurado y convertido en CIESAS.
–¿Tiene un diagnóstico del CIESAS? ¿Cuáles son los retos a 40 años de su fundación?
–El reto más importante es actualizar a una institución que ha crecido mucho en 40 años. Los fundadores (Palerm, Aguirre y Beltrán) lo hicieron en un México muy diferente al nuestro y dentro de un ámbito de la antropología muy diferente a la actual. La estructura era mucho más manejable. Hoy ha crecido y se ha internacionalizado. Un reto, por esas circunstancias, es actualizar las estructurar del CIESAS y hacer que funcionen los órganos colectivos.
Está muy bien el organigrama colectivo y es una fortaleza, pero tenemos que cuidar de cómo actualizar esos mecanismos y hay que crear otros por la dinámica en la que vivimos y los requerimientos de la institución.
El CIESAS ha crecido mucho en docencia. Tiene ya diez posgrados, entre maestrías y doctorados, y es una sola institución. La docencia se ha convertido en una actividad sustantiva. Hay que articular un sistema nacional de docencia, pero hay que respetar, y esto es muy importante, las condiciones regionales. No es lo mismo abrir un posgrado en Monterrey donde hay poca tradición en ciencias sociales a ofertarlo en el Distrito Federal. No es lo mismo abrir una maestría en Yucatán que en Occidente donde hay una enorme tradición de las universidades de Guadalajara. Hay que respetar los contextos locales y regionales.
–¿Qué otros problemas percibe en el CIESAS y que ameritan una intervención urgente? ¿Qué pasa con la generación y difusión del conocimiento?
–El CIESAS tiene una planta de investigadores de primer nivel, que es muy solicitada internacionalmente, pero paradójicamente, esa planta del CIESAS que ha intervenido para resolver problemas muy importantes en otros países, en México no se le hace mucho caso. Eso quiere decir que necesitamos en el CIESAS hacer un gran esfuerzo para situarnos en el escenario nacional y que la sociedad nos ubique. Por ejemplo, el Programa del Hambre que está aplicando el Estado nacional mexicano, el CIESAS tiene expertos de primerísimos nivel, que incluso han intervenido en programas internacionales, en el reacomodo de pueblos, por el efecto que hacen las grandes obras públicas, como presas, es decir, tiene una capacidad asombrosa para diseñar políticas públicas y ojalá que se emplearan más, que todo ese conocimiento que estamos produciendo, se aprovecharan más.
Otro reto es el aspecto editorial. En esta área también hay que meter la mano, porque no publicamos con la rapidez que deberíamos tener, que se agilicen las publicaciones, y fortalecer aún mas Ichan Tecolotl y Desacatos, dos revistas fundamentales en el CIESAS.
–Pese a ser una institución consolidada, debe tener problemas de financiamiento.
–También hay que revisar eso. Un porcentaje muy alto, el 90 por ciento de investigadores, tiene apoyo externo. Son tan importantes nuestros investigadores que han logrado conseguir financiadores externos. Hay que revisar los presupuestos para que sean suficientes, sobre todo para los trabajos de campo, porque es una de las zonas menos comprendidas de las administraciones, ya que algunos creen que hacer trabajo de campo es irse a pasear; ignoran que el trabajo de campo es para el antropólogo lo que para el químico el laboratorio. No podemos hacer antropología si no vamos con la gente. Trabajo de campo no quiere decir irse a un lugar rural. Por ejemplo, yo investigué en el Estadio Jalisco, y de ahí salió el libro Lo sagrado del rebaño, que es un estudio de antropología del deporte. Eso lo necesita comprender la administración y necesitamos explicarlo a los administradores.
Auscultación
El proceso de designación del nuevo director del CIESAS inició con el nombramiento de una Comisión de Auscultación Interna, la cual solicitó a los aspirantes a registrarse y presentar una carta de intención. A ese llamado acudieron, aparte de Andrés Fábregas Puig, Antonio Escobar y Agustín Escobar Latapí.
Después, una Comisión de Auscultación Externa, nombrada por Conacyt, se entrevistará con los candidatos y, si así lo considera conveniente, agregará otros candidatos con académicos o investigadores ajenos al CIESAS.
Esta Comisión sugerirá al director general del Conacyt quién es el candidato idóneo a dirigir la institución, y el 13 de mayo, el presidente de la república realizará el nombramiento.
Lleno de vitalidad y de experiencias, Andrés Fábregas Puig, aunque se ha fijado como reto participar en el proceso de auscultación para director general del CIESAS, no es algo que le obsesione, pero repite, al final de la entrevista, que si no participan los investigadores internos, otros, los externos, marcarán la pauta del CIESAS en los inicios del siglo XXI, “y eso no es lo ideal”, remata.
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