Entre plagas, incendios, sequía y burocracia, pobladores rescatan a la Malinche

Entre plagas, incendios, sequía y burocracia, pobladores rescatan a la Malinche

Pese a la burocracia, la voraz plaga del descortezador, los incendios forestales y las sequías, las comunidades se han organizado para rescatar el parque nacional de La Malinche y aprendido técnicas para cuidar y conservar el bosque

Por Aranzatzú Ayala en Lado B

Los habitantes de la Matlalcueyetl (mejor conocida como la Malinche) saben que cuando los árboles de la zona pierden el verde de sus hojas y las copas se tornan rojizas, es señal de que están infectados con la plaga del descortezador, y muy probablemente van a morir.

El escarabajo descortezador es un insecto propio de los bosques templados de pinos que regula el equilibrio de los ecosistemas al acabar con ciertos árboles. Sin embargo, el cambio climático ha hecho que llegue a zonas de mayor altura, por lo que se ha propagado de manera general en casi todo el hemisferio norte.

Este insecto se come la corteza de los troncos desde dentro y afecta el sistema vascular de los árboles, evitando que puedan conseguir nutrientes, y los mata. El escarabajo se reproduce muy rápido, y para acabar con él se deben cortar los árboles; esto provoca erosión en el suelo, lo cual abona a que las reservas de agua del subsuelo no sean recargadas.

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Mayra, Uriel, Socorro e Isabel conocen bien este proceso, pues forman parte de la Comisión de Vigilancia de Nuestro Monte San Pedro Muñoztla, comunidad del municipio de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala.

Entre plagas, incendios, sequía y burocracia, pobladores rescatan a la Malinche

Foto: Olga Valeria Hernández

Socorro es bióloga, Isabel es maestra jubilada, y Uriel y Mayra estudiaron Comunicación e Ingeniería en alimentos, respectivamente, pero dedican su tiempo libre al rescate de la Malinche, Área Natural Protegida (ANP) federal que abarca los estados de Puebla y Tlaxcala, y que ha sufrido enormes daños por la voraz plaga del escarabajo descortezador, así como los incendios forestales, la sequía y la tala clandestina. Estos problemas se han exacerbado por la burocracia que ralentiza las acciones de rescate.

Muñoztla está en las faldas de la Matlalcuéyatl, “la de las faldas azules” en náhuatl (así se conoce a la montaña) y aunque hay comunidades organizadas desde hace años para procurar la preservación del bosque, desde 2020 se crearon más comités que empezaron a trabajar conjuntamente, de manera articulada, para atender los daños ambientales ante la lentitud y omisión de las autoridades.

La organización comunitaria para salvar el bosque

El último jueves de junio algunas personas del comité se reúnen para recorrer la montaña; salen de la presidencia de Muñoztla rumbo al corazón del bosque para ver cómo van las afectaciones y también las acciones de cuidado que han hecho.

May cuenta que entró al comité de Muñoztla cuando, al igual que muchas otras personas, se dio cuenta que si dejaban todo en manos de las autoridades, el monte seguiría muriendo lentamente.

“Yo me acuerdo que en enero no había árboles rojos, y va pasando el tiempo y ves cómo de rápido en un mes ya se pusieron rojos y se están muriendo y te quedas como: ‘no manches, nadie está respondiendo, ¿si no lo haces tú quién más?’”, dice.

Entre plagas, incendios, sequía y burocracia, pobladores rescatan a la Malinche

Foto: Olga Valeria Hernández

El principal obstáculo para el rescate del bosque ha sido la burocracia. En eso coinciden las defensoras del bosque, y cuentan el tardado proceso del saneamiento. Primero se identifica el árbol infectado porque le aparecen agujeros por donde sale resina. Después se da aviso a la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la cual debe autorizar y supervisar la tala de los árboles enfermos, para posteriormente revisar que efectivamente sean los que están infectados y dar luz verde a que los troncos sean llevados a aserraderos para su venta.

