Urgentes sugerencias para Tuxtla
Bien sabemos los tuxtlecos, de nacimiento y por adopción, que hoy como nunca en su larga historia, Tuxtla Gutiérrez se encuentra absolutamente rota, saqueada y malherida por los últimos gobernantes, entre ellos Sabissnes, el Meco, Yassir, Granda, Toledo y Fercaca. Perfectamente sabemos que sus dolencias esenciales son: 1. Ausencia de planificación en su desarrollo urbano, 2. Escasez y mala calidad del agua que bebe, 3. Arcaico e ineficaz servicio de transporte público, 4. Caos en su infraestructura vial, 5. Falta de cuatro pasos a desnivel sobre la Avenida Central (Fuente, Calle Central, Cinco de Mayo y Diana) y 6. Desorden absoluto en el uso de las vialidades y los espacios públicos.
Ante esto que es claro para todos —incluidos ciudadanos, funcionarios, gente entendida y oficinas de la administración municipal—, prefiero reflexionar y dejar constancia de lo que aqueja a la ciudad, exclusivamente en el ámbito de la Cultura, espacio y encomienda de políticas públicas desafortunadamente contrahechas, simuladas o acaso mal formuladas por negligencia e ineptitud profesional.
Me refiero a la CULTURA, así, con altas; a aquel concepto que, quienes pasaron por la Universidad saben de sobra, refiere todo aquello que se opone a Natura y la complementa. Toda acción del ser humano efectuada sobre la naturaleza, desde los orígenes de su existencia. Es decir que Cultura hay en el cultivo del maíz y la yuca, primigenios alimentos mesoamericanos; en la agricultura del trigo y en la densa ingeniería hidráulica de los chinos; en la domesticación del perro y el gato en el Pacífico Oriental; en las primeras ciudades “urbanas” de Mesopotamia (Ur, Uruk, Nippur, Lagash, etcétera), y en el ingenio y la ingeniería depositada en la Torre Dubai y en el Robot que hoy se pasea por Marte.
De modo que Cultura no sólo es habilidad, arte, estética e intelecto, sino también herencia, escuela, educación, civismo, ciudadanía y planificación urbana. Razón por la que, en el caso de nuestra ciudad vapuleada hasta la vergüenza, tendríamos que pensar en su desorden urbano, comercial, social y de sus servicios. En sus calles, parques, jardines, bulevares y panteones, pero también en su infraestructura y equipamiento urbano, en la calidad de su transporte público, en la reglamentación municipal y en la calidad de su Ayuntamiento y funcionarios municipales.
Sin embargo, de frente a la necesidad de ideas concretas, de propuestas para el nuevo edil de la ciudad y su Ayuntamiento; para aterrizar esta reflexión, van cuatro alternativas de urgente aplicación en el ámbito de la promoción social, cultural y educativa:
Una. Descacharrar la ciudad en un sentido profundo; limpiar, higienizar, desinfectar. Emprender su limpieza profunda, a modo de eliminar todos los comercios, talleres, puestos de comida y basura que invaden los espacios públicos (calles, bulevares, jardines, parques), junto con la restitución del mobiliario urbano y la sensibilización del público, respecto de asear y hermosear nuestras fachadas, banquetas y trozos de calle, mediante señalización, anuncios, carteles, memes, radio y televisión.
Dos. Que la sociedad civil y sus organizaciones —entre ellas los miembros del Consejo de la Crónica de la ciudad y los promotores culturales— estudien y propongan ajustes a la nomenclatura de todas las calles y plazas públicas de la ciudad. Con el fin de divulgar el nombre y las biografías de nuestros personajes notables e ilustres. Ya no más desconocidos, fuereños y mucho menos políticos mafiosos y corruptos.
Tres. Que la oficina de promoción cultural de la ciudad (llámese como se llame), organice y lleve eventos educativos y de esparcimiento cultural, a las colonias y barrios. Y traiga de ellos lo mismo de la periferia al centro, para incentivar nuestra verdadera comunicación. E igual, retomar la idea de la formación de una compañía de teatro itinerante, tanto para incorporar a saltimbanquis y artistas urbanos, como para permear sus sketches y pantomimas con ideas vinculadas a ética, civismo y ciudadanía.
Y cuatro. Retomar las ideas que promueve el geógrafo y promotor cultural amigo, Roberto Ramos Maza, y aplicarlas a través de aquella oficina “cultural” y/o la Casa de la Cultura Luis Alaminos, respecto de la conservación y promoción del patrimonio cultural de la ciudad. Esto es, y a mayor abundamiento:
- Redactar una norma municipal para aplicar orden al establecimiento de franquicias comerciales en el centro histórico de la ciudad, y acotar la publicidad y la propaganda en calles, bulevares y fachadas.
- Diseñar y poner placas perennes, alusivas, en toda la ciudad, donde corresponda, sobre acontecimientos, hitos, edificios y personas, de acuerdo con la memoria de los más viejos, y con los registros de la historia cultural local.
- Restablecer algunos edificios bellos, o construcciones emblemáticas, comprar y convertir en museo (por ejemplo), la casa del escritor Laco Zepeda, y fundar un vasto acervo fotográfico virtual, sobre la ciudad, del que podamos apropiarnos todos los citadinos, y
- Formular un auténtico —quiero decir profesional— proyecto de intervención arquitectónica para el Centro Histórico de la ciudad. Y, con base en él, desarrollar un programa de embellecimiento y mejora substancial de la imagen urbana del centro de Tuxtla y otras áreas.
Y finalmente, ante la estulticia e ineptitud que campea en el ámbito de la política, no estaría mal, amigos, compartir, pasar estas sugerencias, a los restantes 128 ayuntamientos de Chiapas. Son apropiadas específicamente a la capital del estado, sin embargo, con ligeras modificaciones, podrían servir para orientar la atención de las necesidades más urgentes y sentidas por los vecinos de todas las medianas y pequeñas ciudades de la geografía chiapaneca.
Retroalimentación porfas. cruzcoutino@gmail.com
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