En riesgo la paz social por la autopista San Cristóbal-Palenque
- Obispo pide se haga una consulta con los campesinos dueños de las tierras, que sufrirán daños patrimoniales
- Advierte que está en riesgo la paz social
El obispo de la Diócesis de San Cristóbal, Felipe Arizmendi, pidió analizar pros y contras de la posible autopista San Cristóbal-Palenque, “con serenidad y objetividad”.
También, urgió al gobierno de Manuel Velasco a ser “respetuosos de la opinión justa y bien informada de las comunidades”.
A través de un comunicado, el obispo explicó que desde varias comunidades de Los Altos y la selva, ha llegado a la Diócesis inquietudes sobre el proyecto de hacer realidad en este sexenio la anunciada autopista.
“Muchos pueblos campesinos e indígenas no la están viendo como un beneficio para ellos, sino como un daño irreversible para su tierra, que es como una madre que les da vida. Dicen que, aunque les paguen bien por sus terrenos, los van a perder para siempre y ya no tendrán dónde sembrar maíz y frijol, ni café, que es su fuente de vida. Por ello, muchos anuncian una oposición total a este proyecto”.
Arizmendi explicó que una autopista es bienvenida cuando genera beneficios para todos, no sólo para las empresas turísticas y para los ricos.
Dijo que para que la pensada autopista a Palenque sea realmente un beneficio para las comunidades, el gobierno debe consultarles antes y tomar muy en cuenta su palabra.
“Los pueblos han de estar seguros de los beneficios que les pueda traer, y no que sea una muerte para su cultura y sus tierras, que son la fuente de su vida. Si las comunidades no están de acuerdo, nosotros apoyaremos a los débiles, a los indefensos, a los pobres y excluidos.
“Si los pueblos sólo recibirán daños en su patrimonio, no apoyaremos dicho proyecto, pues nuestro deber pastoral es estar con las víctimas del mal llamado desarrollo y progreso, si éste sólo beneficia a unos pocos, a empresas turísticas y comerciales, con detrimento de los pequeños”.
Consideró que para que el proyecto no altere la paz social, debe ser un bien para los campesinos e indígenas que viven de esas tierras por donde pueda pasar la carretera.
“Que los vecinos de una población por donde pase la autopista puedan tener acceso a ella sin costo; que haya suficientes salidas y entradas a las comunidades más pobladas en el trayecto; que haya paraderos turísticos donde ellos puedan vender sus artesanías; que el trazo afecte lo menos posible las tierras cultivables y las casas de los vecinos.
“Nuestra oposición a la autopista no es por ir en contra del progreso, como se nos acusó en el sexenio pasado, sino porque no queremos que se altere la paz en nuestro Estado, que tanto nos ha costado”.
Dijo que si se empiezan los trabajos sin acuerdo de las comunidades, éstas se van a levantar y no dejarán pasar las máquinas; pueden retener a los ingenieros y a diversas autoridades; puede haber represiones en cadena; pueden movilizarse y detener el tráfico ordinario, con grave daño para todos, también para la economía y el turismo, con lo cual se perjudicaría más a Chiapas.
“Invitamos, pues, a nuestros pueblos a analizar pros y contras de la posible autopista, con serenidad y objetividad; pero también urgimos a nuestras autoridades a ser muy respetuosos de la opinión justa y bien informada de las comunidades. Por encima de todo, no es el dinero y la ganancia de las empresas lo que debe prevalecer, sino el beneficio compartido de nuestro pueblo, sobre todo de los pobres.
“Los gobernantes han de ser sus aliados y protectores, no sus enemigos y destructores. Como Iglesia, seguimos apostando por el diálogo amplio y pacífico, para que las comunidades tengan vida digna”.
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