Pablo Salazar, el «nuevo» político

El ex gobernador Pablo Salazar regresó en esta nueva etapa de su vida en la política, a sus viejas animadversiones. Foto: Archivo Icoso

El ex gobernador Pablo Salazar regresó en esta nueva etapa de su vida en la política, a sus viejas animadversiones. Foto: Archivo Icoso

Mucho se esperaba de Pablo Salazar Mendiguchía en lo que el mismo llamo “el territorio del no poder”. Desde la reivindicación contundente por los agravios denunciados, hasta acciones políticas más allá de afiliarse a un partido que no representa un contrapeso político sustentable.

Sin embargo, desde su primera expresión pública que dio con la edición de un artículo de opinión en marzo pasado, hasta el tiempo que ahora ocupa en las redes sociales, su blog personal y los espacios mediáticos, Pablo Salazar toca de manera insistente un tema que ya en su sexenio le ganó el descredito y la animadversión social, y ahora parece ser una pesadez de la que no puede sacudirse.

¿Qué le mueve a Pablo Salazar, el hijo de maestros ruarles, a encaminar en esta etapa del “territorio del no poder”, su furor para denostar la lucha sindical del magisterio?

Los “pactos de gobernabilidad”

En su sexenio Pablo Salazar pactó, apoyo e incluyó dentro de su gabinete, a representantes de grupos campesinos, organizaciones humanitarias y hasta a quienes en su momento tuvieron vínculos con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN).

El entonces gobernador “pactó” con las organizaciones sociales. En ese pacto vino implícita la desarticulación de esos grupos organizados. Aunque su método fue menos violento que el de sus antecesores, su fin era el mismo: eliminar los contrapesos.

Tres sectores no aceptaron esos “pactos de gobernabilidad”: el Movimiento Campesino Regional Independiente (Mocri), alumnos de la Escuela Normal Rural Mactumactzá, y las y los maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).

Maestros del SNTE componen el sindicato más importante  del estado tienen como su método de negociación para lograr sus demandas: los paros laborales, marchas y plantones. Pablo Salazar, el hijo de maestros rurales, no toleró su método de lucha del magisterio.

»Quiero hoy, en el día de los maestros, decirle a la dirigencia sindical y a su bases que si mañana no retornan a las aulas el gobierno va a actuar con mayor determinación y con firmeza. El límite, maestras y maestros que nos están escuchando en el plantón, es hoy. A partir de mañana vamos a hablar de despidos masivos. Hay miles que esperan ser contratados (…) No se dejen engañar, no van a obtener más de lo que ya consiguieron», dijo en un discurso de mayo de 2005.

Durante esa movilización Autoridades judiciales de Chiapas detuvieron a cuatro maestros de la sección 7 del SNTE, a quienes acusaron de secuestrar a funcionarios de la Secretaría de Educación estatal en el municipio de Motozintla. En un comunicado, el gobierno del estado llamó a los mentores «radicalistas beligerantes, intolerantes e intransigentes».

«El problema radica esencialmente en la formación de muchos de los que están educando a nuestros hijos; maestros que no trabajan, maestros que salen a marchar con palos y piedras como si fueran a matar perros, maestros que secuestran. Con todo el dolor de mi alma he tenido que aplicar la ley, porque no podemos permitir que el secuestro sea una estrategia de lucha en ninguna parte, y hoy, esos cuatro maestros que el fin de semana plagiaron a esa gente, lamentablemente están en la cárcel empezando un proceso penal. No podemos llamar lucha social al vandalismo, como no podemos llamar represión a la aplicación de la ley».

Pablo Salazar fue más allá. Implementó una línea telefónica gratuita, y con el slogan “denúncialos”, llevó a cabo una campaña en medios de comunicación para exhortar a padres de familia y “alumnos”, a reportar a maestros que no llegaran a laborar por participar en las manifestaciones. Con ello criminalizó a los maestros y a su protesta social.

El sexenio terminó y lo que fue una muestra de la intolerancia y represión de Pablo Salazar contra quienes se opusieron a sus decisiones, para el ex gobernador fue un logro.

El sexenio que llegó después, y la confrontación entre Juan Sabines Guerrero y Pablo Salazar , llevó a este último a advertir en abril de 2012, desde la prisión: “Yo no sé exactamente cuándo voy a salir, pero si sé con precisión cuando saldrá Sabines: el 8 de diciembre próximo, ni un minuto más ni un minuto menos. Es decir, en un poco más de 7 meses. Desde aquí y ahora, le mando a decir que muy pronto, en igualdad de condiciones, nos veremos en el territorio del no poder”.

El “territorio del no poder” llegó, y contrario a lo que el mismo Pablo Salazar aseguró, hasta ahora y al menos públicamente, su desagravio no se ha dirigido hacia su encarcelador, a quien incluso le dio el perdón público. Una vez más sus fuerzas las ocupa en denostar a las y los maestros.

La primera expresión pública que hace luego de salir de prisión, la dirige precisamente hacia el sector magisterial. En un artículo que publica en marzo de 2013 en el periódico Reforma, enfoca su atención hacia los maestros a los que llama “sindicalismo anárquico y violento”.

Se vanaglorió de lo que consideró soluciones exitosas ante las problemáticas con el sector magisterial, como el haber descontado 40 millones de pesos a los maestros que no asistieron a los centros de estudio, por participar en movilizaciones; la línea 800 “para combatir el ausentismo escolar en las aulas”; y el levantamiento de cientos de actas de abandono laboral.

Le faltó enumerar que en su administración también acometió contra los futuros maestros. A quienes estudiaban en la Escuela Normal Rural Mactumactzá los persiguió y criminalizó.

En pasquín que mando elaborar –y donde se repiten los mismo argumentos que recupera para el periódico Reforma- da una relatoría a modo sobre las manifestaciones de los estudiantes normalistas a quienes suspendió el sistema de adscripción automática de plazas magisteriales.

Llama a este pasquín “Mactumactzá pedagogía de la violencia”, y argumenta que su objetivo al quitarles las plazas y someterlas a exámenes de oposición, era “mejorar la calidad de la educación”.

También afectó a los miles de egresados de la licenciatura en Pedagogía o Ciencias de la Educación, egresados de escuelas particulares y públicas, a quienes con el argumento de que sus estudios no los capacitaban para ser maestros frente agrupo, les arrebató su derecho a concursar por concursar a una plaza. A la fecha estos egresados siguen sumando en las cifras del desempleo.

En las últimas semanas de agosto, mientras maestros protestan contra la Reforma Educativa de Peña Nieto, Pablo Salazar ha ocupado tiempo y espacio –incluso más que el que dedica a su “nueva etapa en la política”- para difundir en su blog, cuenta de twitter y los medios de comunicación que le han abierto las puertas, lo que él llama “alternativas al conflicto del magisterio».

En este punto quedan expuestas varias interrogantes, una de ellas es: ¿Qué le mueve a Pablo Salazar, el hijo de maestros ruarles, a encaminar en esta etapa del “territorio del no poder”, su furor para denostar la lucha sindical del magisterio?

Considerando las consecuencias de la disputa que sostuvo son su sucesor, Juan Sabines Guerrero, que alcanzaron y afectaron a la sociedad entera de Chiapas, el Pablo Salazar del “territorio del no poder”, queda debiendo.

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  1. Pablo Salazar, en “el territorio del no poder” | Chiapasparalelo - 2 septiembre, 2013

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