Niños, niñas y adolescentes nos dicen por qué quieren regresar a la escuela
Sus razones son tan simples como urgentes: es más fácil aprender y necesitan socializar
Por Allison Madrid Perry de Lado B
El regreso a clases de manera híbrida es inevitable. Y aunque fue una decisión que quedó en manos de las autoridades, y hay más dudas que certezas sobre cómo será esta nueva normalidad, con la tercera ola de COVID-19 como contexto, y los temores de docentes e instituciones, lo cierto es que hay niñas, niños, y adolescentes que sí desean volver a la escuela.
“Las infancias tienen un papel fundamental y habría que pensar de forma muy creativa ejercicios de participación en donde las decisiones también se discutan con ellas y ellos -dice el profesor Eduardo Hérnandez Gónzalez- pues las niñas y los niños saben lo que está pasando, saben que existe el SARS-CoV-2 y saben que eso detona la COVID-19”.
Su deseo por volver a las aulas está ligado a las ventajas, respecto de las clases en línea, para aprender y comprender, pero también porque anhelan una realidad que quedó en pausa al inicio de la pandemia.
LADO B recopiló las opiniones de niñas y niños, de entre siete y 15 años, sobre el regreso a clases y constatamos su entusiasmo ante la idea, por diversas razones.
Para Diego, de 14 años, las clases en línea han sido “un asco” porque considera que la presencia física de maestras y maestros hace toda la diferencia: “tienes a los profesores que te explican las cosas y no es en una computadora”.
Claudia Ixchel, de 11 años, piensa que las clases a distancia han sido muy difíciles; y confiesa: “no le entiendo a algunos temas, [y] quiero regresar a la escuela porque quiero ver a mis compañeros para jugar”.
La socialización será, aun con todas las medidas, de cercanía, de juego, de contacto, “porque extrañamos la presencialidad (…). La realidad es que [los niños y niñas] sí van a jugar, van a tener cubrebocas, pero sí van a platicar. Y las maestras y maestros no podemos controlar todo”, reconoce el profesor Eduardo Hernández.
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Pero, aunque no pueden controlarlo todo, sí tienen que pensar en todo y hay colegas, incluido él, que no se sienten preparados para eso, reconoce Hernández. Por ejemplo, si serán los padres o madres quienes irán a dejar a sus hijos e hijas, si usarán cubrebocas, si van a querer quitárselos, o si querrán irse antes; si sus estudiantes en línea tendrán dispositivos y sabrán usarlos, y al mismo tiempo deberán trabajar planeaciones para las clases presenciales y las virtuales.
De acuerdo con Hernández el problema no es el regreso en sí, sino “la ligereza con la que se toman las decisiones, que no se destine suficiente presupuesto [para el regreso seguro] y evitar los contagios”.
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Finalmente, reflexiona acerca del papel que juegan los distintos actores al hablar de educación: “creo que las maestras y maestros ocupamos, solamente una parte de la responsabilidad de los procesos educativos, no toda, sí fundamental, pero no toda”. Y agrega que es una responsabilidad que también se debe compartir con autoridades gubernamentales, personal administrativo de las escuelas y padres de familia.
*Foto de portada: Olga Valeria Hernández
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