«Necesitábamos que se investigara con énfasis la contrainsurgencia. No fue así»: Comité Eureka

«Necesitábamos que se investigara con énfasis la contrainsurgencia. No fue así»: Comité Eureka
Foto: Cortesía

*Esta nota fue realizada por Pie de Página, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.


En entrevista, el Comité ¡Eureka!, la organización pionera en la búsqueda de la verdad y la justicia para las víctimas de la contrainsurgencia en México, reflexiona sobre el el Informe del Mecanismo de Esclarecimiento Histórico. Sus miembros insisten en la consigna que les ha acompañado por años: «Vivos se los llevaron, vivos los queremos»

Texto: Alejandro Ruiz

Fotos: Cortesía del Archivo Histórico del Comité ¡EUREKA!

CIUDAD DE MÉXICO. – El 16 de agosto, el Mecanismo para la Verdad y el Esclarecimiento Histórico de las Violaciones Graves a los Derechos Humanos cometidas de 1965 a 1990 presentó una colección de su informe final. La titularon: Fue el Estado.

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El documento, de 5 tomos, amplía el número de víctimas de la represión hasta ahora conocidas durante la mal llamada Guerra Sucia, es decir, cuando el Estado mexicano implementó estrategias de contrainsurgencia contra la disidencia política y las organizaciones político-militares, y que, a decir de ésta colección del Informe, sirvió como base para la comisión de graves violaciones a los derechos humanos en contra de otros grupos de víctimas.

Las conclusiones de la colección Fue el Estado generaron controversia, no sólo entre los integrantes del Mecanismo, sino también con los colectivos de víctimas. Una de las voces que ganó peso en este debate fue la del Comité ¡Eureka!, la organización que desde la década de los 70 ha luchado por la presentación con vida de los desaparecidos-políticos en el país, y a quienes debemos, en gran parte, la apertura de procesos que investiguen los crímenes del pasado en contra de la disidencia política.

En entrevista con Pie de Página, Jorge Gálvez, Claudia Piedra Ibarra y Laura Gaytán Saldívar, integrantes del Comité ¡Eureka!, reconstruyen la historia de la Comisión que se propuso llegar a la verdad, pero que para ellos, no lo logró.

Integrantes del comité Eureka realizaron un homenaje su fundadora Rosario Ibarra de Piedra, en la rejas de la Catedral Metropolitana. Foto: Moises Pablo / Cuartoscuro

Saldar una deuda pendiente

El 7 de octubre de 2021, el presidente López Obrador anunció la creación de la Comisión para el Acceso a la Verdad y el Impulso a la Justicia de las violaciones graves a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990. Se planteó como objetivo: la investigación, seguimiento, fiscalización, proposición y emisión de informes relacionados con los hechos de violaciones graves de derechos humanos durante ese periodo de tiempo.

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Pero en la memoria colectiva hay un hecho fundacional de esta comisión, cuando el 23 de octubre de 2019 Rosario Ibarra de Piedra, fundadora del Comité ¡Eureka! en 1977, rechazó, de manera pública, recibir la medalla Belisario Domínguez que el Senado y el Presidente le iban a entregar.

En su mensaje al presidente, Claudia Piedra Ibarra, hija de Rosario, habló en nombre de su madre. Y fue tajante:

«No quiero que mi lucha quede inconclusa. Es por eso que dejo en tus manos la custodia de tan preciado reconocimiento. Te pido que me la devuelvas junto con la verdad sobre el paradero de nuestros queridos hijos y familiares, y con la certeza de que la justicia los ha protegido con velo protector”.

A partir de aquel momento, el gobierno Federal sostuvo reuniones con expresos políticos, exmilitantes de las distintas organizaciones guerrilleras de ese periodo y familiares de guerrilleros como Lucio Cabañas, Genaro Vázquez y del movimiento armado que tomó el cuartel Madera, en Chihuahua, en 1965. El objetivo: diseñar la comisión y sus alcances.

En esas reuniones, representando al Comité ¡Eureka!, participó Laura Gaytán, hermana de Óscar Javier Gaytán Saldívar, detenido desaparecido el 4 de septiembre de 1974 en el estado de Morelos. Laura también es sobreviviente de desaparición forzada, rescatada por Eureka, en ese entonces llamado Comité Pro Defensa de presos perseguidos desaparecidos y exiliados políticos.

