Agua por ultraprocesados, un mal negocio para América Latina
Ilustración por Pop Lab
*Esta nota fue realizada por Pop Lab, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
LATAM.– Cada mañana, una comunidad en Brumadinho, Minas Gerais, Brasil, recibe camiones cisterna para abastecer sus depósitos de agua y paliar la escasez que la afecta desde hace años. Coca-Cola, que desde 2015 tiene una fábrica en la vecina Itabirito, a 40 kilómetros de distancia, lleva así el agua que los habitantes necesitan para sus actividades diarias.
A simple vista, esa parece una acción de responsabilidad social de la embotelladora, pero, en realidad, la propia empresa causa la sed de los brumadinhenses. En lugar de obtener el permiso a través del Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático, Coca-Cola acudió al Servicio Autónomo de Agua y Alcantarillado (SAAE por sus siglas en portugués) que le autorizó una concesión de agua para uso humano, en lugar del permiso industrial que le correspondía. Así pudo instalar sus operaciones en Itabirito, desde donde extrae 375.000 litros de agua por hora y produce 2,1 billones de litros de gaseosas al año. Mientras tanto, las poblaciones vecinas deben arreglárselas con el agua que les envía Coca-Cola en camiones cisterna.
En otro punto del subcontinente, una comunidad del departamento de Antioquia, en Colombia, no tiene agua en las noches por la falta de lluvias debido al fenómeno de El Niño. Pero el racionamiento no parece afectar a las empresas de ultraprocesados que operan allí. En La Ceja, esa población de 74.000 habitantes, opera Zenú, la fabricante de embutidos. La empresa, parte del gigante Grupo Nutresa, tiene permitido extraer hasta 2,25 millones de metros cúbicos al año, y por ellos, además, paga una tarifa irrisoria de US$ 0,006 por metro cúbico.
Y ese es el panorama a baja escala, porque en una megaciudad como Ciudad de México, donde viven 9,2 millones de personas, 550 barrios se quedan sin agua al menos un día a la semana. A comienzos de año, la escasez de lluvias llevó a pensar en que la ciudad llegaría al ‘día cero’ en que se quedaría sin el recurso vital. Pero nunca cerraron –ni cierran– el grifo las 34 fábricas de alimentos ultraprocesados que extraen por año 9,13 millones de metros cúbicos del acuífero de la ciudad —el mismo que abastece a más de dos terceras partes de los capitalinos—. Y eso es solo en la capital. En todo el país, 582 fábricas de ultraprocesados sacan agua de acuíferos deficitarios donde está prohibido entregar nuevas concesiones.
América Latina tiene una de las mayores reservas de agua dulce del mundo, pero aún así sufre altos niveles de estrés hídrico porque su demanda supera la cantidad disponible. En el subcontinente, México, Argentina, Brasil, Chile y Perú presentan las situaciones más preocupantes.
Ante este escenario, las empresas de ultraprocesados desempeñan un papel poco documentado en el mercado latinoamericano del agua. Por eso, para esta investigación trasnacional, CONNECTAS logró identificar la ubicación exacta de 1.142 concesiones otorgadas a estas industrias en Argentina, Brasil, Colombia y México. En esos lugares tienen permiso para extraer al año más de 258,4 millones de metros cúbicos de agua, con la que fabrican productos ultraprocesados como galletas, snacks, gaseosas, jugos y bebidas azucaradas, yogures endulzados, helados y salsas.
Esta cifra puede ser mucho mayor, si se tiene en cuenta que, por ejemplo, en Colombia solo obtuvimos la información de 22 de 33 autoridades ambientales. En Argentina, hasta el cierre de esta historia, solo Mendoza había respondido a las solicitudes de información pública sobre las concesiones de agua para esas industrias.
En todo caso estas concesiones, como en Itabirito, muchas veces producen, en las zonas donde operan, impactos sociales y ambientales que no se compadecen con lo poco que pagan las empresas por el recurso. En promedio, en México pagan un estimado de US$ 0,99 por cada metro cúbico de agua, de acuerdo con las concesiones que obtuvo esta investigación. En Colombia esa cifra baja a sólo US$ 0,01 en promedio. Mientras que en Brasil casi un tercio de las concesiones de ultraprocesados son gratuitas. En total, lo que pagan las industrias por el agua no representa ni el 1% de sus ingresos operacionales.
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