Con el terremoto renací, perdí mi pierna y sigo de pie: Víctor Miguel Cruz Ortiz
Le cayó una barda en la pierna y la falta de atención médica provocó su amputación.
Por Diana Manzo en Página 3
Ixtaltepec, Oax. (página3.mx).- A Dios, a la virgen de Juquila y al Cristo Negro de Esquipulas le pidió para que le salvaran su pierna, pero no se pudo, las horas de retraso por falta de atención médica provocaron la amputación a su extremidad derecha.
Víctor Miguel Cruz Ortiz, de 59 años de edad, es un profesor jubilado que renació y está de pie, aun cuando esa noche fatal perdió su pierna derecha.
En la víspera del cuarto aniversario del terremoto de 8.2 grados que devastó gran parte del territorio del Istmo de Tehuantepec, la reconstrucción emocional todavía es frágil y se vive como un recuerdo doloroso.
“Sigo firme, renovado y vivo la vida, la enseñanza que me ha dejado es que conocí la solidaridad”, expresó el profesor Víctor, mientras lamenta que en esta urbe zapoteca se perdió la identidad de la arquitectura, porque las casas con estilo vernáculo, las de tejas y adobe, fueron destruidas sin que nadie pudiera evitarlo.
Vivir una resiliencia en medio de una pandemia no es una cosa cualquiera. Víctor Miguel aprendió a valorar la vida, y ser una persona independiente aún sin una parte de su cuerpo.
El 7 de septiembre a las 23:58 horas, un fuerte movimiento telúrico cimbró la tierra hasta destruir todo. A Víctor Miguel la barda ubicada al interior de su vivienda le cayó sobre la pierna y prácticamente la destruyó.
Cómo la falta de atención provocó la amputación de su pierna
La odisea por conseguir un médico retrasó la atención y le causó mayores estragos a su pierna. Tras 20 horas de dolor llegó a un hospital privado en la capital de Oaxaca, en donde recibió atención médica de inmediato.
Dos operaciones y un sinfín de estudios le practicaron a su pierna intentando reconstruirla y salvarla, pero no se pudo.
Tras 40 días hospitalizado los médicos le dijeron que era necesaria la amputación.
El profesor jubilado también padece diabetes e hipertensión pero jamás perdió el temple ni la confianza y eso fue clave para aceptar que una parte de su cuerpo se desprendía de forma definitiva tras la cirugía.
Su hijo fue una de sus fortalezas. Acudió a la Ciudad de México donde tomó terapias y conoció a una persona que le construyó su prótesis, meses después adquirió otra con valor de 60 mil pesos.
Este hombre de tez blanca, rulos plateados, ojos verdes y un conocimiento impecable de la lengua zapoteca recuerda que su proceso primero fue el uso de una silla de ruedas.
Después vinieron las muletas y finalmente las andaderas, que fueron su complemento para darle seguridad en este nuevo proceso de vida y ahora ya con una prótesis, le dan un desplazamiento seguro.
Con esa prótesis construida a sus necesidades y con materiales metálicos resistentes, realiza sus actividades sin contratiempo, lo que le permite que sea un hombre más seguro.
“Jamás perdí la confianza y aquí estoy viviendo, no hago más que eso, porque no aspiro a convertirme en algo que no soy, y lo mejor es que soy independiente, me muevo de un lugar a otro, manejo mi auto, atiendo mi restaurante, doy clases, en fin, nada se ha complicado”.
Como un ejemplo de superación, Víctor Miguel sigue impulsado el rescate del zapoteco, es uno de los hombres más valiosos de Ixtaltepec, Oaxaca.
Desde su restaurante museo “Binni Yoo” da clases de regularización a niñas y niños de primaria. Todos los días a distancia imparte clases en zapoteco y asesoría de tesis en diversos grados académicos.
“Me siento a gusto con esta vida que tengo, afrontar y vivir sin una pierna no es nada sencillo, pero tampoco puedo quedarme con los brazos cruzados, el aprendizaje es levantarse, superarse y que los sueños no se trunquen, ese soy yo, un hombre que aprendió a usar una prótesis y no se detiene”, concluyó.
En Ixtaltepec, Oaxaca, su tierra natal, doce personas fallecieron la noche del terremoto. El 80 por ciento de las viviendas se desplomó incluyendo espacios públicos como el palacio municipal y la Casa de Cultura, además de escuelas.
A cuatro años, las familias recuerdan con un rezo y una misa a sus difuntos. El sismo sembró miedo a las familias porque se teme un nuevo terremoto que ahora se combina con el miedo de un contagio y muerte por coronavirus.
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