«Yo personalmente, representando al Comité ¡Eureka!, estuve en tres ocasiones en las actividades convocadas por el presidente de la República y por la Secretaría de Gobernación en el contexto de la creación de la Comisión de la Verdad y de la promulgación del Decreto», recuerda Laura.

«En esos encuentros con el ciudadano Presidente, y con el entonces subsecretario de Gobernación, Alejandro Encinas, ellos declararon que el decreto iba dirigido a la verdad, la justicia, la memoria, las garantías de no repetición de este momento histórico del país. Era la deuda pendiente que el señor presidente tenía con todas las madres, con todos los familiares, con todas las víctimas de la mal llamada Guerra Sucia (…). Era una iniciativa aparentemente tan generosa, tan humanista de querer en un tiempo demasiado restringido llegar a una verdad histórica y al paradero de nuestros familiares».

Las cosas, sin embargo, dieron un giro tres años después.

«No queremos la simulación»

Foto: Cortesía del Archivo Histórico del Comité ¡EUREKA

El 22 de junio de 2022, desde el Campo Militar 1, durante la ceremonia que dio banderazo a las actividades de la Comisión, el Presidente, acompañado del titular de la Sedena, el General Luis Crescencio Sandoval, dijo: «No queremos que esto quede en la superficie, no queremos la simulación. Queremos ir a fondo con la participación de todas y de todos. Que hagamos ese compromiso, porque es lo mejor, porque eso nos alivia a todos».

El acto fue controvertido, no sólo porque el Ejército mexicano pidió incluir a los soldados caídos en el memorial de víctimas en medio de las protestas de quienes vivieron la contrainsurgencia, sino también, por pequeños detalles que, para algunos, pasaron desapercibidos.

Jorge Gálvez, miembro del Comité ¡Eureka! desde su fundación, y actual director del Museo Casa de la Memoria Indómita, recuerda algo importante de ese día:

«Durante la apertura oficial de esta comisión el Ejército le cambió el nombre al Decreto, y puso ‘de los hechos ocurridos’. Omitió poner de las violaciones graves a los derechos humanos. Cuando el ejército puso esa oración, nosotros nos dimos cuenta que ahí caben otros espectros de graves violaciones a los derechos humanos. Si tú revisas esas señales que da el Ejército, es como si estuvieran diciendo: ‘Nos vamos a conducir de cierta manera‘. Los únicos que protestamos ante este acto fue el Comité y los grupos que han sido perseguidos, desaparecidos y asesinados. Los comisionados no protestaron».

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Al final, el nombre del Decreto no se modificó, gracias a las protestas, y la Comisión siguió su trabajo bajo la observación de las víctimas. Laura Gaytán recapitula:

«Los comisionados actuaron dándole una lectura a modo a los términos del Decreto, que dice graves violaciones a los derechos humanos, ampliando el abanico de investigación y de búsqueda de estas violaciones. Ese no era un un asunto que estaba previsto en el Decreto. Ninguno de los que estuvimos en ese proceso cercano a su generación visibilizamos que iban a hacer esta maniobra. Cuando la descubrimos la quisimos parar, y ya no fue posible. Una de ellas fui yo, el 10 de diciembre. Ahí los comisionados nos presentaron el programa, y ya hablaban de abarcar todas las graves violaciones a los derechos humanos».

A partir de ese momento, denuncia el Comité ¡Eureka!, la comunicación con los comisionados fue escasa. Las víctimas enviaron oficios, solicitaron información, pero los comisionados, recuerda Laura Gaytán, «enviaban informes mensuales muy restringidos, muy reiterativos, diciendo cuántos viajes hicieron, cuántas entrevistas, pero no nos decían nada sustancial. Nunca nos respondieron».

Dos años después, el 25 de junio de 2024, tres comisionados entregaron una colección del Informe final del Mecanismo a la Secretaría de Gobernación. Todo esto, dicen los integrantes del Comité ¡Eureka!, fue sin su conocimiento.

 

 

«Nos enteramos por la prensa, cuando publicaron la foto de los comisionados David Fernández, Carlos Pérez Ricard y Abel Barrera entrando a Gobernación con los documentos bajo el brazo. Esa no era la intención del Decreto, ni debió ser el trato que debimos haber recibido nosotros como principales afectados e interesados en en conocer de esta verdad», reclama Gaytán.

Semanas después, el descontento aumentó.

