Cuando los derechos se vuelven privilegios. La cruzada de Poder Prieto contra el racismo
El 80% de la población en México tiene la piel oscura, aseguran integrantes de Poder Prieto, un grupo que busca reivindicar el color de la piel en una sociedad racista. De a poco se ganan espacios y luchas. Pero el eco aún no es lo suficientemente grande
Texto: Edith Victorino en Pie de Página
Fotos: Duilio Rodríguez
QUINTANA ROO.- Talía Loaria es actriz, mamá, cabaretera y activista; aunque ella se define como “artivista”. El cabaret es el espacio artístico donde siente que puede sembrar un poco de los cuestionamientos que han sido importantes para ella. A través de su trabajo, busca ayudar a que el mundo de sus hijos sea diferente para que puedan tener otra realidad.
Por eso, cuenta, se unió a Poder Prieto, un colectivo apartidista, formado por unas doscientas personas, entre escritoras, artistas, académicas, y profesionistas de distintas identidades y géneros. que tienen algo en común: las violencias que les han atravesado por el racismo.
“Somos un montón de personas rotas que nos estamos encontrando, tratando con esos pedacitos reconstruir otro mundo en el que quepamos”, dice, sobre la organización.
Estamos conscientes de las heridas y las cicatrices que nos ha dejado el racismo en nuestras vidas y que la representatividad nos abre o cierra oportunidades no solo en el mundo real, también en nuestra mente”.
Es marzo de 2022. Hablamos en un encuentro convocado por colectivos mayas para trabajar en la construcción de nuevas narrativas, desde la mayanidad. Estamos en Felipe Carrillo Puerto, el corazón de la resistencia de la guerra social maya.
Talía cuenta que Poder Prieto se hizo visible a partir del movimiento #BlackLivesMatter en Estados Unidos, una movilización que permitió visibilizar el racismo en uno de los países más influyentes del mundo
“Fue importantísimo y muy fuerte voltear a ver el racismo que sucede allá y hacernos conscientes que la comunidad prieta en México somos en 80 por ciento de la población y somos tratados como minoría. Nos vendieron la idea de que los derechos son para todas las personas y que al nacer los tienes, pero nos dimos cuenta de que eso no es cierto, que debería ser, pero el sistema no nos lo permite”.
—¿Eres prieta?—, le pregunto.
— Si, soy afrodescendiente. Mi madre es originaria de la Ciudad de México, hija de mi abuelo veracruzano, descendiente de esclavos de Guinea. Y siendo yo la persona más clara, que, por supuesto viví privilegios en comparación con mis hermanos quienes son evidentemente afros, no me escape de la violencia de mi abuela racista. Yo pensaba que la abuela a nadie trataba bien. Fue durante su velorio, platicando con mis primas, que descubrí que no era cierto y que a todo el mundo trataba bien excepto a mí y a mis hermanos, porque éramos los hijos de la negra.
Ponerle nombre a las violencias
Poder Prieto inició con un grupo de actrices y actores de la Ciudad de México y poco a poco se han ido incorporando artistas de diversos lugares del país. Su objetivo es eliminar la violencia racista-clasista que existe en los medios de comunicación.
Como resultado de su activismo, en 2021 se aprobó por parte del pleno del Congreso de la Ciudad de México un exhorto dirigido a la Compañía Nacional de Teatro, para que se garanticen una cuota de color, diversidad racial y género.
Al encuentro de Narrativas desde la Mayanidad han asistido poco más de 60 personas de diversos colectivos que presentan sus trabajos.
Es un día de intensa reflexión donde el sol no deja de hacerse presente. María Elena Ríos Ortiz, sentada en la orilla de una alberca y remojando sus pies narra su experiencia dentro del grupo:
“He aprendido en Poder Prieto a ponerle nombre a estas violencias. Yo no sabía que antes de que me agredieran era una mujer violada, no me percataba de ello en parte también, por pena, porque la mujer todo el tiempo tiene la culpa, la mujer siempre pierde y esto no solo lo vemos de una manera cultural, también en instituciones como la escuela. En mi caso, como mujer oaxaqueña, cargo un doble peso: primero me racializan, Oaxaca-india”.
“Este movimiento me ha permitido decir ¡hey, si existe! y ya lo estamos nombrando, pero, sobre todo existen personas que se suman porque dicen yo te vi y me identifico contigo. Eso es lo importante, que la gente se empiece a identificar y no te sientes sola ni solo”.
Elena está convencida de que lo importante del trabajo del grupo es el impacto que genera en las infancias.
Es el sentido de Poder Prieto. Cómo vas a reeducar, cómo vas a contar esas historias. Si nosotros proyectamos eso en los medios de comunicación, en la televisión, en el cine, en el concierto es un cambio importante. De racismo ya se ha hablado, pero como un secreto a voces”.
