Con el sol de frente, pero adelante (rumbo a una nueva etapa)
Fotocrónica del Colectivo Tragameluz del último día de la Caravana Migrante 2018 en Chiapas, México, con imágenes de Isaac Guzmán.
La Caravana ha llegado a Arriaga. Es la última etapa antes de abandonar Chiapas. En los rostros y el resto del cuerpo se nota el cansancio, pero distinto al del primer día en Suchiate: es como cansancio sobre cansancio. No sabemos cómo se dice ese cansancio, no es agotamiento porque por encima de la fatiga sigue estando la resolución de seguir adelante, sigue estando la fuerza con que participan en la asamblea diaria donde deciden rechazar la propuesta de Enrique Peña Nieto de «Estás en tu casa», que busca mantener a los casi 7 mil migrantes en Chiapas y Oaxaca, lejos del «sueño americano». Optan por avanzar a la ciudad de México y pedir audiencia con López Obrador. La papa se calienta más y pasa de mano.
El contingente ha cambiado de forma y estrategia. Por la carretera ya no se mira ese enorme grupo de gente que avanza bajo el sol, se notan menos. Algún funcionario con la encomienda de contentar a Trump hará cuentas alegres y reportará a sus jefes que la estrategia ha dado frutos y que seguramente han regresado a su país de origen, derrotados. Pero lo cierto es que a su paso siguen despertando la solidaridad de la población, que no solo se hace visible en bebidas y alimentos, sino que ahora les acompaña en el camino: autos, camionetas, trailers, camiones de volteo y hasta motos les ayudan a llegar de un lugar a otro.
El calor sigue siendo lo más difícil de librar, la deshidratación agobia sobre todo a niñas y niños. También la lluvia que golpeó en Mapastepec hizo estragos en su salud pues una gran mayoría tiene síntomas de resfriado. La Cruz Roja y el servicio médico de Cáritas atienden a los que pueden, sobre todo de ampollas y llagas en los pies.
La sociedad civil, nuevamente se hizo presente. Llegan a todas horas y comparten comida, dan pan, café, tamales, arroz, todo tipo de alimentos. Las y los integrantes de la caravana no pierden oportunidad de agradecer la ayuda, dan las gracias a las familias que llegan, lo repiten cuando la prensa aparece y lo gritan en la asamblea: «¡Gracias, Chiapas!». No se han enterado de las cartas con abajo firmantes y los pronunciamientos de organizaciones que en otros calendarios y otras geografías del país les mandan su respaldo, pero seguramente algo de esas letras también les llega en forma de «buena vibra».
La caravana también ha sido una oportunidad para que las y los presidentes municipales dejen ver su muy particular estilo. Desde la presidente de Suchiate solicitando ayuda internacional adjudicándose las acciones de la sociedad civil, el de Huixtla que los mandó fumigar en represalia por rechazar sus refugios hasta el presidente de Tonalá, arrojando gorras de la campaña reciente desde el balcón de su palacio y montando un enorme dispositivo —por parte del DIF municipal— que incluía corte de cabello, servicio médico, juegos para los niños y grandes pacas de ropa usada.
El descanso en Arriaga, alivianado por los «aventones» en la carretera, permite recuperarse un poco y prepararse para salir a las tres de la mañana rumbo a Tapanatepec. Aprovechan para encontrarse, reír un poco, lavar la ropa y reorganizarse. Acaban el tramo chiapaneco con el rostro cansado pero firme, con la misma determinación con la que saltaron el puente en la frontera ahora rechazan el programa «Estás en tu casa» de un gobierno federal que ha intentado detenerlos de diferentes formas. Siguen avanzando, reciben ayuda de la sociedad civil, las organizaciones y las iglesias, mientras gritan la nueva consigna: «La caravana, ahora es mexicana».
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