Foto: María Ruíz

Un informe sin el consentimiento de las víctimas

El 15 de agosto, los tres comisionados que elaboraron la colección Fue el Estado dieron a conocer el informe final a las víctimas, entre ellas las que se agrupan en el Comité ¡Eureka!

Laura Gaytán explica que el Comité ¡Eureka! envió oficios solicitando conocer el informe antes de su presentación. Esto, por la categoría tan amplia bajo la que se investigaban las graves violaciones a los derechos humanos, como habían criticado desde 2022.

«Hicimos varias varios pronunciamientos solicitando que antes de entregarlo a Gobernación se reunieran con nosotros para darlo a conocer, para discutir, para enterarnos qué era lo que con tanto celo custodiaban».

Jorge Gálvez precisa: «Nosotros entregamos varios oficios a Gobernación para que nos entregaran antes el informe. Tenemos el acuse recibo del 19 de julio, donde comprobamos que hemos estado insistiendo, por escrito, de manera formal, de que nos entregaran ese informe. Se lo dirigimos a la actual Secretaria de Gobernación, y le hicimos un reiterativo el 25 de julio».

Sin embargo, agrega, «ese documento nunca nos lo dieron, jamás lo vimos, pese a los acuerdos que teníamos de que lo debíamos revisar los colectivos que ahí está estuvimos trabajando».

«A mí me causa extrañeza que el 16 ya habían artículos con una amplia lectura de ese documento, cuando nosotros todavía no lo conocíamos. Ahí hay una falta por parte de los comisionados, concretamente del acuerdo de que nosotros debimos conocerlo antes y que, públicamente, íbamos a determinar cuándo se iba a hacer público. En ese incumplimiento incurrieron los cuatro comisionados: David Fernández, Pérez Ricart, Eugenia Allier y Abel Barrera. Eso fue una falta de respeto por parte de los comisionados».

Por estos motivos, los integrantes del Comité resaltan que no conocen por completo el contenido de la colección Fue el Estado. En la presentación que les hicieron los comisionados el 15 de agosto, acusan, sólo les dijeron el índice y una explicación somera del contenido. Sin embargo, desde ese momento, algo no cuadraba:

«El 15 de agosto, cuando se nos entregó el informe, el comisionado David Fernández dijo que era un ‘informe concluyente‘. Ahí mismo lo rebatimos, pues ese no es ningún informe final».

¿El motivo?, acusa el Comité, porque sigue habiendo desaparecidos y no se han esclarecido las graves violaciones a los derechos humanos contra las víctimas de la contrainsurgencia.

Se debió investigar la contrainsurgencia

Foto: Cortesía del Archivo Histórico del Comité ¡EUREKA!

La colección Fue el Estado presenta una amplia documentación de graves violaciones a los derechos humanos cometidas de 1965 a 1990. Reformula los alcances de la estrategia de contrainsurgencia aplicada a la disidencia política, pero también a otros grupos de víctimas. Sostiene la tesis de que, esta estrategia impregnó las prácticas de otros cuerpos de seguridad del Estado, y grupos paralelos, que aplicaron a todo grupo que consideraran potencialmente subversivo, o que también, desacataran órdenes y se rebelaran.

La otra colección, Verdades innegables, elaborada por el grupo de trabajo coordinado por la comisionada Eugenia Allier, habla específicamente de los casos donde el Estado mexicano aplicó la contrainsurgencia contra organizaciones político-militares. Ésta colección todavía no es pública.

Sobre la colección que ya es pública, Claudia Piedra Ibarra, hija de Rosario Ibarra, y hermana de Jesús Piedra Ibarra, desaparecido en 1975, comenta:

«Quisieron revolver la represión en general que había hacia diversos grupos que, en la historia, han sido reprimidos, golpeados y detenidos. Todo lo pusieron dentro de este abanico, cuando el Decreto se refería, en particular, a que la información que se tenía que recabar era sobre la represión dirigida directamente a la disidencia política».

Para ella, y el resto del Comité ¡Eureka!, esta visión incumplió con los objetivos del Decreto.

«Lo que nosotros necesitábamos, y de lo que hablaba el decreto, era que se investigara, precisamente, la represión sistematizada, planificada, con entrenamiento especial de las policías y militares en la contrainsurgencia, aplicada contra la disidencia política, contra los movimientos armados en este país. Movimientos que también tenían injerencia en grupos campesinos o en grupos de obreros».

