Fronteras y Migración. Tres exposiciones individuales
Caminar desde Haití, Cuba y Centroamérica cruzando México hasta llegar a los Estados Unidos de Norteamérica pareciera una odisea de la que sólo son capaces personas especiales, provistas de valentía, humanidad y necesidades poco comunes.
El amor por la familia, valores comunitarios, respeto por la naturaleza y la vida, la conservación de la lengua, tradiciones, costumbres, cosmovisiones y el trabajo enaltecen la humanidad que acompaña y motiva el andar de las y los migrantes vistos y no vistos en estas fotografías.
Sus raíces y ancestros resultan motivo de sobrevivencia; impulsan su andar hacia una frontera que violenta y deshumanizada, pasa factura ya que cobra con muchos meses de intereses.
La desgracia sorprende a cada paso, en cada esquina, en cada raite e incluso en la espera temerosa que esconde cuerpos, voces y hasta a los que se aprovechan de los “sin papeles”. Es inhumano el estado de “ilegalidad” que los y las convierte en materia de comercio, en mano de obra para el crimen organizado y finalmente en generadores de remesas si llegan al “otro lado”; como indocumentados son convenientes para el capital estadounidense que gobierna la ingobernable Centroamérica.
¿Quiénes son los beneficiarios de la migración ilegal hacia Estados Unidos?
Los intuyo pero no los veo. Yo únicamente he visto pueblos escapando de amenazas, secuestros y ejecuciones, familias desmembradas, menores con alas rotas, mujeres violentadas y hombres obligados a dar la vida por los que han dejado detrás y que tienen conciencia de los que vienen.
Volver a casa con la familia y recuperar lo perdido es quizás el sueño centroamericano, eso ya no se ve en estos tiempos, seguir vivos es ganancia.
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