Migrar y estudiar, la escuela en albergues
La educación para los niños, niñas y adolescentes migrantes enfrenta barreras que afectan y dificultan su continuidad; sin embargo, hay esfuerzos que abren el camino para que los infantes retomen su aprendizaje durante su movilidad
Texto y fotografías: Verónica Martínez / La Verdad
Ciudad Juárez– La puerta abierta del aula que se puede observar desde la cocina y los dormitorios del albergue para migrantes Alabanzas al Rey anuncia la hora de inicio de clases a las nueve de la mañana. Los niños y niñas, algunos usando ropa de diario y otros uniformes rojos, con el logo del Consejo Nacional del Fomento Educativo, corren hacía el aula con mochilas azules que fueron donadas por la UNICEF.
Los infantes exclaman ‘¡Maestra! ¡Maestra!’ al ver a Mariana Ortega acomodar 8 mesas y 12 sillas dentro de una pequeña aula con un área no más grande de 10 metros cuadrados. Los nombres de los niños y niñas migrantes que han pasado por la escuelita del albergue han quedado plasmados junto con ilustraciones sobre papel café multiusos que decoran las paredes del salón además de los afiches educativos que les recuerdan el abecedario y tablas de multiplicar.
“Ellos saben que están es su escuelita”, dijo Ortega. “Al inicio llegan niños tímidos, niños preocupados o hasta niños groseros y agresivos. Aquí poco a poco se adaptan al grupo y de cierta manera hago una clase en la que puedo distraerlos de los problemas que traigan de sus lugares de origen”.
Aileen, de 11 años, es una de las niñas que actualmente toma clases en Alabanzas al Rey. Su madre, Deisy, nota que ha mejorado en su escritura y al leer de forma más fluida. En su estado natal de Guerrero, cursaba clases en línea que interrumpió cuando ella, su madre y su hermano mayor, Kevin, huyeron al ser amenazados en el negocio de abarrotes de su familia.
A pesar de las dificultades y situación de movilidad, para Deisy es importante que sus dos hijos continúen estudiando.
“La educación es todo. Es fundamental”, aseguró Deisy. “Uno no puede dejar una herencia, pero puede hacer un sacrificio para que ellos tengan una carrera”.
En Ciudad Juárez, que desde finales del 2018 se convirtió en un punto de concentración masiva de migrantes, muchos de ellos con hijos en edad escolar, hay múltiples esfuerzos para que los niños, niñas y adolescentes migrantes (NNA’s) continúen con sus estudios. El acceso a la educación es una necesidad primordial en eventos de emergencia, así como la nutrición, el refugio, agua y saneamiento y la protección, dijo Paola Gómez, oficial de educación en UNICEF México.
Gómez mencionó que algunos de los retos para hacer accesible la educación a NNA’s es que el tema educativo queda como última prioridad tanto para los coordinadores y directores de albergues que se preocupan por cumplir con necesidades básicas como alimento y techo, pero también para los padres y madres que permanecen en la frontera de forma indefinida.
“Esta crisis migratoria que estamos viviendo en México es una emergencia entonces no podemos decir que primero garantizamos todo lo demás y luego vemos la educación”, dijo Gómez.
“LA EDUCACIÓN TAMBIÉN AYUDA A SALVAR VIDAS, TRANSMITE MENSAJES DE PROTECCIÓN, AYUDA A RECUPERAR RUTINAS Y AYUDA A QUE ESTOS NIÑOS RECUPEREN LA TRANQUILIDAD DESPUÉS DE UN PROCESO TRAUMÁTICO Y DURO”, ASEGURÓ.
Los esfuerzos de organizaciones internacionales como la UNICEF se han enfocado en mantener intervenciones educativas dentro del sistema de educación nacional que pueda ser comprobado y certificado.
“Imagina la frustración de cursar una educación sin valides que no les va a ayudar cuando crucen y si quieren quedarse en México que no comprueba que cursaron estudios aquí” dijo Gómez.