Habla desde su propia experiencia. En 2019 el hijo de un político oaxaqueño intentó matarla arrojándole ácido. El hombre sigue prófugo de la justicia, mientras ella ha tenido que salir de su comunidad, soportar señalamientos, prejuicios, campañas mediáticas en donde la revictimizan.
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Pero aunque la violencia machista es la más conocida de las violencias que la han atravesado, no es la única. A sus 29 años, Elena es una mujer cruzada por múltiples violencias clasistas, racistas y machistas.
“Pertenezco a la nación oaxaqueña, soy de la nación de la lluvia, Ñuu Savi de la región mixteca baja”, cuenta.
“Vengo de una comunidad muy chiquita, donde los niños no tenemos tantas cosas que hacer, o vas en las tardes a jugar fut, básquet o te vas a la banda municipal a aprender un instrumento. Yo crecí en una cabecera municipal, donde los niños de otras comunidades llegaban a estudiar y hablaban mixteco y me parecía algo extraño. Cuando le pregunté a mi mamá ¿por qué yo o usted no aprendimos mixteco si mi abuelito era de esos pueblos? me respondió, es que yo soy morena y tus tíos también y tu abuelo hablaba poco no le gustaba hablar sobre su origen. Para él la mejor decisión según su perspectiva era no enseñarnos porque si de por si éramos morenos, hablar mixteco iba a ser más doloroso, nos iban a humillar más.
Después tuvo que enfrentar el machismo: salir de la banda municipal a los 14 por ser mujer y “la más aplicada”; no poder ir a estudiar a otro lugar; acceder a espacios académicos y padecer acoso. Y finalmente, el intento de feminicidio que la dejó marcada para siempre.
“El vínculo con la música me ha servido muchísimo para sentirme libre”, dice ahora.
Y antes de cerrar la plática hace una recomendación: “Las mujeres deberíamos de ser rebeldes, luchar por lo que nos gusta, ser mujeres desobedientes, decidir qué es lo que queremos sentir, cómo lo queremos sentir, con quién lo queremos sentir. Yo soy desobediente, por eso me intentaron matar.
No caer en el ‘prietómetro’
Al actor Tenoch Huerta se le relaciona con el tema del racismo a partir de un mensaje que difundió en su cuenta de Twitter. El movimiento #BlackLivesMatter y la pandemia le habían permitido entender y reflexionar sobre el tema.
“Me empezaron a buscar para hablar de racismo. Actores morenos en su mayoría, me llamaron para decirme que era un pinche resentido, que era un pinche indio ignorante, que tenía que superar la conquista. A partir de ese momento tuve que intentar entender la teoría”, cuenta.
El actor abre la presentación sobre Poder Prieto en el encuentro con una definición: “Quien cuenta la historia es quien va a configurar el mensaje y es la manera en que lo vamos a recibir e interpretar”.
Insiste: “Una persona sin importar contexto, nivel económico o grado de estudios en términos formales no entiende qué es la racialización que te atraviesa (…) A nosotros nos llevó casi dos meses solo para saber quién es prieto y quien no. El reto era no caer en el prietómetro y para entender quiénes somos hay que identificar nuestros privilegios”.
— ¿Qué determina lo prieto?
—Lo prieto lo define lo opuesto a la blanquitud. La blanquitud no tiene que ver con el color de piel sino con el estilo de vida. Pero lo más importante son los sistemas de validación de la blanquitud como la acumulación de capital, acumulación de poder y dominio sobre cuerpos y territorios. ¿Qué es prieto? lo que no entra ahí, aunque todos somos partícipes (…) Lo hacemos todos de manera inconsciente, con nuestro actuar todos los días y los medios de comunicación constantemente nos están diciendo que la gente feliz es la gente blanca que tiene dinero, que solo siendo heterosexual se puede amar y se merece ser amado.
En el tema de los medios de comunicación se detiene:
Los medios me han puesto al frente, porque les encantan los caudillos. Pero eventualmente tendré que ceder paso a otras personas y seguir haciéndolo desde atrás”.
“Yo no elegí estar aquí (…) Yo solo puse un tuit y han vulnerado mi vida personal, ventilado las identidades de mi familia, he recibido amenazas de muerte, me han dejado de llamar a hacer proyectos en México, ya ni siquiera me invitan a los festivales de cine que siempre me invitaban. Recibo muchas violencias de parte de mis compañeros a quienes admiro y respeto, porque son mis referentes y sé que han hecho campaña activa para que me dejen de llamar a trabajar”.
— ¿Para quién eres incómodo?
—Para la blanquitud, para muchos actores y muchos prietos que ya llegaron y se acomodaron en un lugar. Cuando una persona ha sido oprimida toda la vida y le dices a esa persona que la han tratado mal y que la han racializado, la primera reacción, en el 90 por ciento de los casos, es decir “no es cierto”, “no, yo no”, porque ¿quién se quiere identificar con el oprimido?
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