‘Este dolor no se acaba’, a un año de la masacre en El Paso
El duelo permanece desde el 3 de agosto de 2019 en la vida de la mamá de Iván Manzano, un juarense que fue asesinado en el tiroteo de Walmart en El Paso, Texas; el tirador se encuentra detenido y enfrenta 90 cargos por crimen de odio, mató a 23 personas, ocho eran mexicanos
Rocío Gallegos / Gabriela Minjáres
La Verdad
Ciudad Juárez –La vida de Josefina Manzano Chávez permanece en duelo desde el 3 de agosto del 2019. Ese día su hijo Iván fue asesinado por un hombre armado que irrumpió en la tienda Walmart en El Paso, Texas, y disparó contra clientes del lugar.
“Ha sido muy difícil… este dolor no cesa, este dolor no se acaba y yo, la verdad, quisiera escapar”, dice la mujer de 60 años, quien entre lágrimas comparte como ha sido su vida sin la presencia de su hijo, su primogénito.
Iván Manzano tenía 41 años, los cumplió justo tres días antes de morir en el tiroteo que desató Patrick Crusius, un hombre de Allen, Texas, que viajó por auto hasta El Paso impulsado por su odio a los hispanos. Mató a 23 personas, ocho de ellas eran mexicanos, e hirió a otros 23.
A un año de la tragedia que conmocionó en ambos lados de la frontera entre Estados Unidos y México, Josefina dice que su único deseo es que la justicia se encargue del asesino y que esas muertes no queden impunes, “por sus hijos y por los padres y madres que lloran a sus hijos, como yo”.
Sobre el homicida que se encuentra detenido y enfrenta un proceso judicial en Estados Unidos, la mujer asegura: “ya lo perdoné, no siento nada por él, solamente quiero que la justicia se encargue (de él)”.
El proceso judicial en contra del presunto responsable lo ha seguido a través de noticias en medios de comunicación, cuenta. Está enterada de que los abogados del tirador buscan salvarle la vida haciéndolo pasar por enfermo mental, “yo no sé las autoridades que decidan, lo que sí creo es que él no puede estar en la calle y seguir haciendo daño”.
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Espera estar presente en el juicio contra Patrick Crusius, quien por el tiroteo en la tienda de El Paso es acusado de 90 cargos federales por crimen de odio. “Quiero estar ahí”, dice la mujer, quien considera pedir al Consulado de México en El Paso que gestione su presencia entre la audiencia que atestiguará el juicio.
Hasta ahora, asegura, no ha buscado apoyos o programas de ayuda para ella, ni ante el gobierno de México ni de Estados Unidos, debido a que al principio no tenía ni fuerzas ni ánimos para pelar.
“Nunca crucé a Estados Unidos ni a poner una denuncia contra el tirador, nunca fui a Estados Unidos a pedirles ayuda monetaria, yo allá soy una desconocida” afirma. Su nuera, la esposa de Iván, es la que se encargó de todo y “qué bueno”, agrega, porque considera que es un derecho de su nieta y su nieto.
Comenta que en una ocasión acudió a El Paso y habló con una policía del FBI y al conocer su caso la mujer la inscribió en un programa para que recibirá ayuda, como una indemnización, pero al llenar un cuestionario llegó al punto en el que le preguntaban cuánto es lo que quiere por la muerte de su hijo. “No supe qué poner”.
Josefina preguntó a su nuera si ella había realizado ya ese trámite y se enteró que sí, así que desistió de su petición, consideró que esa indemnización debe ser para sus nietos.
Además de Iván, otros siete mexicanos –cuatro de ellos residentes en Ciudad Juárez– murieron durante el tiroteo:
Sara Esther Regalado Monreal, de 66 años, y Adolfo Cerros Hernández, de 68, eran un matrimonio.
Elsa Liboria Mendoza Márquez, de 57 años. Maestra de primaria originaria de Yepómera, Chihuahua, pero residía en Ciudad Juárez junto con su esposo y dos hijos adolescentes.
