Trabajo en casa no remunerado de mujeres representa cuarta parte del PIB en México

Trabajo en casa no remunerado de mujeres representa cuarta parte del PIB en México

El trabajo no remunerado de los hogares, que en su mayoría realizan las mujeres, representa una parte importante de los ingresos en México, por eso debe ser visibilizado y debe legislarse para proteger a quienes ejercen esta labor.

#AlianzadeMedios | Por Sabina Torres de Lado B

En México, el trabajo de los cuidados del hogar realizado por mujeres representa una cuarta parte del Producto Interno Bruto (PIB), es decir, el 23.5%, de acuerdo con el Instituto de Estadística y Geografía (Inegi).

Esto significa “casi el triple de lo que ingresa al país por turismo, y casi ocho veces más de lo que aporta la industria automotriz”, comentó la periodista y documentalista mexicana, Daniela Rea, durante la webinar: Hacia una disolución de las fronteras entre lo público y lo privado: cobertura de los cuidados y los contextos de la violencia.

El trabajo de los hogares abarca: alimentación, mantenimiento, vestido, administración del hogar y organización mental. Y representa un problema económico en nuestro país, ya que no es reconocido, remunerado ni respaldado por la ley, de acuerdo con Teresa Juárez, cofundadora de la Red Periodistas de a Pie (participante en la webinar).

Especialmente, es un problema que afecta a las mujeres, pues el 74% del tiempo laboral de estas es dedicado a los cuidados del hogar. Mientras que en los varones sólo representa el 23% de su tiempo, según datos del Inegi.

Asimismo, el 60% de las mujeres de la tercera edad se dedica al mantenimiento del hogar, pero únicamente el 2% de los varones lo hace. Bajo este contexto, sólo 2 de cada 10 personas mayores de 60 años tienen acceso a una pensión contributiva que va de los $600 a los $6,000 pesos mensuales, lo que difícilmente les garantiza una manutención independiente en la etapa final de su vida.

Un trabajo no reconocido por la ley en México

La desvalorización del trabajo en el hogar, según la documentalista Daniela Rea, se dio en la época post-revolucionaria cuando esta labor se dejó fuera del reconocimiento de los trabajos que protegía la ley.

Desde la creación de la Ley federal del trabajo en 1931, no se reconoció al trabajo doméstico como un empleo formal. Este fue catalogado como especial, por ello no contó ni siquiera con la protección de las ocho horas de una jornada laboral.

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Teresa Juárez mencionó que, de Latinoamérica, Argentina es el único país que cuenta con un respaldo jurídico para este tipo de trabajo: “La actividad se rige por la Ley 26.844 del Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares”, que se encuentra estipulada en el art. 1° de la legislación.

Dentro de esta legislación, disponible en Argentina.gob.ar, se establece que existe el derecho a vacacionar, a recibir un aguinaldo, contar con licencia de enfermedad, protección de maternidad y protección matrimonial.

Pero en México la realidad no es la misma. Este trabajo, en su mayoría realizado por mujeres, según coincidieron ambas periodistas, provoca: falta de libertad, dependencia y marginación económica hacia la pareja, o quien aporte el capital; falta de reconocimiento a sus labores productivas en el hogar, y el sometimiento de la sexualidad y la reproducción femenina como meras “funciones” físicas y culturales de la mujer.

Especialmente, Juárez comentó que el trabajo en el hogar se ha vuelto un factor de violencia contra las mujeres, ya que son designadas a acarrear con los quehaceres de la casa y el cuidado de la familia. Esto, a su vez, provoca que pierdan la oportunidad de incluirse en el mundo profesional y laboral evitando su superación personal.

Incluso cuando algunas mujeres adquieren un empleo o tienen la oportunidad de estudiar, buscan alternativas que les permitan también atender sus labores en la casa, aunque esto signifique mayor esfuerzo, un menor salario y sea casi imposible obtener independencia económica, agregó la periodista.