LA ESCUELITA EN MOVILIDAD
A pesar del beneficio de tener una educación certificada, adaptar a los niños, niñas y adolescentes migrantes a la educación pública también implica sus retos cuando los padres y madres aún tienen dificultades al adaptarse a las comunidades fronterizas en las que no saben por cuanto tiempo iban a permanecer, dijo Lucero De Alva, activista de la Organización Mundial por la Paz que ha impulsado programas educativos en diversos albergues para migrantes en Ciudad Juárez
“¿Cómo mandas a un niño migrante a la escuela pública si las madres no saben ni que camión tomar? Yo pensaba en los bailables del día de la madre y las cuotas anuales que se cobran en las escuelas públicas y en cómo se iban a pagar,” dijo De Alva.
De Alva consideraba que era mejor desarrollar programas de acompañamiento escolar en los albergues y en Alabanzas al Rey inició la primer “escuelita” para niños y niñas migrantes. A través del CONAFE, De Alva logró adaptar estos programas de acompañamiento escolar a un sistema educativo llamado ‘Aprendizaje Basado en la Colaboración y Dialogo’ que certifica a los alumnos en el sistema educativo nacional.
El programa educativo certificado ya se ha implementado en más de 200 NNAs migrantes en siete albergues de Ciudad Juárez, dijo De Alva, quien actualmente trabaja para expandir este programa a más espacios de acogida en Juárez y en el resto de la frontera norte.
La UNICEF identifica las razones que dificultan el acceso a la educación para los niños y niñas migrantes siendo entre ellas las barreras económicas, aún dentro de la educación pública en México. Para muchos padres y madres migrantes inscribir a sus hijos a la escuela implica gastos de transportes, cuotas escolares y compra de uniformes.
En algunos casos se solicita documentación que respalden los estudios cursados en su país de procedencia y en el caso de muchos padres, madres y tutores, son documentos que no trajeron consigo al salir de sus lugares de origen.
Además, tanto la UNICEF y De Alva mencionan ver un rezago educativo en los NNA’s migrantes y que algunos casos llegan a ser de casi un año. Ya sea por falta de recursos económicos de sus familias o por la violencia que se presenta en sus comunidades que los previenen de acceder a la escuela.
Israel y su familia salieron del estado de Michoacán hace seis meses buscando huir de la violencia generada por los carteles que afectaba la comunidad rural donde vivían. Esta misma violencia interrumpió la educación de su hija de nueve años, Dayana.
“Allá a veces los maestros no iban o no había clases porque cerraban las carreteras”, dijo Israel. “Yo decidí salirme por que uno ve muchos pleitos entre carteles. Son niños, pero ellos se dan cuenta, ven los autos con gente armada. Nosotros teníamos que salirnos para que ella no viviera tanta violencia”.
Además de los programas certificados por el CONAFE, la organización Casa Promoción Juvenil lleva un programa llamado Círculo de Aprendizaje de Escuela Nueva Activa (CAENA) en el que manejan habilidades digitales y de inglés, además de certificar a los participantes en sus respectivos grados escolares.
En el programa CAENA se han atendido a a 34 niños y niñas según datos brindados por la UNICEF.
ATENCIÓN HUMANITARIA EDUCATIVA
Ortega planea las clases que imparte cada mañana en Alabanzas al Rey de una forma didáctica para abarcar grados desde primero a sexto de primaria. La maestra sostiene un inmenso libro de cuentos con ilustraciones de animales.
“¿Tu mamá es una llama?” Lee con dificultad uno de los niños más jóvenes en el aula practicando su lectura mientras el resto de la clase repite en unísono. Para los alumnos mayores de 10 a 11 años la maestra asignó una actividad en la que tienen que identificar los elementos de la historia que acaban de leer.
“Es un reto porque tienes que apoyar a cada niño de diferente edad y diferentes rangos educativos”, dijo Ortega. “También la población siempre es flotante entonces varia la cantidad de niños.”
