A catorce años de de la masacre de Creel, la memoria resiste con más fuerza y con más víctimas
Por Patricia Mayorga en Raíchali
Foto: Cortesía
Hoy hace catorce años de la primera masacre que se registró en México, a partir de que el expresidente Felipe Calderón Hinojosa declaró la supuesta guerra contra el narcotráfico, y las familias de las trece víctimas asesinadas en Creel, municipio de Bocoyna, recordaron que se resiste con la memoria.
El sacerdote jesuita Javier El Pato Ávila Aguirre, quien llegó a la escena del crimen la tarde del 16 de agosto de 2008 para hacer la tarea de los peritos y del Ministerio Público, advirtió hoy en la misa de en conmemoración del crimen:
“Llevamos 14 años haciendo memoria y aquí seguiremos”.
Esta tarde, las familias y pobladores de Creel se congregaron en la parroquia de Cristo Rey para caminar hasta la plaza de la Paz, el memorial construido y creado para las trece víctimas.
A través de los catorce años que han pasado y de cuatro administraciones gubernamentales que han pasado, , las familias y los sacerdotes de la Tarahumara han recordado, que no le han respondido al pueblo, los gobernantes le han apostado al olvido y el pueblo, a mantener viva la memoria de cada víctima.
Cada 16 de agosto, en Creel recuerdan el acto vergonzoso por la incapacidad oficial, y al mismo tiempo la fuerza del recuerdo vivo de sus seres queridos que no se apagará.
Este año, la violencia golpeó fuerte de nuevo a la Sierra Tarahumara, con el asesinato de los jesuitas Javier Campos Morales (el padre Gallo) y Joaquín Mora Salazar, cuyos crímenes sumaron a la memoria que resiste en la región donde la violencia y la impunidad se ha enquistado, en la Sierra Tarahumara.
Los sacerdotes fueron asesinados en el altar de la parroquia de San Fransico Javier en Cerocahui, Urique, junto con el guía de turistas, Pedro Eliodoro Palma Gutiérrez, el 20 de junio pasado.
Ese mismo día, Noriel Portillo Gil alias El Chueco (quien está acusado de los tres homicidios), agredió a los hermanos Paúl Osvaldo y Jesús Armando Berrelleza Rábago, quienes fueron reportados como desaparecidos. Días despúes, apareció el cuerpo sin vida del primero.
Estos crímenes en Urique restregaron y recordaron al mundo, el abandono gubernamental que hay en la Sierra Tarahumara, donde episodios similares son cotidianos en cada municipio de la región.
El 16 de agosto de 2008, doce jóvenes y un bebé que estaba en brazos de su padre, fueron asesinados por un comando armado que ingresó a las que eran instalaciones de productos forestales de la Tarahumara (Profortarah), donde festejaban su participación en unas carreras de caballos. A partir de esa fecha, se han apilado historias de impunidad.
Las víctimas que cada año se recuerdan con más fuerza en Creel, son: Alberto Villalobos Chávez (28 años), Juan Carlos Loya Molina (21), Daniel Alejandro Parra Mendoza (20), Alfredo Caro Mendoza (36), Luis Javier Montañez Carrasco (29), Fernando Adán Córdova Galdeán (19), Cristian Loya Ortiz (22), Edgar Alfredo Loya Ochoa (33), Alfredo Horacio Aguirre Orpinel (34), Luis Daniel Armendáriz Galdeán (18), Óscar Felipe Lozano (19), Édgar Arnoldo Loya Encinas (1) y René Lozano González (17).
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