“No podemos más, somos migrantes, no somos animales”
Con los pies destrozados, bajo el sol y la la lluvia, cientos de migrantes haitianos, venezolanos, cubanos, centroamericanos y de otras nacionalidades, continuaron la caravana que salió el pasado sábado de la ciudad de Tapachula, un lugar donde han permanecido algunos más de un año, sin trabajo y en espera que el gobierno de México responda a sus solicitudes de refugio. El sistema migratorio mexicano, aseguran, está colapsado.
Tapachula se convirtió para ellos en una prisión, por que autoridades migratorias impusieron que no pueden abandonar la ciudad, aún cuando las citas para atender sus solicitudes serán hasta el mes de enero.
“Allá en Tapachula no puedo mantener a mi familia, allá el único trabajo que consigo es descargando camiones de mercancía en el mercado, de 2 de la mañana a 4 de la tarde, por cien pesos al día. Eso solo me alcanza para comprar unas tortillas y unas verduras para mis hijos”, explicó Alexandro Rodríguez Valera, de República Dominicana, quien lleva siete meses en esa ciudad.
A esta situación se suma el racismo, la discriminación y el abuso de algunos pobladores, quienes ven en ellos una competencia por los empleos, porque en Chiapas, 7 de cada 10 personas viven en condiciones de pobreza.
En su segundo día de caminata, ya sobrevivieron un violento intento de detención por parte de agentes migratorios, militares y elementos de la Guardia Nacional (GN). Algunos fueron detenidos y llevados a la estación migratoria.
Entre quienes continúan, el cansancio ya se siente. Cada pocos minutos van haciendo paradas, buscando taparse del sol o de la lluvia, bajo los árboles de la carretera costera, que va de la ciudad de Tapachula al centro del país.
Solo dos ambulancias municipales se acercaron a revisarlos y darles suero a quienes presentan signos de deshidratación, a vendar las piernas de quienes sienten que el dolor les impide seguir.
“Falta muchísimo, muchísimo”
En su segundo día, llevan avanzados apenas 74 kilómetros. Un trailero solidario intentó darles un raid, cientos se subieron en un primer momento, pero la desconfianza les hizo bajarse. Decidieron seguir caminando juntos, como medida de protección.
En la ruta migratoria a la amenaza de deportación de las autoridades migratorias, se suman las del crimen organizado, que también hizo del secuestro de migrantes un negocio.
Algunas organizaciones les llevaron un poco de agua y alimento, pero de momento no hay más ayuda humanitaria. “No podemos más, hay niños, niñas, hombres que tienen los pies destrozados, que no pueden caminar”, declara Filomena Martín, una de las pocas mujeres haitianas que habla español.
“Hay niños que desde ayer no han comido pan, sólo bebida y agua. Eso no se puede, esa gente (autoridades mexicanas) tiene un corazón de piedra; son madres también, son padres. Tienen que tener compasión, tener piedad. Si tomamos la decisión de ir a pie en una caravana, es porque la situación de verdad es muy difícil, muy duro para nosotros”, explicó la mujer.
En Tapachula -dijo- no caben más migrantes y todavía vienen miles. “Y ahora hay hondureños, guatemaltecos, venezolanos. Hay de todo, hay haitianos, cubanos, africanos. No podemos más. Pedimos al presidente de México, a las organizaciones, que tengan piedad, que miren la situación. Hoy es dos días y falta muchísimo, muchísimo”.
Brien, joven, fuerte, atlético, no puede contener las lágrimas cuando habla con personal de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) que vino a observar la caravana. Migró de Haití, atravesó la selva del Darién en Colombia, y ahora se siente vulnerable ante la situación que está viviendo en México.
“Por favor hagan algo, les pido eso de corazón, por favor, no podemos más, en verdad. Por favor, en la calle hay mujeres embarazadas, hay niños, niñas. Lo único que queremos es estar en paz, llegar a un lugar donde poder trabajar, vivir como inmigrantes, vivir libres. ¡Paz!, ¡Paz! No queremos llegar a Estados Unidos, queremos llegar a un lugar de México donde haya trabajo, haya vida. Somos migrantes, no somos animales”.
Un sistema migratorio colapsado
Enrique Vidal, del Centro de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, explicó que el sistema migratorio mexicano en la frontera sur está colapsado, sin presupuesto y sin personal para atender las solicitudes de las miles de personas que entran al país.
“Hay una llegada histórica de personas migrantes a México, producto de las crisis sistémica que viven sus países de origen, y el gobierno mexicano no ha fortalecido al sistema migratorio en presupuesto y personal, para dar respuesta a las solicitudes de las personas migrantes”.
En el caso de quienes decidieron iniciar una caravana para salir de la ciudad de Tapachula, explicó que esperaron durante muchísimos meses la respuesta a sus trámites, pero a la mayoría se les dio cita hasta el mes de enero.
Esto los obliga a permanecer en Tapachula, “donde se vive una crisis humanitaria grave por hacinamiento, falta de servicios básicos, y el deterioro paulatino pero generalizado en la salud física y emocional de las personas migrantes que viven una situación de salud precaria”.
Vidal expuso que el sistema migratorio mexicano debe modificarse, y dar opciones para que migrantes que lo deseen, puedan permanecer en el país de manera segura, tener opciones de empleo e integrarse a la sociedad sin racismo y discriminación. Y para que quienes quieran llegar a la frontera con Estados Unidos, lo puedan hacer e iniciar sus solicitudes en ese país.
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