No obstante, el trabajo de los cuidados del hogar no es algo que se les dé de manera natural a la mujeres, comentó Juárez, sino que se ha querido vincular a ellas históricamente.

Desde la manera en que se ha estructurado la sociedad a lo largo de la historia, se han acuñado los roles de género que favorecen a los varones antes que a las mujeres, minimizado la participación de estas en el mundo fuera del confinamiento del hogar, explicó la periodista.

A partir de la idealización de una familia heteronormada (fomentada por el sistema patriarcal), conformada por un padre, una madre y los hijos e hijas, se define a la mujer-madre como cuidadora de la casa y como quien debe encargarse de todo lo relacionado con este entorno.

En contraste, el padre-hombre es el sustento económico del hogar, quien tiene el poder máximo en la familia; una figura ausente por el trabajo, y muy poco participativa en el entorno familiar, pero que, como comenta Juárez, funciona como un ente poderoso en la vida de los demás miembros de la familia.

El trabajo de los cuidados desde el feminismo

Foto: Olga Valeria Hernández

Así pues, ya que históricamente en México el trabajo doméstico ha sido tomado como parte de las tareas fundamentales de las mujeres, y como parte de su identidad de género, el delegarles a ellas los cuidados y quehaceres de la casa es algo que se da por sentado hoy en día.

Ante esto, Teresa Juárez compartió un panorama del trabajo doméstico con perspectiva feminista, en el que se establece la importancia de exponer las necesidades de las mujeres en cuanto al reconocimiento de su labor y la protección ante la ley de este trabajo.

“Uno de los puntos de partida que convocan a esta reflexión es el trabajo de las feministas”, dijo Juárez. La autora y activista italo-estadounidense, Silvia Federici, quien se ha dedicado al estudio del tema de los cuidados desde un enfoque marxista y con una visión económica y feminista, expone este trabajo.

Federici coloca el tema de los cuidados y quehaceres como un trabajo que produce riqueza, pues a partir de este son posibles muchos de los movimientos en la economía. La labor de las mujeres en el mantenimiento del hogar es como el sustento de todo, por que los cuidados abarcan la salud integral de los miembros de la familia.

Asimismo, su premisa radica en que se debe teorizar y politizar el trabajo doméstico, porque así se comenzaría a ver desde la misma perspectiva de producción-riqueza como se mira a los demás trabajos formales. Lo que, en consecuencia, llevaría a reconocerlo y humanizarlo para justicia de quienes lo realizan.

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Particularmente, este tiempo de confinamiento provocado por la pandemia de COVID-19, de acuerdo con las periodistas, puede ser el momento oportuno para voltear a ver las realidades diversas en las que viven las mujeres.

En esta etapa difícil y de cambios en que las jornadas de trabajo para las mujeres se multiplican –pues desempeñan distintos roles a la vez y tienen muchas ocupaciones–, las desigualdades de género que existen en casa se acentúan con mayor fuerza.

Frente a este contexto, tanto Rea como Juárez coincidieron en que este tema debe salir del ámbito privado (de la intimidad de los hogares y vivencias personales) para visibilizarse en la esfera pública, junto con las violencias que genera.

En este sentido, hablaron del gran reto que representa para las periodistas –y demás comunicadoras– el poder visibilizar el tema de los cuidados y el trabajo doméstico en la agenda pública con un nuevo enfoque.

Un enfoque que permita incidir de manera más puntual en la inclusión o creación de legislaciones para respaldar y formalizar este trabajo, desde la participación de las mujeres en la comunicación, aportando sus testimonios (experiencias) y percepción de la situación que viven.

Ambas periodistas llamaron a las mujeres a profundizar en su pensar pues, a su vez, esto ayudaría a que sean más conscientes de su tiempo y adapten su entorno a formas de cuidados no tan absorbentes, que permitan dignificar su propia intimidad y den paso al autocuidado, una actividad tan necesaria como cualquier otra.

*Foto de portada: Olga Valeria Hernández

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