Contra el cáncer de mama, entre más manos mejor
Fabiola, Estefania y Alejandra son el ejemplo de mujeres valientes que practican la acción “APOYAR” y hablan sobre el proceso vivido en la compleja carrera de resistencia llamada cáncer de mama
Texto y fotos: Isabel Briseño en Pie de Página
CIUDAD DE MÉXICO.- “Entendí que tuve que pasar por este proceso para aprender que la belleza no está en el exterior. La belleza se la van a comer los gusanos, lo que tu puedas dar a las demás es la satisfacción que se queda”.
Son palabras de Fabiola Ledesma, una “ayudadora”. Mujer, madre, esposa, pero sobre todo, amiga. Licenciada en Ciencias de la Comunicación, coach ontológica y terapeuta holística, está certificada en la Asociación Mexicana de Instituciones Bursátiles, como asesora en inversión.
Fabiola, de 43 años, fue diagnosticada como paciente de cáncer en el 2019 sin tener antecedentes genéticos. Pasó por tratamientos y estudios como quimios, radios y la mastectomía. La promesa de una maravillosa reconstrucción mal supervisada le dejó secuelas como quemaduras de segundo y tercer grados, necrosis en la piel, dolores muy intensos e incluso la imposibilidad de poder mover sus brazos durante tres meses y con ello la incapacidad para realizar tareas básicas de cuidado personal. Tras las cinco cirugías a las que se tuvo que enfrentar en donde le intentaron salvar las prótesis, Fabiola decidió ya no continuar. Hoy se dice agradecida por haber perdido sus dos senos y no sus dos ojos o sus dos brazos o sus dos piernas.
Desde hace ya 10 años, Fabiola colabora como voluntaria ya sea dando talleres de educación financiera, valores o hasta colaborando en un rally por la paz. Su primer acercamiento fue en el hospital infantil psiquiátrico de Tlalpan, después ayudando a mujeres en estado de indefensión económica y recientemente preside la Asociación Cáncer de Mama México que surge durante la necesidad de transmutar el dolor.
Volando a vivir integralmente
En la atención a las mujeres con cáncer de mama, ellas tratan de cubrir todos los frentes, desde el físico, mental, espiritual, emocional y en ocasiones hasta el económico, cuando se apoya alguna de las integrantes que no cuenta con recursos para cubrir los innumerables gastos. “Entre nosotras nos ayudamos”.
Hace falta mucha información y la ayuda no está en las grandes asociaciones porque lamentablemente están saturadas y entrar tiene un costo económico. La falta de sensibilización por parte del personal médico también es otro enemigo de las mujeres que requieren un servicio integral.
“Una no está obligada a saber todo esto y te pones en las manos del médico”, dice Fabiola.
El dolor tan fuerte que significa la pérdida de una parte del cuerpo requiere un acompañamiento completo y cada servicio tiene un costo en esas grandes asociaciones en las que, inclusive, las pacientes deben firmar un pagaré para recibir la ayuda.
El primer equipo se formó por amigos que Fabiola ganó durante su proceso. Un oncólogo, una psicóloga, una nutrióloga, una fisioterapeuta, una terapeuta holística integrativa, otra psicóloga clínica y una psicóloga tanatóloga, quienes de inmediato dijeron sí a la hora de ser convocados para aportar sus conocimientos a la comunidad de mujeres que día a día incrementa. Al equipo se han sumado personas de otros países, como una coach argentina que comparte pláticas para los familiares de los pacientes oncológicos y un diseñador que contribuye con grandes ideas que recientemente están ayudando a recaudar fondos económicos.
Para las pacientes, todo es sin costo: la información que queda grabada en videos en la página, las prótesis o medicamentos, el préstamo de cascos fríos que usan para aminorar el impacto de las quimios en el cuero cabelludo, las clases de yoga y la asesoría legal que otorga una abogada.
El acompañamiento y las actividades se promueven todo el año porque el cáncer no tiene nada de rosa y mucho menos dura un sólo mes, los 365 días del año se requiere del cobijo pero también de la atención: “el cáncer pide que te voltees a ver a ti y que tú te pongas en primer lugar, olvidarse incluso de la familia porque ellos no se mueren contigo”.