Gloria Irma Márquez, identificada por el gobierno mexicano como originaria de Ciudad Juárez.
María Eugenia Legarreta Rothe, originaria de Chihuahua, Chihuahua, donde residía.
Jorge Calvillo García, de 61 años, originario de Torreón, Coahuila, con residencia en Ciudad Juárez.
Juan Dios Vázquez, originario de Zacatecas.
Los familiares de los mexicanos que están entre las víctimas mortales fueron buscados por La Verdad; sin embargo, solo la madre de Iván Manzano fue localizada y aunque concedió la entrevista, pidió que no se le tomaran fotografías.
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El tiempo trascurrido desde la tragedia no ha sido suficiente para que Josefina retome su vida. Desde su casa ubicada por el sector de San Lorenzo, en esta ciudad, habla de su duelo, de sus nietos, los hijos de Iván, y del último cumpleaños que celebró con su primogénito el 31 de julio del 2019.
Narra que el festejo por la vida de su hijo el año pasado fue igual que los anteriores: cenaron en familia en un restaurante, luego regresaron a casa y entre pláticas partieron un pastel. Nunca imaginó que en esa ocasión no sería igual. Este 31 de julio hubo llanto, dolor y recuerdos de vida junto a Iván, contados a retazos.
Considera que Iván fue un niño que creció con muchas desventajas, nunca conoció a su papá y ella lo crió sola, pero siempre fue un buen muchacho, nunca le dio problemas, siempre estudio y trabajó. Tenía un espíritu de lucha y era muy trabajador, era deportista, corría maratones, cuenta su mamá.
Eran muy unidos, dice, siempre se iban juntos al cine, al parque y a El Paso. Sin embargo, ese 3 de agosto su hijo cruzó solo la frontera. Un día antes le avisó que iba al correo a recoger unas cosas allá.
Su hijo abrió una clínica de terapia, se dedicaba al negocio de insumos médicos y a las ventas. Ese día fue a El Paso, Texas, a recoger una mercancía que pidió a China, unos relojes, para vender en Ciudad Juárez, donde ya tenía su clientela.
La tragedia lo alcanzó, cuenta la mujer, quien se encuentra incapacitada para trabajar debido a problemas con el corazón. En abril del 2019 sufrió dos infartos y como secuela aún debe dormir conectada a un aparato por su padecimiento de insuficiencia cardiaca.
Josefina recuerda que la mañana de ese 3 de agosto ella limpiaba el televisor que tiene en la sala de su casa y el aparato se prendió. Las primeras imágenes que vio fueron las de los muertos en Walmart.
Inmediatamente pensó en su hijo. “Agarré el teléfono y le dije (en un mensaje): ¿dónde estás?, ¿estás en Juárez?”. No tuvo respuesta.
“Le marqué una y otra y otra vez y no sabía nada”, narra al reconstruir esa mañana de la tragedia. Su rostro está bañado en lágrimas y aunque trata de mantenerlo seco con una pequeña toalla blanca que pasa constantemente por sus ojos, sus esfuerzos son en vano.
Luego, continúa, marcó a su nuera y a su hija para saber de Iván. Estaba intranquila por la noticia de la masacre y porque su hijo, que esa mañana iba a El Paso, no le contestó.
De ratito, dice, llegaron a su casa su nuera, sus nietos y su hija con su esposo para informarle lo que después todos se enteraron por las noticias.
Su primera reacción fue confrontarse con su fe. “Me enojé con Dios”, relata la mujer que profesa el cristianismo. “Me hubieras llevado a mí, ya viví mi vida y eché raíz… pero él estaba edificando para su mujer, para sus hijos”.
“Fue muy difícil”, menciona. Tenía dos meses de salir de mi convalecencia cuando murió su hijo, lo que la llevó a una depresión e intentos de suicidio.
Dice que su hija es un pilar para ella. También menciona que sus amigas y gente que la estima le ayudan a seguir, pero extraña a Iván, de quien tiene fotos en la sala y en el celular.
Para Josefina el duelo continúa a un año de ese episodio que cambió su vida.
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