Deconstruir desde las aulas, la apuesta de maestras feministas
Monterrey, Nuevo León. Cuando llegué el pasado 8 de marzo a la explanada del Colegio Civil en Monterrey para cubrir la marcha por el Día Internacional de La Mujer, me llamó la atención aquel grupo de mujeres jóvenes pintando sobre el suelo en una tela blanca la leyenda “Maestras Feministas”.
De inmediato se vino a mi mente aquella maestra de la secundaria que caminaba entre los pasillos de color cemento cargando siempre una taza de café y un fardo de libros. Con lentes de pasta, vestida con faldas largas, suéter y zapatillas, tocándose la cara con frecuencia y mostrando una gran sonrisa, “retaba” los saberes entre hombres y mujeres. Estricta hasta los huesos, siempre nos impulsó, a mis compañeras y a mí, a destacarnos y sentirnos iguales que los niños.
Entonces, me acerqué a ese contingente. Damaris Olivo, maestra de educación básica y representante de dicho colectivo, señaló que las maestras son la primera línea de defensa en la educación, “y justo es en el aula donde podemos hacer un cambio de pensamiento, podemos hacer la diferencia educando de otra manera”.
Sin embargo, la educación disidente y feminista no es tan visible en el estado de Nuevo León, ni mucho menos en México. El atraso de la misma se debe al choque con aquellos directivos, compañeros y padres de familia que han hecho hasta lo imposible por entorpecer su cátedra. Por eso estaban ahí, para visibilizarse y acuerparse con quien simpatice y desee crear desde las aulas un cambio en la pedagogía, sin limitar los contenidos.
El tema sexual, por ejemplo, es de los más escondidos dentro de la educación.
Teresita de Jesús González, maestra de educación básica, comenta que alumnas de 6to año se han acercado a ella para preguntar sobre su cuerpo, pero sin referirse a él con las palabras correctas. “Les da asco, miedo o pena, pero es así como las han venido educando. Hace falta una educación integral basada en respeto que apueste a deconstruir la educación misógina”.
Los tabúes y falta de apertura han colocado a México en el primer lugar “con el tema de embarazo adolescente, entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) con una tasa de fecundidad de 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años de edad. Asimismo, en México, 23% de las y los adolescentes inician su vida sexual entre los 12 y los 19 años. De estos, 15% de los hombres y 33% de las mujeres no utilizaron ningún método anticonceptivo en su primera relación sexual. Es así que, de acuerdo con estos datos del gobierno de México 2021,, aproximadamente ocurren al año 340 mil nacimientos en mujeres menores de 19 años.”.
Contactadas por redes sociales, Teresita de Jesús y dos maestras más, coincidieron en la importancia de la postura feminista como parte de la enseñanza educativa permitiendo un desarrollo integral y equitativo. Incluso, desde el habla para dirigirse a una celebración, pues si bien es cierto que este día es dedicado a recordar y reconocer la importancia de su trabajo, no es tan agradable leer o escuchar “Feliz Día del maestro” en un país donde el magisterio está prácticamente feminizado, pues se encuentra formado por 878 mil maestras (69.9%) y 378 mil (30.1%)maestros en educación básica, de acuerdo a datos del INEGI.
Yaicet Hurtado, maestra de música e inglés en escuelas públicas y privadas desde hace 18 años, remarcó que, pese a todo, tirar el patriarcado es una responsabilidad consiente y congruente que enaltece a las maestras dentro de un salón de clases al permitirles a las niñas y adolescentes una “deconstrucción”.
“Es decir, la teoría feminista nos ayuda a formar niñas que cuestionen desde la libertad. Que entiendan que no deben ser atadas a nada. Que, en caso de casarse, no lo sientan como una imposición social, si no que sea elección de ellas. Libres para amar, para adquirir conocimiento, soñar…es una forma diferente de educar a la que nos ha sido planteada. Una educación alternativa”.
Por su parte, la maestra de diseño, Jaqueline Zavala, o “Jacky”, como le dicen de cariño, recuerda un día en el que, después del trayecto diario en bici de su casa a la escuela donde labora, ingresó al aula con el cabello recién rapado y una blusa que dejaba al destape sus tatuajes; con botas y luciendo arracadas. Sintió todas las miradas sobre ella mientras se apuraba a conectar la computadora para impartir la clase. “Sólo una chica se acercó a felicitarme por mi outfit”, recuerda
Ese es uno de los retos que implica ser mujer, maestra y feminista. Tienes los ojos siempre sobre ti para criticar lo que haces o dejas de hacer, pero, “una cosa es tu imagen personal, y otra el comportamiento organizado y profesional ante un grupo”, señala.
Con emoción, relató que los frutos de su cosecha, basado en la teoría feminista dentro del aula, han estado surgiendo dentro del salón de clases: sus alumnas ya hablan de lecturas feministas, incluso, algunas de ellas salieron a marchar el pasado 8 de marzo; y comienzan a ver y aceptar su cuerpo tal y como es, y no como se les ha sido impuesto dentro del estándar de belleza.
Aquella imagen que la maestra “Jacky” me contó, era lejana a la de una maestra tradicional y conservadora. Muy diferente a como recordé a aquella profesora de la secundaria, pero con el mismo ímpetu de transmitirnos el poder y la fuerza de confiar en nosotras mimas.
Consumida por la duda, pregunté con mis compañeras de la secundaria por la maestra de español, que también nos dio mecanografía y yo no recordaba. Carlota, era su nombre. Falleció hace años; soltera, dejó una casa grande llena de libros. No sé si ella se reconoció feminista, pero sin duda lo era. Seguramente hubiera estado con aquellas chicas pintando la manta para la marcha y ayudándoles a reivindicarse en la historia de la pedagogía.
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