“El dueño de la mina dijo que bebería agua de los derrames, que no hacía daño”
Aquí viven de la pesca y el ganado, pero este último ha estado muriendo por beber agua de los pozos que mandó a hacer la minera en el cauce, con la idea de que los residuos caigan y se depositen para luego ser retirados o sepultados.
Por Marcos Vizcarra en Revista Espejo
Fue el 25 de abril. Esa es la fecha exacta cuando ocurrió el derrame de jales mineros por una fuga de la mina Real de Cosalá, aunque los pobladores de San José de las Bocas se enteraron cinco días después.
Jaime Guinea González se presentó con el pueblo para darles la noticia. Antes habló de los beneficios de la “minería responsable” y luego les soltó una propuesta.
“El dueño de la mina vino y nos dijo que bebería agua de los derrames para mostrar que no hacía daño”, contó Yuridia, una de las mujeres pobladoras de San José de las Bocas, que está a un lado del río San Lorenzo. Ese cauce lleva a la presa José López Portillo, la cuarta con más capacidad en Sinaloa para almacenar agua.
Aquí viven de la pesca y el ganado, pero este último ha estado muriendo por beber agua de los pozos que mandó a hacer la minera en el cauce, con la idea de que los residuos caigan y se depositen para luego ser retirados o sepultados.
“El señor Jaime dijo que cuando lloviera iba a caer el jale a los pozos y luego vendrían por eso”, contó la mujer que nació y creció en este pueblo que ahora ya vio caer las primeras lluvias de verano.
El ganado que bebe agua con jales ha muerto en Cosalá
Ninguna autoridad se ha acercado para preguntar su estado de salud o hacer muestras de la tierra, cuentan los pobladores.
La responsabilidad de este derrame es de una sociedad minera registrada en Sinaloa compuesta por Minera Real de Cosalá, Minera Cosalá y Minera Tapacoya, un grupo de empresas extractivas que se dedican a la exploración y extracción de oro, plata, plomo, cobre, zinc y hierro. Por lo menos 650 toneladas de material para obtener 77 kilos entre todos los materiales, siendo el zinc, hierro y el plomo los más redituables.
La gente de San José está enojada. Aquella vez que el señor Jaime Guinea González fue a contarles de los beneficios de la minería, también señaló que en unos días habría máquinas retroexcavadoras y camiones de carga para llevarse un lodo que verían en los próximos días.
Así sucedió, era un material gris, casi blanco que corría por el cauce y que provenía del arroyo Calleros, un raudal de por lo menos 10 kilómetros que conecta a la presa de jales de la mina con el río San Lorenzo.
“Las máquinas rasparon todo hasta donde llegaron, pero nomás se quedaron en donde están las rocas. Para allá arriba hay más de los jales y es un cochinero”, dijo Juan, un joven vaquero de San José de las Bocas.
Los jales han dejado un camino de color blanco por el cauce del arroyo Calleros
En el pueblo se dicen preocupados, porque aunque tratan de creer que los jales no los dañarán, ven la muerte de las vacas como una señal de desconsuelo.
A una de las mujeres de este pueblo ya se le murieron cinco vacas y por el cauce del arroyo Calleros hay más bestias muertas.
“El dueño de la mina dijo que tomaría agua para que viéramos que no hacían daño los jales, le dijimos que queríamos verlo, pero nomás nos ignoró”, dijo Yuridia y más tarde lo recordó Juan.
Ya cayeron las primeras aguas del verano y la sospecha del arrastre de los químicos se cumplió. Es un lodo color blanco que apesta y se pega a las piedras, mata animales y se dirige a la presa José López Portillo.
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