¿Cuántas veces te han dicho “loca” o “tóxica”? Gaslighting, una violencia normalizada
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“Sonríe y sé empática”, nos dice a diario el patriarcado. En este mundo, las mujeres no tienen derecho a expresar emociones o, al menos, no las que le incomodan a la sociedad: cuidado con mostrar enojo, tristeza o una pizca de inconformidad, corres el riesgo de que te llamen “dramática, exagerada, tóxica”, o “¡loca!”.
Históricamente, las mujeres han sido definidas como “buenas por naturaleza, seguras, inofensivas, protectoras y no dañinas”, cuenta la feminista Marcela Lagarde y de los Ríos en su libro “Los cautiverios de las mujeres”. En contraste, la sociedad ha determinado que también existen las locas: “Las suicidas, las histéricas, las solteras, las brujas, las monjas, las malas madres, las madrastras, las lesbianas, las menopáusicas, las estériles, las abandonadas, las políticas, las sabias, las artistas, las intelectuales, las feministas”.
Estos estereotipos han provocado que muchas de las violencias contra las mujeres sean justificadas socialmente e incluso normalizadas. Ese es el caso del gaslighting, un tipo de maltrato psicológico que busca controlar a la víctima hasta el momento en que se haga la crítica pregunta: “¿Será verdad que estoy loca?”.
De los manicomios al gaslighting
En 1687 José Sáyago de profesión carpintero fundó un centro psiquiátrico para mujeres en la Ciudad de México. La primera “loca” en llegar al lugar fue María de la Concepción prima de su esposa. Así, llevadas por familiares o incluso iniciativa propia el espacio llegó a tener 55 mujeres asiladas por sus ideas, que en esa época eran consideradas “trastornadas”.
Durante décadas las concepciones sobre las mujeres y la locura han sido motivo para encerrarlas, física y mentalmente. En la actualidad, esta realidad prevalece, solo es necesario verla.
¿Alguna vez te han dicho “loca”?, ¿eso ha provocado que dudes de tu cordura, seguridad y confianza? No es tu imaginación: has sido víctima de un tipo de violencia conocida como gaslighting, la cual se ha normalizado en las relaciones afectivas y puede llegar a destruir la percepción que una mujer tiene de sí misma.
El gaslighting es definido como una forma de manipulación y abuso psicológico: “Es una violencia sutil, muy normalizada, que ejerce un hombre a una mujer por su posición de poder. Con el gaslighting se invalidan emociones y sentimientos, comienzas a disculparte, a dudar de ti al grado de preguntarte: ‘¿Seré yo el problema?’”, contó a Cimacnoticias Erika Díaz, psicóloga integrante de la Red de Acompañamiento Psicológico para la Salud Integral (Redapsi), una red de especialistas que brindan psicoterapia con perspectiva de género a mujeres.
El término está incluido en el Violentómetro creado por el Instituto Politécnico Nacional (IPN), un instrumento que detalla las manifestaciones de violencia que pueden presentarse en las relaciones de pareja. En él se consideran acciones como ignorar, chantajear, hacer bromas hirientes y culpabilizar, los cuales pueden escalar hasta las agresiones físicas y en última instancia al feminicidio.
Esta agresión recibe su nombre por “Gaslight” o “Luz que agoniza”, una película de 1944 dirigida por George Cukor, en la que un hombre manipula a su esposa lentamente hasta hacerla creer que está volviéndose loca. El protagonista aísla a su víctima hasta dejarla sin redes de apoyo y poco a poco juega con su mente para obligarla a instalarse en un mundo casi irreal, de esta forma evita que ella descubra que él asesinó a su primera esposa. ¿Perturbador? Sí, pero nada lejos de la realidad.
“Eres exagerada”
“Dramática”
“De todo de enojas”
“Eres una tóxica”
“Deberías entenderme”
Si has escuchado una de estas frases, la alerta comienza a sonar: “No es normal la sensación de sentirte invalidada”, expresa la especialista Erika Díaz. Además, señala que, en este tipo de violencia, una mujer es agredida por sus acciones y se ponen en duda sus capacidades, comienza a internalizar dichas ideas e inicia la desesperación por querer solucionar el “conflicto” con ella misma; poco a poco se debilita y queda a disposición de su agresor, quien continúa incrementando los niveles de violencia.
Las consecuencias del gaslighting pueden derivar en ansiedad y depresión en las mujeres, inseguridad y ruptura de las redes de apoyo. Por ello, la psicóloga recomienda identificar las violencias y tomar acción si no te sientes cómoda, establecer límites y no disculparte por ser quién eres: “Ten diálogos contigo misma y las demás personas”.
Desde Redapsi –red que surgió durante la pandemia por coronavirus a fin de apoyar al personal médico de forma gratuita–, se recomienda tener charlas entre mujeres donde no se culpabilice a la víctima por permanecer en una relación donde es agredida; también se hace el llamado a que las mujeres expresen sus emociones sin temor ya que cualquier sentimiento es válido, contrario a lo que pueda considerar la sociedad educada bajo el mandato patriarcal.
Aun con los avances en la concientización sobre estas violencias, estas no dejan de incrementarse. Tan solo en lo que va del 2022, la violencia contra las mujeres se ha materializado en 15 mil 32 lesiones dolosas, 56 mil 224 víctimas de violencia familiar, cinco mil 315 violaciones y 857 asesinatos violentos, de los cuales solo 229 se investigan como feminicidio, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP).
De ahí la necesidad de identificar y visibilizar los tipos de violencia que viven las mujeres por más “mínimos” que parezcan pues, como el gaslighting, afectan en distintos niveles la integridad física y mental de quien los vive. Ante esta escalada de violencias, entender y exhibir el cautiverio emocional –avalado y perpetuado por la sociedad– permitirá a las mujeres ser, con libertad y sin culpa.
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