Salir del agua todos juntos
Fotocrónica del Colectivo Tragameluz del segundo día de la Caravana Migrante 2018 en México, elaborada de manera colaborativa por Marie-Pia Rieublanc, Veronica Paredes, Angélica Pineda-Silva, Iván Porraz e Isaac Guzmán
Los gases lacrimógenos con los cuales los antimotines mexicanos recibieron este viernes a miles de migrantes hondureños a la entrada de Ciudad Hidalgo, Chiapas, irritaron ojos y pieles, pero no lograron desintegrar a la “Caravana Migrante”. Tampoco los intentos del Instituto Nacional de Migración (INM) de dividir a este grupo en éxodo entre “buenos” migrantes que pasan por la estación migratoria ubicada tras las bardas del puente internacional y “malos” que decidieron a tirarse al río Suchiate para pasar sin papeles a Ciudad Hidalgo, Chiapas.
“¡Aquí, allá, la raza vencerá!”, gritaban este sábado los hondureños que ya habían cruzado el río para animar a los que aún se quedan esperando en el puente. Les invitan a bajar del lado guatemalteco para alcanzar las balsas que los llevarán al territorio mexicano, o a tirarse al río.
Uno se prende y se tira. Otros dos. Y otro. Y otro. Cada uno con la misma valentía con la cual se sumaron a la Caravana Migrante que salió de San Pedro Sula y otras ciudades de Honduras desde el 13 de octubre.
A las 4 de la tarde, más de 5 mil migrantes habían llegado a esta ciudad fronteriza cruzando el río, según las cifras registradas por el albergue municipal instalado a un costado del parque central. En este refugio improvisado había que hacer fila durante horas para entrar al baño y las decenas de sillas de madera puestas a disposición no alcanzaban para todos. Pero a pesar de estas condiciones muy precarias, todos pudieron comer, tomar agua y descansar.
“No nos iremos de aquí hasta que lleguen todos, para salir de aquí todos juntos, pero no sabemos cuánto tiempo vamos a tener que esperar”, nos contó una señora de San Pedro Sula, feliz de haber llegado a México, y conflictuada entre la esperanza de llegar a México y el dolor de haber dejado a sus tres hijas en su pueblo.
Cada grupo de migrantes que acaba de llegar al parque central tras cruzar el río es recibido por gritos de alegría, abrazados con una música que se volvió el himno de los exiliados hondureños: “Por qué nos matan, por qué nos asesinan, si somos la esperanza de America latina”.
Entre la ropa mojada tendida en el parque central, miles de historias se entrelazan y reflejan al mismo tiempo las condiciones de pobreza y violencia estructural que se viven en Honduras y se han agudizado desde la reelección fraudulenta de Juan Orlando Hernandez en noviembre del 2017. Entre ellas está la de una señora de Tegucigalpa, quien espera encontrar en Estados Unidos el acceso a un tratamiento para su hija de 7 años con parálisis cerebral. Está también la de María Marta, quien huyó de San Marcos Ocotepec con 13 familiares. “Nos fuimos después de que tres miembros de nuestra familia fueron macheteados”, cuenta la señora de 60 años, dice también huir una situación económica muy difícil desde la perdida de sus cosechas tras la fuerte sequía de este verano.
Para pasar tiempo y no perder el ánimo, los hondureños instalados en el parque central organizaron un baile y una misa. Recibieron muestras de solidaridad de parte de habitantes de Tapachula que les regalaron comida y ropa.
Al ver que aún no llegaban los migrantes del puente, el grupo auto-organizado en el parque central decidió a las 7 de la noche ir por ellos. En un solo bloque caminaron hacia el “Paso del Coyote” para animarlos a cruzar el río. Esta noche el puente se está vaciando y el contingente espera poder salir este domingo temprano.
A nuestra gente, que son nuestra sangre y la sangre del istmo Centroamericano, crucificado por la miseria, la violencia y los sueños que no duermen. Aquí estamos, en otra lucha, cruzando caminos invisibles y no menos crueles, con ustedes en la mente y en el corazón. Abajo las fronteras humanas…!