Hoy no son cuetes, son balas
*Esta nota fue realizada por Zona Docs, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.
Durante la noche del martes 7 y la madrugada del miércoles 8 de noviembre, las y los habitantes de la delegación de San Gaspar de las flores en el municipio de Tonalá, Jalisco fueron testigos de una “balacera” entre civiles armados que “terminó” en la detención de dos personas y el decomiso de armas, según informó la policía municipal.
Con el reclamo: ¡merecemos vivir sin miedo!, esta crónica llama a reconocer que éste no es un hecho aislado de violencia en esta zona y, por lo tanto, que no debe dejarse pasar.
Por Estela Luna
Fotografía de portada Facebook “San Gaspar Mi Pueblo Mágico”
San Gaspar de las Flores
07-08 de noviembre 2023.
Quienes somos de San Gaspar de las Flores, sí acá en Tonalá, hemos desarrollado una tremenda capacidad para vivir entre los fuegos pirotécnicos. Celebramos, romanceámos, trabajamos y hasta dormimos con la -tracalera- de la fiesta patronal, los novenarios, las bodas, las mañanitas y los castillos en toda efeméride que nos inventamos.
Hace unos días inauguramos la Feria de la Flor (aquí producimos principalmente, flores de cempasúchil y cordón de obispo) con un desfile de catrinas, danza prehispánica, banda sinaloense, la banda de guerra de la secu, los altares… en fin, con todo el sincretismo y el son que nos gusta.
Hoy pasamos una noche de terror. Hoy las detonaciones no fueron cuetes sino balas. Más de una hora de fuego cruzado entre hombres civiles fuertemente armados y elementos de seguridad pública, nos dijeron que municipales y más tarde el ejército.
El hecho sucedió de un momento a otro, sin embargo, cuando nos detenemos a pensar van apareciendo los recuerdos de los vecinos siendo amenazados con armas largas en su negocio, los amigos del barrio asesinados a sangre fría y los desaparecidos, la primera balacera de este año en la que no supimos qué hacer, los sujetos armados que paseaban en moto durante los últimos dos días y otros sucesos dolorosos que ya no nos dejan decir tan fácil que “en Tonalá no pasa nada“.
Pronto nos dimos cuenta que el enfrentamiento más fuerte ocurrió cerca de la secundaria #171. En una zona caracterizada por el abandono: calles polvosas en terrible estado, alumbrado público precario, terrenos baldíos que fungen de basureros ante el deplorable servicio de recolección, canales de aguas negras… paisaje que nos congela en el pasado de una cotidianidad tan presente.
Más de una hora de movilización intensa que comenzó cerca de las 20:00 (del martes 7 de noviembre). Tiroteos que escuchábamos ir y venir, cerca y luego lejos, durante instantes que parecían interminables. Luego episodios intermitentes durante la madrugada. No sabemos quiénes son, pero lo sabemos. No sabemos qué armas son pero lo sabemos.
Es una crisis. Es la violencia que no cesa en el narcoestado dónde nos hemos habituado a vivir. Es un rasgo del sistema-mundo que se alimenta de muerte, el mismo que sigue perpetuando la desigualdad y normalizando la violación de los derechos.
Es la deshumanización, es la realidad de las periferias.
La balacera de ayer no es un hecho aislado. Es la violencia que no podemos permitir, pero que nos rebasa.
Es otro hecho que no debemos dejar pasar aunque todas, todes y todos queramos olvidar para dormir bien, despertar antes de que salga el sol e ir temprano al trabajo, a la escuela o a continuar los cuidados.
Por eso escribo ahora, así en plural. Porque acá, por donde sale el sol, merecemos vivir, celebrar, romancear, trabajar, salir y dormir sin miedo.
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