25N: un llamado a la reflexión y la acción contra la violencia de género
*Esta nota fue realizada por Zona Docs, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
En el marco del #25N, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Red #YoVoy8deMarzo junto a colectivas, artistas y restauradoras participaron en una jornada de “Arte y resistencia contra la violencia”.
Las actividades incluyeron talleres, la limpieza y restauración de la Antimonumenta y la pinta de un pisal.
Texto y fotos por Aletse Torres / @aletse1799
En 1999, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidad (ONU) declaró el 25 de noviembre como el Día Internacional contra la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Nombrado por las colectivas y redes feministas como #25N, se ha convertido en una fecha clave para la reflexión, la acción y la visibilización de los contextos que vulneran la vida de millones de mujeres.
En México, la violencia de género sigue siendo una de las problemáticas más graves, los feminicidios, las desapariciones y otras formas de violencia machista y feminicida atentan contra la vida de las mujeres y las disidencias.
En el marco de esta fecha de reivindicación y protesta, la Red #YoVoy8deMarzo convocó a una jornada de “Arte y resistencia contra la violencia” que incluyó una serie de actividades artísticas con el propósito de construir un espacio de encuentro, reflexión y resiliencia, no solo para visibilizar las violencias, sino también recordar la importancia de la ternura, la organización y la resistencia cotidiana.
A través de una serie de talleres realizados en la Plaza Imelda Virgen, donde se encuentra instalada la Antimonumenta en honor a las víctimas de feminicidio, lxs participantes buscaron rendir homenaje a las víctimas y sus familias, al mismo tiempo que generaron espacios de conversación sobre las violencias que atraviesan no solo a mujeres, sino también a las disidencias sexo-genéricas, personas trans y otras identidades de género.
“Este encuentro, tras una pandemia que dejó huellas profundas en nuestra sociedad, no solo tuvo que ver con la rabia que nos provoca la violencia, sino también con el gozo, la ternura y los abrazos que implica la resistencia. La colectividad es fundamental, y hoy más que nunca necesitamos encontrarnos para seguir visibilizando y resistiendo”, comentó una integrante de la Red.
Para las colectivas, el #25N no sólo es una fecha simbólica, sino un llamado a la acción. Por ello, buscan seguir construyendo un futuro en el que las mujeres, las disidencias y todas las personas que sufren violencia de género puedan vivir con seguridad, integridad y justicia.
“No solo se trata de hablar de las violencias, sino de buscar soluciones, de transformar nuestra realidad a través de la lucha, la colectividad y el apoyo mutuo”, concluyeron.
Un proceso continuo de restauración y resignificación
La Plaza Imelda Virgen en Guadalajara alberga un recordatorio de memoria y lucha contra la violencia de género en Jalisco: la Antimonumenta en honor a las víctimas de feminicidio.
Esta fue instalada el 25 de noviembre de 2020 por integrantes de la Red #YoVoy8deMarzo y familiares de víctimas. Como parte de la jornada de este año un grupo de restauradoras dedicó sus saberes a restaurar la escultura que se ha visto marcada naturalmente por el paso del tiempo, la exposición a la intemperie y por las expresiones de protesta que suelen convocarse en torno a la pieza.
Esta es la segunda vez que se realiza una intervención de este tipo; la primera restauración se llevó a cabo un año después de su instalación. La restauración, más allá de un simple trabajo de “despegar stickers” simboliza un acto político y un reflejo de los procesos sociales que siguen exigiendo justicia.
Nicole, quien participó en esta actividad, destacó que los trabajos de restauración no tienen un inicio ni un fin concretos. “Son procesos continuos que responden a las demandas sociales y a la necesidad de mantener visibles las luchas”, afirmó.
Para ellas, es una forma de restaurar la memoria histórica. La intervención de este monumento, que está en el espacio público, responde al compromiso de visibilizar las violencias que, de otra forma, podrían ser silenciadas por el Estado.
“Es un lienzo en el espacio público, un soporte para que las personas se expresen, está ahí, visible para todos, recordándonos que México lleva una historia de desaparición forzada y violencia de género”, concluyó la activista.