Esta posición, aclara, no niega que los otros conjuntos de víctimas (donde también se incluyen militares y policías que desobedecieron órdenes de superiores) hayan sido reprimidas. De hecho, añade Laura Gaytán, precisamente por estas prácticas, ella y su familiar decidieron tomar las armas:

«Se organizaron , sensibles, molestos, dolidos, conscientes de todas esas graves violaciones a los derechos humanos que ellos (los comisionados) ahora piensan que descubren como si fuera el hilo negro».

Laura Gaytán

Al respecto, Claudia Piedra Ibarra reflexiona:

«Obviamente las policías siempre han actuado así a lo largo de la historia. Lo hemos visto. Sí agarran a una persona por racismo, por ser afrodescendiente, por quererla extorsionar o por ser homosexual. Obviamente son grupos vulnerables, sí, pero la represión en su contra no era la misma que se aplicó contra la disidencia política, y esto era lo que debería haber investigado la Comisión de la Verdad: los actos de contrainsurgencia planificados y específicos. La Comisión no cumplió con esto».

Claudia Piedra

«Antes de ser memoria deben ser escenas del crimen»

Integrantes del comité Eureka realizaron un homenaje su fundadora Rosario Ibarra de Piedra, en la rejas de la Catedral Metropolitana. Foto: Moises Pablo / Cuartoscuro

Desde los años 70, el Comité ¡Eureka! exige la presentación con vida de los desaparecidos. Lo hicieron en sus mítines, encadenados a la Catedral, o con pancartas marchando por todo el país.

Por eso, Claudia Ibarra dice que no esperan menos de una Comisión por la Verdad.

«Siempre lo hemos dicho, y lo seguimos repitiendo: la meta siempre ha sido encontrar a los desaparecidos, saber la verdad de su paradero antes que nada. Hay que hacer justicia, por supuesto, porque eso te va a garantizar la no repetición del crimen. Aunque tampoco podemos decir que si se hace justicia se va a garantizar la no repetición, pues mientras las policías políticas sigan existiendo, eso no será posible. «.

Y añade: «No se puede tomar este informe como algo relevante, si no da, siquiera, un indicio de dónde está un desaparecido de dónde quedó, qué pasó. No tiene ninguna validez si no se consiguió el objetivo que nosotros buscamos. No podemos aceptar otra cosa. Hay mucho diálogo, muchas cosas, pero no ha habido una investigación concreta para esclarecer estos crímenes, y eso es lo que nosotros estamos pidiendo».

Para alcanzar este objetivo, el Comité ¡Eureka! plantea que, el Estado mexicano, antes de crear sitios de memoria (como también lo mandató el Decreto) debió iniciar una investigación criminal por desaparición forzada en todos los lugares de detención clandestina: campos militares, bases navales y aéreas, así como otros lugares que también funcionaron como cárceles clandestinas.

«Antes de ser sitios de memoria, tienen que ser escenas de un crimen. Así tienen que ser investigados: como escenas de crímenes, y ver qué rastros hay ahí, qué se puede encontrar, quiénes estuvieron, o si hubo testigos», añade Claudia.

Un caso que demuestra este descuido, recuerdan los integrantes del Comité ¡Eureka!, son las Islas Marías, convertidas en 2022 como un sitio turístico bajo la administración de las secretarías de Marina, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Turismo y Cultura.

«En las Islas Marías dispersaron a los que estaban ahí detenidos. No hubo forma de entrevistarse con ninguno de ellos, y ellos son testigos de todo lo que pasaba ahí. Unos fueron liberados, otros enviados a otras cárceles», argumenta Claudia. Y Jorge Gálvez añade: «Ahí hay desvanecimiento de pruebas, destrucción de pruebas».

Además de esto, la ausencia de la Fiscalía en el proceso de investigación fue otro factor que, para el Comité, demuestra que «realmente no ha habido el interés por esclarecer los crímenes».

Laura Gaytán, recapitula:

«Fue muy notoria la ausencia de la Fiscalía en el proceso que se fue llevando. Siempre estuvo ausente, sólo se hizo presente hace unos 8 meses. Yo pienso que fue en respuesta a dar seguimiento a la recomendación 98VG/23 de la CNDH, pero el tema de llevar a juicio, de abrir carpetas de investigación, de vincular expedientes estuvo ausente casi todo este tiempo. La ausencia de la Fiscalía fue una señal muy notoria de que no había toda la voluntad política, ni la intención de todos los involucrados, de llegar, de una manera seria y responsable, al meollo de la situación».

