El Cerro de la Estrella: la urbanización del último pulmón de Iztapalapa
Desde hace siete años un grupo de vecinos intenta frenar las invasiones que sepultan al Cerro de la Estrella bajo la mancha urbana. Tienen una orden de desalojo incumplida que se llevaría tres colonias en crecimiento y decenas de viviendas
Texto y fotos: Arturo Contreras Camero en Pie de Página
CIUDAD DE MÉXICO.- La cara sur del Cerro de la Estrella, insigne y cavernoso accidente orográfico al oriente de la Ciudad de México, está destinada a ser consumida por la mancha urbana, absorbida, devorada. Las invasiones que acechan esta zona exhiben la poca voluntad de varios gobiernos ante el problema. Desde 2015 un grupo de vecinos organizados bajo el Comité de Defensa del Cerro de la Estrella ganó un amparo que determina que no se podía escriturar ningun pedazo más de cerro y que se debía desalojar cualquier invasión nueva. Pero de poco ha servido.
De la orden pasaron seis años y el área de cerro que queda sigue reduciéndose gracias a nuevas invasiones. Por ejemplo, dos años después de haber obtenido la orden judicial, un grupo comandado por Los Gemelos, como ubican los miembros del Comité a los responsables de una de tantas invasiones, ocuparon una zona debajo de unas canchas de futbol entre las colonias Fuego Nuevo y Valle de las Luces.
“Desde que sacamos el amparo ya han venido varios, y hay otros tantos. A mí me tocó sacar a Los Gemelos, a ellos no los querían sacar cuando estuvo Dione Anguiano de jefa delegacional. Pero en esas fechas vino una representante de la ONU. Hubo un evento y ahí estaba la Secretaria de Medio Ambiente, Tania Müller, que no nos quiso escuchar, pero nosotras a grito abierto le dijimos que cuándo nos recibía, porque ya no se podía tener esto. La de la ONU sí nos escuchó y como Müller se dio cuenta, nos jaló para que nos atendiera su particular. Al tercer día estaba el desalojo”, cuenta una de las personas miembro del Comité que pide no mencionar su nombre. “Ahí lo que vimos fue que había una gran falta de voluntad política administrativa en la preservación del cerro”.
Hasta hace unos años, el límite de ocupación urbana tolerada era la calle La Gloria, en una colonia en formación al este de Valle de Luces. Sin embargo, estas calles poco a poco le ganan terreno al monte con cemento. En tramos, los caminos de terracería empiezan a desaparecer y se llenan de cemento.
Una historia de reducciones
Según el último plan de manejo del Área Nacional Protegida, parque Cerro de la Estrella, el área de reserva ecológica corresponde a poco más de 120 hectáreas. Originalmente, cuando se crearon las Áreas Naturales Protegidas, con el presidente Cárdenas, el terreno era de mil 168 hectáreas, pero de eso hace ya casi cien años.
Cuando la federación trasladó el manejo del Cerro al gobierno de la Ciudad de México, en 1999, el área que quedaba era de 143 hectáreas, que se redujeron en 2005 a 120. De esas, según un análisis hecho por los vecinos del Comité, quedan unas 90.
“Ahorita lo que nos preocupa es que en el Cerro, Clara Brugada (la alcaldesa de Iztapalapa) ya está dando el aval para que se sigan metiendo a construir. Dijimos pero por qué, si ya hay un amparo que está a favor, desde ahí cae en desacato, ella debe desalojar, pero no le interesa”, acusa Claudia Fuentes, integrante del Comité en defensa del Cerro.
Actualmente, en casas de lámina bardeadas con pedazos de muebles desechos con gallinas que corren por la tierra de sus patios, en el cerro viven unas 40 o 50 familias, según los vecinos del Comité. Ellos son la punta de lanza de un proceso de urbanización paulatino e implacable que se va comiendo el cerro por extractos a lo largo de los años ante la mirada y beneplácito de las autoridades.
“Primero llegan los invasores. Construyen algo, después, alguien dice: yo tengo papeles de que ahí soy dueño, aunque sean clandestinos o se hayan sacado malamente desde la delegación. Con eso empiezan a meter drenaje y luz y entonces ya empiezan a regularizar”, resume Claudia.
“Al principio dicen que están por necesidad, que les van a hacer casas de vivienda social, pero después cambian a las familias y empiezan a aparecer los grandes edificios de hasta cuatro pisos. Es lucro de vivienda. Pero las autoridades no quieren sacarlos, porque los usan para el voto político”.
Algunas de las personas de este Comité de defensa aún tienen fe en las reuniones que han tenido tanto con la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, como con personal de la alcaldía de Iztapalapa, pero otros, opinan que el cambio en el marco normativo de la planeación urbana de la ciudad que está sucediendo podría ser la oportunidad perfecta para terminar de urbanizar lo que queda de estas 90 hectáreas.
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