Fortaleza y resistencia: el simbolismo detrás del mural
A la 1:00 de la tarde, integrantes de la red y de la colectiva Sociedad de Pinceles tomaron sus brochas para construir un mural sobre el piso, también llamado: pisal. Este busca reflejar la lucha contra las múltiples formas de violencia que afectan a las mujeres, las disidencias y las comunidades vulnerables.
El mural, que se completó en unas horas, se caracteriza por sus elementos visuales cargados de simbolismo, entre ellos, manos levantadas, que denuncian la violencia, y rostros diversos que hablan de la pluralidad de las entidades afectadas.
Se usaron colores vibrantes como morado, verde y naranja, que aluden tanto a la lucha feminista como a la diversidad de las mujeres y disidencias. Además, se incorporaron flores como margaritas y orquídeas, junto con biznagas y cactus, que son símbolos de fortaleza.
“Las biznagas crecen en ambientes hostiles, resisten a la adversidad, y esa es la fuerza que queremos transmitir: la resistencia de las mujeres ante la violencia”, comentó Lobelia.
Uno de los enfoques principales del mural fue la violencia vicaria, que se ha convertido en un tema central en las discusiones sobre derechos humanos en México. La obra también hace un homenaje a las infancias y las mujeres palestinas, víctimas de violencia y guerra, reflejando la intersección de distintas luchas alrededor del mundo.
Y a través de sus imágenes, denuncia la violencia psicológica que afecta a muchas mujeres y disidencias en su día a día, y busca generar conciencia sobre la necesidad de protección y justicia.
Tanto para Lobelia como para el resto de las artistas del mural es, además, un acto de visibilización que invita a la reflexión.
“Queremos que este mural sea un recordatorio de que la violencia sigue presente, pero también que la resistencia está aquí y es colectiva”, finalizó Lobelia.
Sofía Virgen: “Restaurar la memoria es un acto político”
“Es importante seguir nombrando, seguir haciendo memoria. Este tipo de actividades no solo son personales, sino que también responden a un acto colectivo de seguir luchando por las familias de las víctimas y por todas las mujeres que siguen sufriendo violencia”, afirmó Sofía Virgen, quien, a lo largo de los años, ha estado comprometida con la visibilización de la violencia de género y la búsqueda de justicia para su hermana Imelda Virgen.
El caso de Imelda Virgen, cuyo feminicidio cometido por su ex pareja fue finalmente reconocido como feminicidio en 2022, simboliza una de las muchas luchas que han enfrentado las familias de víctimas de feminicidio en Jalisco.
En 2012, Imelda fue asesinada, y no fue hasta 2022, después de una década de batallas legales, que las autoridades judiciales modificaron la sentencia, reconociendo que su asesinato fue cometido por razones de género. El principal victimario, su ex pareja, y sus cómplices fueron sentenciados a 73 años y cuatro meses de prisión.
De enero de 2015 a agosto de 2024 se han registrado 798 feminicidios de mujeres de entre 0 y 17 años en México, una cifra que subraya la persistente crisis de violencia de género en el estado.
A pesar de los esfuerzos de las familias y colectivos feministas, las sentencias definitivas siguen siendo un desafío, y el reconocimiento de los feminicidios sigue siendo parcial y lento.
Y es que su lucha no solo es una batalla contra la impunidad, sino también contra la violencia institucional que perpetúa el sufrimiento. La falta de reparación integral y el lento avance en los casos son formas de violencia que, aunque no siempre se ven, afectan profundamente a las víctimas y a sus familias.
Para Sofía, el reconocimiento de la violencia institucional, disfrazada de sentencias incompletas y procesos judiciales interminables, resalta la urgencia de cambiar el sistema, para que no solo se sancione a los responsables de los feminicidios, sino también para que se ofrezca a las familias la justicia que merecen.
En este contexto, la restauración del espacio de la Antimonumenta en la Plaza de Imelda Virgen es una reafirmación del compromiso de seguir visibilizando las luchas feministas y sus formas de resistir y persistir contra un sistema patriarcal.
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