Sobre este tema, el Comité ¡Eureka! recuerda que presentó una propuesta de ruta para encauzar los trabajos de la Comisión en este sentido. Se la presentaron el 20 de agosto de 2018 a Alejandro Encinas, recién nombrado como subsecretario de Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación.

Jorge Gálvez recuerda este episodio:

«Nos recibió en su oficina y le dimos una propuesta de lo que nosotros consideramos cómo debería de ser una comisión para para investigar y conocer la verdad. La propuesta era para discutirla. En ese documento, incluso, dimos un diagrama de barras en el que contemplábamos las reuniones que debiéramos de tener con el representante del Ejecutivo, de cómo iban a tener que hacer esos avances, la entrega de los informes, los perfiles de las personas que debieran de estar a cargo de esta investigación, entre otras cosas. Nosotros consideramos que fue un documento muy completo, pero no lo tomaron en cuenta».

La ruta que planteó el Comité ¡Eureka! consistía en, primero, integrar una comisión independiente del gobierno, elegida de una serie de personas que probaran experiencia en el campo, como exintegrantes de la Comisión que investigó el esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad en Argentina.

Después, señalan, una vez integrada esa comisión, avalada por las víctimas, comenzarían las investigaciones. Al concluir las investigaciones, las víctimas tendrían que validar los resultados, y si éstas conducían al paradero de una víctima, entonces entrarían ya los mecanismos y dependencias gubernamentales, como la Comisión Nacional de Búsqueda que, critica el Comité, «ahorita anda buscando restos. Sin embargo, si encuentran restos, pero no hay una investigación, nunca vas a saber cómo llegaron esos restos ahí».

«Era un proceso lógico, incluso para la Fiscalía, que proponíamos que tendría que ser también una Fiscalía Independiente», critica Jorge Gálvez.

Claudia Ibarra remata:

«La Comisión no cumple con el objetivo de una investigación real del crimen de la desaparición forzada. Aquí se fueron a recopilar información de archivos, y eso no es realmente una investigación criminal. Los archivos son una parte de la información, pero sólo una pequeña parte. Hay que hacer investigación de campo en los lugares de detención, pero una investigación real (…). No hubo ningún intento por judicializar la identificación de los criminales, o las búsquedas de las personas desaparecidas. Sobre esto no hay nada concreto, no se concluyen las investigaciones, no se concreta nada en cuanto al paradero de las personas, no hay nada en absoluto».

Foto: María Ruíz

«Vivos se los llevaron, vivos los queremos»

La consigna, enarbolada por el Comité ¡Eureka! desde los años 70, ha sido apropiada por cientos de colectivos de buscadores y buscadoras a lo largo de la historia de México.

Su razón de ser, también se debe al camino para alcanzar la justicia, la verdad y la garantía de no repetición.

Laura Gaytán reflexiona al respecto:

«Nosotros, desde un inicio, reiteramos que la búsqueda de nuestros compañeros debe de hacerse con la presunción de vida, porque vimos los llevaron, vivos los queremos. Eso no es nomás una necedad, ni una postura intransigente de nuestra parte; eso tiene que ver con dar puntual seguimiento a los principios rectores para la búsqueda de las personas desaparecidas dictados por Naciones Unidas: que la búsqueda tiene que hacerse bajo la presunción de que la persona desaparecida está viva, independientemente de las circunstancias de la desaparición, de la fecha en que inicia la desaparición y el momento de la búsqueda».

Sin embargo, añade, cuando le expresaron en las reuniones, generó burlas.

«Un alto funcionario de Gobernación hasta se burló de una manera inadmisible de este lema. Lo hizo con cierto sarcasmo, diciéndonos que ‘cómo se les ocurre si ya pasaron 50 años’. Nosotros le dijimos que, aunque pasen 100, no vamos a desistir en este empeño de que hasta que nos demuestre en dónde están nuestros familiares, se tienen que buscar con la presunción de vida».

Esta actitud, sumada a los obstáculos, denuncia el Comité ¡Eureka!, es lo que imposibilita alcanzar los objetivos planteados por la Comisión de la Verdad.