Ayudar a las pacientes para que no se sientan enfermas cuando se miran sin cabello, sin cejas o sin pestañas contribuye a que se observen enfermas. Verse bien ayuda a que comiencen a sentirse mejor. Sus voces piden respeto, no sorpresa cuando se les mire por la calle sin cabello o sin un seno. A las pacientes en muchas ocasiones se les mira con pena, con lástima, dice Fabiola: “No dejamos de ser mujer porque nos cortaron el seno”.
“No sólo es lo físico y sí”
Estefanía tiene un gran motivo para luchar, es una joven madre de voz muy dulce y enorme temple. Comenzó la batalla el pasado 10 de septiembre. Muchas interrogantes, miedos e inseguridades han sido sus primeros retos a derrocar. Con la cara en alto luce un nuevo corte de cabello, tomó la decisión después de recibir la cuarta de 12 quimioterapias que le están administrando semanalmente. Lo describe como un impacto psicológico al verse diferente: “siempre he traído mi cabello largo y lo tuve que cortar por necesidad al observar que comenzó a caerse mucho”.
Normalmente Estefanía escucha una meditación o música que la relaje durante sus quimioterapias. Para ella es importante no sentirse enferma y seguir haciendo una vida normal en la medida de lo posible.
“Si piensas en la enfermedad y en que estarás mal, se manifiesta en el cuerpo”.
Para Estef el físico no es importante, pero quiso vivir una experiencia diferente y se animó a que dibujaran sobre sobre su cuerpo: “deseo conservar un recuerdo por sí en algún momento pierdo también los senos”.
No todo es color rosa
Alejandra nos recibe en la puerta de su preciosa casa con una gran sonrisa. Está estrenando y presume su playera negra con unas letras rosas que dicen: “Survivor”. Tiene poco más de un año como paciente de remisión “cuando ya terminaste lo que te haya tocado, la radio, la quimio o cirugía, a veces son las tres”.
Después de haber respondido de manera positiva al tratamiento se dice que es una paciente en remisión y se les monitorea cada 5 meses.
Al estar del otro lado y haber salido victoriosa de la batalla, Ale comparte que es muy importante la información que el cerebro recibe, de ello dependen los pensamientos positivos o negativos, ahí también la importancia de los talleres, charlas, pero no hay que confiarse y dejarlos. Actualmente toma un taller donde “te enseñan a ser fuerte”.
De una manchita y una bolita que se detectó fue diagnosticada el 29 de agosto del 2019 con cáncer de mama triple negativo bilateral avanzado. Su proceso fue un camino difuso y doloroso que le ha enseñó a compartir su experiencia a otras mujeres que quizá están transitando por un recorrido más complejo que el que ella vivió. ”Apapacharlas y abrigarlas” dice Ale.
“Si tú te sientes rara y te dicen que no tienes nada, hay que acudir con otro doctor”. Las valoraciones anuales no siempre funcionan, advierte, y generan en algunas ocasiones un mal diagnóstico.
La prevención
En México no se tiene la cultura de la prevención, la salud no se valora ni se cuida como se debería.
“Yo no curo el cáncer pero hago medicina preventiva para evitarlo”, dice el doctor Gustavo y explica que el peor pensamiento es decir “a mí no me va a pasar”.
Cuidados básicos como el uso del sostén correcto, la buena alimentación y una revisión periódica ayudan a prevenir. Desde el año 2010 el médico cirujano realiza termografías, un estudio del que poco se conoce en México pero que tiene un 95% de efectividad, la mastografía tradicional tiene una efectividad del 70%, si se le adiciona un ultrasonido la efectividad incrementa al 85% La prueba se realiza con un aparato ruso llamado termomastógrafo. Mediante una plantilla que se coloca en las mamas y un termómetro muy preciso, que no provoca dolor ni radiación, registra la temperatura de diferentes áreas de cada seno. El color rojo indica calor y el azul frío que representa fibrosis. La recomendación es realizar estudios y la autoexploración para el ideal que es la prevención.
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