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Sin embargo, estos saneamientos y autorización de las remisiones (para que se lleven los árboles cortados) han sido tardados, en ocasiones hasta por tres semanas, lo que hace que la plaga se extienda en zonas donde se podría contener si es que los permisos llegaran a tiempo.

La gota que derramó el vaso del hartazgo de las comunidades fue cuando se enteraron que hubo un supuesto saneamiento en una zona donde los árboles no estaban afectados. Los dueños de las parcelas documentaron la tala clandestina disfrazada de rescate ecológico, con permisos de las dependencias federales.

Y es que cortar los árboles sin permiso es ilegal, por eso los habitantes están atados de manos. Conocen de casos de dos personas de Tlaxcala que por hacer los saneamientos y evitar que se extendiera la plaga, ya tienen iniciado un proceso judicial en su contra: así sonlas trabas de la burocracia para salvar el monte.

Entre plagas, incendios, sequía y burocracia, pobladores rescatan a la Malinche

Foto: Olga Valeria Hernández

Por eso, los comités han tenido que pensar otras formas de conservar la montaña. Y aún teniendo todo en su contra, cada vez más gente se une al rescate del bosque.

“Nosotros hacemos un proyecto integral y decimos: ‘bueno, ante la falta de permisos, ¿qué hacemos?’ Empezamos proyectos de prevención, tenemos zonas identificadas donde aplicamos tratamientos de endoterapia, pedimos apoyos de la gente”, explica May.

La endoterapia es la inyección de nutrientes a los árboles, con soluciones no contaminantes y ya aprobadas por los manuales de manejo y normas oficiales de las dependencias federales. Los árboles que tienen poca presencia del descortezador son inyectados con estos líquidos para nutrirse y además se les aplica un poco de insecticida. Los comités identifican y marcan los troncos que están en tratamiento y los revisan de manera frecuente. Hasta ahora han logrado rescatar varios árboles, en pocos meses, pese a hacerlo de manera rudimentaria.

Aunque es poco, dicen, es un granito de arena.

El cambio climático y las afectaciones ambientales

Otro de los principales problemas que ha azotado a La Malinche es el cambio climático. La sequía se prolongó este año y empezó a llover casi tres meses después de lo esperado, y la temporada de incendios forestales se alargó también. Casi cada tres días, cuenta May, de enero a mayo de este año, regresaban al pueblo todos tiznados por apoyar a las brigadas para apagar los incendios forestales.

Cientos de árboles se pierden, y si no hay árboles, cuando llueve el agua no se queda dentro de la tierra, sino que cae con toda fuerza provocando inundaciones y deslaves. Esto abona a la erosión del suelo y a que no se recarguen los mantos freáticos.

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Socorro, bióloga de formación, explica que si la erosión sigue así, en cinco años el agua va a ser un tema muy complejo para el Valle Puebla-Tlaxcala. Todos los habitantes de la zona vamos a vivir directamente las consecuencias de la escasez del recurso hídrico.

Las acciones para exigir planes al gobierno

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Foto: Olga Valeria Hernández

El pasado 27 de mayo la organización “Pueblos unidos de la montaña Malinche” se manifestó en las oficinas centrales de la Semarnat en la Ciudad de México, exigiendo un plan de trabajo integral para atender con urgencia las plagas y la tala clandestina.

Ante esto, la Conafor y la Semarnat, junto con la Conanp, están realizando visitas en conjunto con los comités y pobladores de La Malinche en ambos estados, iniciando también mesas de trabajo para responder a las peticiones de los defensores del bosque.

De manera paralela, los comités de los distintos municipios de ambos estados siguen trabajando en identificar los árboles con plaga para pedir a la Conafor los saneamientos y en vacunar a otros árboles para evitar que se siga propagando el descortezador; además, reforestan el bosque fortaleciendo los suelos.

En cuanto al problema de la plaga, los integrantes del comité consideran que se tiene que hacer una restauración integral que permita a las y los habitantes actuar para rescatar el monte, y no estar sujetos a tanta burocracia, que es lo que muchas veces ha abonado para que la plaga del descortezador se extienda y pinte, cada vez más, los bosques de rojo.

*Foto de portada: Olga Valeria Hernández

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