Sobre esto, además, se añade la incomprensión y desinformación que existe entorno a la desaparición forzada. Claudia Ibarra reflexiona al respecto:

«En todos estos años de lucha siempre se buscó hacer entender a la sociedad lo que era el crimen de la desaparición forzada» (…). La desaparición forzada afecta a todo el núcleo familiar, a todo el núcleo que rodea a esa persona desaparecida. Te afecta por la frustración que hay, porque al no saber dónde está, qué está pasando, qué le pasó, y conociendo cómo era la tortura, cómo era su sufrimiento constante, pues te afecta permanentemente, no te deja vivir en paz. Esa es, precisamente, una de las metas de la desaparición forzada: crear esa sensación en la familia con el objetivo de amedrentarla».

Si los criminales siguen sin castigo, no puede haber no repetición

Volvemos a junio de 2022, en el Campo Militar Número 1, que antes fue una prisión clandestina donde llevaron a los guerrilleros.

Ese día, el presidente López Obrador dijo que, la creación de la Comisión, era «un acto de reconciliación nacional que necesitamos. Tenemos que conocer la verdad, que haya justicia para que no se repitan actos oprobiosos, para que no vuelva a haber represión, autoritarismo, en nuestro país”.

Sobre esto, Claudia Ibarra recuerda un lema que decía su madre, Rosario Ibarra de Piedra: «Siempre lo hemos dicho, y lo dijo mamá muchas veces: nosotros no luchamos por venganza, luchamos por saber la verdad».

Sin embargo, añade:

«La impunidad siempre va a llevar a la repetición del crimen. Si los criminales siguen sin un castigo va a continuar el delito, se va a seguir cometiendo, como se siguió cometiendo en todos estos años pasados recientes. Nosotros primero queremos la verdad, y después la justicia, porque es inseparable».

Sobre la reconciliación y el perdón, Laura Gaytán, reflexiona:

«El tema del perdón es un tema muy controversial, está revestido de aspectos morales. Creo que nadie debe de aconsejar a nadie a perdonar nada. Que se perdonen ellos, porque los que cometieron las infamias, los crímenes de lesa humanidad, que ofenden a la humanidad entera, son ellos. Que trabajen su perdón, que se reconcilien con sus atrocidades y que sigan adelante con su vida. A nosotros lo que nos corresponde es luchar por la verdad encontrar a nuestros familiares».

Pero añade que, «mientras no haya justicia, es muy difícil transitar en un duelo interrumpido, como es el duelo de la desaparición forzada, porque el familiar no está vivo y no está muerto, y no se sabe dónde está. Es un acto de crueldad de los más infames que se le pueden infligir a una madre, a una hermana, a una esposa, a un hijo».

Su lucha, concluye, es incansable, y la justicia siempre devendrá de aquello que les motivó a tomar las armas:

«Nuestros familiares, nuestros compañeros, fueron víctimas de una política de Estado. Había una idea muy clara de hacer una guerra contrainsurgente porque éramos grupos que amenazabamos el status quo del poder existente en la época. Pretendíamos y luchábamos por una transformación y un cambio social que, para lograrlo, en aquella época visibilizábamos como única vía la lucha armada porque no había condiciones para la lucha abierta, la lucha de masas, la lucha política, la libre manifestación de las ideas.

«Creemos que seguimos por el camino de las utopías. Dentro del camino de las utopías está no claudicar en nuestro propósito, en nuestro empeño de saber la verdad y encontrar el paradero y el final último de nuestros queridos seres queridos y continuar con la lucha, porque esto no nos aparta de las ideas que nos llevaron hace 40 años a la toma de las armas, a la clandestinidad.

«Hemos seguido luchando y acompañando todos los movimientos sociales que se han generado estos años. Hemos estado en luchas campesinas, movimientos estudiantiles, sindicales, de colonos, de invasores, de ecologistas. Somos personas que no hemos claudicado. Nuestra lucha por la presentación de nuestros familiares nos ha hermanado. La solidaridad de la sociedad mexicana hizo posible que se decretara la ley de amnistía, impulsó a Rosario Ibarra a conformar el Frente Nacional contra la represión allá por los 80. Somos parte de un engranaje de movimientos sociales, de lucha, de esperanza y de cambio.

«Todo este movimiento de contrainsurgencia, y toda esta embestida, fue maquinada desde el Estado y ejecutada en una línea de mando que va desde el primer mandatario, que era el máximo jefe de las Fuerzas Armadas de entonces, hasta el último y más modesto policía. Había toda una intención de eliminarnos, de erradicarnos, de quitarnos de la faz de la tierra. Ese propósito se está cumpliendo hasta ahorita, porque hay cientos de compañeros de quienes todavía no sabemos de su destino».

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