La maestra del CONAFE mencionó que los NNAs con los que trabaja en el albergue permanecen en clases entre uno a cuatro meses, pero es tiempo suficiente para que reciban una constancia que valida la continuaron con sus estudios y certifica el grado escolar que cursaron.
“Para mí lo mas importante es la certificación porque les ayuda de una manera inacabable cuando llegan a los Estados Unidos”, dijo De Alva. “Estos niños cuando llegan a inscribirse en una escuela llegan con un carnet y una certificación de los cursos que tomaron”.
Otro reto al atender a esta población en constante movilidad es que algunas familias no permanecen en un solo espacio de acogida más de un mes. La UNICEF considera importante aún dar una respuesta humanitaria en estos casos y ha diseñado actividades lúdicas que incluyen cuenta cuentos, actividades de literacidad y numeracidad de dos a tres sesiones.
“Sabemos que no vamos a poder hacer más si la gente va a estar por periodos muy cortos, pero por lo menos acercar algo a los niños”, dijo Gómez.
Más de 240 niños y niñas migrantes han recibido atención humanitaria de carácter educativo a través de los esfuerzos de UNICEF, dijo la oficial de educación.
Las familias de migrantes que llegan a Ciudad Juárez no permanecen más de tres semanas en el albergue temporal que esta ubicado en el Gimnasio Municipal Enrique ‘Kiki’ Romero, después de ese tiempo son transferidos a otros espacios en la ciudad o deciden volver a sus lugares de origen. Aún así, el albergue cuenta con un taller de regularización educativa, dijo el director de Derechos Humanos municipales Santiago González Reyes.
“Uno de los derechos básicos para los niños y las niñas es la educación porque están en la etapa de formación. Al estar pasando los días en inactividad pierden un tiempo valiosísimo”, dijo González.
En este taller se trabajan principalmente habilidades de lectura, numeración y trazos, explicó la maestra del taller, Adilene Torres, quien asegura que más de 440 alumnos han pasado por el taller desde su inicio en septiembre de este año.
Las clases se dividen en tres grupos por edades y más que enseñar a los menores habilidades y cursos nuevos, el taller sirve como un repaso de actividades que lograron hacer en las escuelas de sus lugares de origen.
Con muchos de los alumnos, Torres percibe que solo necesitan un par de lecciones para recordar que ya sabían leer, escribir sus nombres o contar hasta cierta cantidad.
“Es mas una oportunidad para que ellos recuerden que estuvieron en la escuela y que puedan aprender mientras estén en un albergue”, dijo Torres. “El objetivo es que ese aprendizaje se lo lleven a donde quieran que vaya y que ellos aun tengan esa esperanza de seguir estudiando a dónde se que lleguen.”
Al salir del albergue, los estudiantes del taller de regularización se llevan un kit de aprendizaje que incluye un cuaderno, un libro de colorear, y otros útiles escolares básicos. Torres les recuerda que en su cuaderno pueden seguir practicando sus trazos y recomienda estrategias que se pueden usar mientras sigan en movilidad.
“No te puedes ir de lleno en una materia cuando sabes que seguirán en movilidad por eso trabajamos mas en cuestiones emocionales y de imaginación para que a donde ellos vayan puedan lograrlo solitos”, dijo Torres que le recomienda a sus alumnos a repasar numeración al contar gente en la calle y escritura y lectura al recordar historias e ilustrarlas en sus cuadernos ya que aunque no estén en una escuela es importante que tengan una experiencia que se le asemeje.
Torres asegura que los programas de atención educativa no solo benefician a los niños, niñas y adolescente en movilidad si no también a sus padres y madres después de la difícil experiencia de la migración.
“Existe un estrés a nivel adulto y lo transmiten al niño, pero el niño hace exactamente lo mismo al tomar sus clases y su felicidad también es transmitida al adulto”, dijo Torres. “La escuelita no solo es un espacio para aprender si no también para que vuelvan a ser niños”.
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