Sin derecho a la tierra y desalojados de Montes Azules, nietos de propietarios de la Lacandona
Son nietos de comuneros de la Comunidad Lacandona. Sin embargo, a pesar de que sus abuelos son teóricamente los co-propietarios de una de las reservas ecológicas más importantes del planeta, ellos no tienen derecho a la tierra, y por tanto fueron desalojados y acusados de los delitos de despojo y cambio de uso de suelo en terrenos forestales.
Durante la segunda semana de octubre, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) desalojó un asentamiento que 15 nietos de los habitantes de la comunidad Nueva Palestina habían establecido frente al Ejido Zamora Pico de Oro, municipio de Marqués de Comillas.
En ese lugar habían construido chozas, cuando personal de la Profepa y la Secretaria de Marina (Semar) detectaron el asentamiento.
La comunidad Nueva Palestina esta conformada por indígenas tseltales, quienes habitaban el lugar cuando en 1972 el gobierno federal entregó 614 mil hectáreas de la Selva Lacandona a indígenas Caribes que se autonombraron lacandones.
Sin embargo, basados en el fundamento jurídico que establece “primero en tiempo, primero en derecho” el gobierno federal se vio obligado a reconoce como co-propietarios a los tseltales que habitaban la región antes que los lacandones, quienes formaron así parte de los Bienes Comunales de la Zona Lacandona, y se concentraron en la subcomunidad llamada Nueva Palestina.
Igual se reconoció como co-propietarios a un grupo de indígenas de la etnia chol, quienes se agruparon a partir del decreto en el poblado Frontera Corozal.
El gobierno federal también estableció que el 90 % de su territorio de los Bienes Comunales se debería dedicar a la conservación de la flora y fauna, la preservación de los monumentos históricos, y conformó la Biósfera Montes Azules.
El origen de la «invasión»
De acuerdo al especialista Miguel Ángel García, en el caso de la comunidad Nueva Palestina, desde 2007, -cuando ocurre la masacre de Viejo Velasco Suárez- entre los jóvenes del lugar existía una gran inconformidad porque, siendo hijos y nietos de sub-comuneros tzeltales, les estaba negado el derecho a la tierra.
A ellos y ellas, ya no les tocaba tierra, dado que los subcomuneros palestinos se repartieron su porción de territorio «lacandón», deslindado, en parcelas de 50 hectáreas a cada uno, manejándolas casi como propiedades privadas, sin compartirlas como trabajaderos con sus propios hijos e hijas.
La situación para estos jóvenes tseltales se agravó en los últimos años, cuando a través de los programas oficiales de pago por los servicios ambientales -exclusivo para los “legales” propietarios- se limitó la posibilidad de que sus hijos y nietos participaran de estas prebendas.
Un grupo de estos jóvenes, ante la imposibilidad de sobrevivir, decidieron «invadir» terrenos dentro de la Biósfera Montes Azules, en específico en la zona de Zamora Pico de Oro, donde Julia Caravias, actual asesora del gobierno de Manuel Velasco, posee un centro de investigación, a la altura del río Tzendales, dentro de la Reseva; y dos parcelas de 50 hectáreas compradas a ejidatarios.
La ex Secretaria de Medio Ambiente también posee en esta misma región otro centro de bioprospección -frente a Chajul- en lo que fuera la estación biológica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En el operativo de desalojo del pasado 15 de octubre, se detuvo a un grupo de ocho jóvenes tseltales, quienes fueron trasladados en primera instancia a la Fiscalía estatal en el municipio de Palenque, acusados del delito de despojo y cambio de uso de suelo en terrenos forestales dentro de la reserva de la biosfera «Montes Azules»; posteriormente fueron remitidos al Ministerio Público Federal.
Debo decir que definitivamente esta noticia es: «la otra versión» una versión más romántica ya que enaltece los actos ilícitos de los «mas desprotegidos» mientras discriminan las acciones siempre «mal intencionadas» acciones del gobierno y los intereses «particulares» de los que no son desprotegidos. Y mientras seguimos viendo solo una cara de la moneda, de un lado y del otro, que hay del patrimonio de mis nietos y del de los suyos, de los de la autora, y de los nietos de esos grupos indígenas que invadieron?, será que sufrirán la misma suerte que ellos una vez que se repartan lo que queda del patrimonio natural de México?, solo que esta vez ellos no tendrán a donde moverse pues la tierra se habrá deforestado y degradado ya (Nueva Palestina es uno de los ejidos con la más alta tasa de deforestación de la Comunidad Zona Lacandona).
Será que de una vez por todas podremos empezar a analizar las dos caras de la moneda, y ser un poco más críticos al analizar la problemática nacional. El problema agrario nacional y la profunda desigualdad y marginación en que viven los pueblos índigenas de nuestro país no se resolverán entregando el poco patrimonio natural que nos queda, requiere de soluciones mucho más complejas y lo más importante, de la participación de todos, México necesita de hombres y mujeres críticos y menos tendenciosos.