Ley Estatal de Cambio Climático es letra muerta desde 2013: especialista
Sin fecha anunciada todavía, el gobierno de Puebla trabaja en la actualización de la Ley Estatal de Cambio Climático: un estatuto que existe desde 2013, pero que se ha tomado por letra muerta desde entonces.
Por Daniel Cruz Cortés en Lado B
La Ley Estatal de Cambio Climático lleva poco más de ocho años vigente en Puebla, no obstante, se queda corta al no contar con un marco reglamentario, sancionatorio y evaluativo. Esto la hace poco funcional y deja la puerta abierta para que se incumpla sin consecuencias claras, explica María Eugenia Ibarrarán Viniegra, Doctora en Desarrollo, Medio Ambiente y Territorio de la Universidad de Boston, a LADO B.
Apenas en 2021, el Gobierno de Puebla anunció que trabajaría la actualización de esa ley. Como primer paso, se solicitó al Consejo Técnico de Cambio Climático del estado —un órgano consultivo conformado por especialistas de distintas universidades poblanas—, un diagnóstico sobre dicho estatuto.
Ibarrarán Viniegra, quien también es investigadora de la Ibero Puebla, forma parte de este organismo y admite que al precepto le hacen falta reglamentos, programas, estrategias e indicadores que permitan atender de lleno la crisis medioambiental en la entidad y adaptar las normas a las condiciones actuales.
La ley actual es letra muerta
El estatuto está vigente desde 2013 y contempla la creación de tres organismos: el Sistema Estatal de Cambio Climático, la Comisión Intersecretarial de Cambio Climático y el Consejo Técnico de Cambio Climático. No obstante, su desarrollo ha transcurrido con gran retraso, ya que fue apenas en 2020 que se crearon los últimos dos.
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Ahí se propone que, en conjunto, dichos organismos tengan a su cargo la formulación, aplicación y vigilancia de las políticas públicas estatales de cambio climático, entre las autoridades estatales y municipales, con base en las necesidades de cada región y opiniones técnicas de especialistas con certificación en la materia.
Por ello, ante los preparativos de actualizar esa ley, Ibarrarán Viniegra sugiere que los marcos sancionatorios y reglamentarios de tal estatuto sean robustecidos; y que, además, se generen nuevas normativas en atención de tres ejes prioritarios: seguridad hídrica, contaminación del aire y manejo de residuos.
Urge regular el uso de aguas tratadas
De acuerdo con la Doctora Ibarrarán, una de las actividades que tiene que ser regulada con mayor urgencia debe ser el uso de aguas tratadas. Para ello, propone que se incorpore un esquema que fije la obligatoriedad de reutilizar el agua, principalmente por las industrias que utilizan volúmenes gigantescos del líquido.
“En Puebla no hay reglamentación [para] que las empresas tengan que utilizar agua de segundo uso [que atraviesa procesos físicos y químicos para eliminar organismos potencialmente contaminantes o tóxicos]. Pueden usar agua limpia [directamente] de la llave (…), porque es más barata que el agua tratada”, puntualiza.
Esto último es importante ya que, asegura, una cantidad considerable de agua utilizada en distintos procesos industriales puede tener otros usos, con ayuda de filtros, procesos y plantas de tratamiento de agua certificadas. El uso en exceso de grandes cantidades de agua limpia por parte de empresas solo contribuye a que las cuencas y mantos acuíferos se agoten con mayor rapidez.
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En ese sentido, la especialista espera que al dotar de mayores atribuciones y marcos reglamentarios a la Ley de Cambio Climático, los presupuestos e instrumentos crezcan a la par, para fortalecer los esfuerzos estatales contra el uso desmedido del agua sin tratar. La Doctora agrega que esas medidas deberían tener en mente “que contaminar tiene que salir muy caro”.
Ante contaminación del aire, contingencias ambientales
En Puebla parece común vivir con niveles moderados–altos de contaminación en el aire, principalmente ocasionados por los vehículos que circulan a diario en la entidad. Ante esta realidad, la Doctora propone la creación de una estrategia ante contingencias ambientales que incluya marcos reglamentarios que limiten o reorganicen el tránsito de vehículos, tal como ocurre con el ‘Hoy No Circula’ en el Valle de México, pero que sea aplicable únicamente en condiciones de crisis.
Este plan previsto para contingencias ambientales debe fijarse en la actualización del estatuto, y tendrá que garantizarse la vigilancia y el cumplimiento de su reglamentación, indica, especialmente porque Puebla se encuentra en una posición especial de vulnerabilidad ocasionada no solo por la contaminación de combustóleos, sino por el pobre tratamiento de desechos orgánicos e inorgánicos, y por la incidencia recurrente de incendios forestales.
Además, las contingencias pueden ser ocasionadas de forma natural; por ejemplo, cuando el Popocatépetl exhala ceniza. “Cuando exhala el volcán nadie sabe si sale, o no sale [de su casa], si va a la escuela, si no va a la escuela. No hay planes de contingencia. Hay que empezar a estructurar programas, penas y sanciones a quienes las infrinjan”, indica.
Explica que la carencia de un programa así provoca que los contaminantes permanezcan por un tiempo prolongado en la atmósfera, aumenta la contaminación del aire (que causa enfermedades respiratorias) y genera grandes volúmenes de gases de efecto invernadero (que calientan más la superficie atmosférica).
“Una de las cosas que pasa con el cambio climático es que hay mayor estabilidad atmosférica. ¿Esto qué quiere decir? Que hay menos corrientes de aire y todo se calienta y se apelmaza ahí (…) El calor hace que no se dispersen los contaminantes”, enmarca.
Más coordinación entre estados
La Ley Estatal de Cambio Climático es un buen precepto para atender la crisis ambiental, no obstante, el problema no se limita a lo estatal únicamente, admite Ibararrán. Por ello, asegura que aunque “la agenda climática no sea prioridad para el gobierno federal”, los estados pueden implementar leyes similares que permitan la cooperación y unificación de esfuerzos en la materia.
Así, otra de las propuestas de la especialista es que se creen convenios de forma interestatal para el cumplimiento y vigilancia de medidas regulatorias y sancionatorias para el correcto manejo de residuos, y deforestación; además de incentivar el uso de energías renovables, desarrollo de economías circulares y la creación de planes de seguridad hídrica.
“¿A nivel federal no quieren energías renovables? No nos importa, vamos a promover las energías renovables”, señala.
Dicho esto, recalca que esfuerzos como la Ley Estatal de Cambio Climático deben hacerse de forma integral y armonizada entre entidades federativas, principalmente porque los recursos naturales no reconocen divisiones geopolíticas y su cuidado impacta en la vida de millones de personas.
“Hay que trabajar con los gobiernos de Tlaxcala, Morelos, [porque compartimos] las cuencas [hidrológicas]; y las cuencas son las delimitaciones naturales de un recurso. Puebla está en las cuencas [hidrológicas y] atmosféricas de la Megalópolis, entonces, lo que pasa en Hidalgo, Querétaro, Tlaxcala, Morelos, Estado de México y Ciudad de México [nos afecta] y todo tiene que ver. Por eso tienen que haber políticas integrales y armonizadas”, insiste.
Por último, Ibarrarán Viniegra comenta a esta casa editorial que ve con buenos ojos que la agenda climática sea retomada por el Estado, y que la ley empiece —finalmente— a cumplirse; aunque reconoce que falta mucho por hacer. Espera que este tema sea un asunto prioritario, no solo en términos de presupuesto, sino también en los esfuerzos para vigilar su cumplimiento.
*Foto de portada: Marlene Martínez
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