“Me hace falta una pierna, pero no el coraje” Emilio Betancourt

Foto: Carlos Rodrìguez

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Con apenas 18 años, Emilio Ramón Betancourt es un joven estudiante, no toma, no fuma, conferencista, además práctica atletismo, basquetbol, ciclismo, box, crossfit y corre maratones de hasta 21 kilómetros. De físico de más del 1.80 metros de estatura, espalda derecha, brazos anchos, pecho ejercitado y un abdomen muy bien trabajado; que hasta los cuadros se le marcan, pero algo que lo hace muy particular, es que realiza todos estos deportes, con una prótesis de titanio en la pierna derecha.

Emilio, ha pasado etapas en su corta vida muy diferentes y complicadas, que lo han llevado a tiempos de soledad, como también de solidaridad. Debido al Sarcoma que padeció hace cuatro años haría que su vida cambiará de manera positiva, siendo hoy un deportista paralímpico destacado en el estado.

Una adolescencia inesperada

Emilio y su familia, originarios de Guadalajara, Jalisco, llevaban una vida común y corriente sin ningún percance mayor. Debido al trabajo de su padre tuvo que emigrar al sureste mexicano siendo Tuxtla Gutiérrez, el destino adecuado, para él y sus tres hermanos. Su vida escolar trascurría de manera normal el kínder y la primaria, pero fue en secundaria cuando sus papás tendrían que mandarlo a una iglesia católica para poder disciplinar su compartimiento.

  • ¿Cómo fue tu vida en los primeros meses al llegar a Tuxtla?

Estaba triste, pero fue como comenzar de cero, tuve la oportunidad de hacer muy buenos amigos. Fue en secundaria una etapa difícil para la familia, porque comencé a tomar malos pasos, tomaba decisiones que no eran correspondientes a mi edad, creía que ya no necesitaba permisos, salir a un antro a tener novia; me desvié un poco del camino y es ahí, cuando mis papás deciden mandarme a un internado apostólico en la Ciudad de México.

  • ¿Si te cambio en algo el que tus papás te hayan internado?

Aunque suene trillado, pero si, no fuimos junto con mi hermana Esteban, pero, para entrar al internado tienes que hacer un pre curso de un mes en el Estado de México. Durante ese tiempo, no podías ver a tus padres y tenías solo derecho a una llamada para reportarte de que estabas bien. Después de un mes de terapia, comienzo a volverme bastante devoto y más fiel. Al término del curso, entramos al internado “La Joya” en el Estado de México, entró a segundo de secundaria y en este internado, toda tu vida ya está programada: horas de descanso, estudiar, rezar, leer, platicar, clases y todo. En mi primer bimestre en el internado mi promedio fue de 9.8; cuando mi promedio era de 6.7, así que si fue un cambio significativo. Justo en ese momento, un día desperté con un dolor en la rodilla derecha, lamentablemente esa pequeña dolencia no pensábamos que fuera algo tan grande.

  • ¿Cómo ese pequeño dolor de rodilla termina siendo un tumor?

Tenía trece años, era un dolor persistente, necesariamente tenía que ser revisado. Estuve con un quiropráctico, terapias con imanes hasta practiqué yoga. Un día, caminando con la ayuda de muletas, me resbale con un vaso y me doble la pierna que me dolía. Justamente fue en ese momento, que estaba a punto de salir de vacaciones. Me regreso a Tuxtla y fue cuando junto con mi madre, visitamos hospitales y todos solo me indicaban que sacara una radiografía y ya. En una ocasión, llegamos con un doctor junto con mis padres con una radiografía; es ahí cuando me dice que me retiren de la sala, para que ellos se quedaran solos. Regreso como media hora después y veo a mi madre, secándose una lagrima con una servilleta además de ver a mi padre en shock porque salió muy dócil. Tuvimos que viajar a la Estado de México para poder realizar más estudios, es ahí, en el Hospital Infantil de México “Federico Gómez” cuando en una reunión con diez doctores para analizar mi caso me dicen que tenían que lo más probable era que perdiera mi pierna, porque tenía un tumor y lo más factible es que sea canceroso.

Foto: Carlos Rodrìguez

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La lucha

Después de la detección de un tumor en su rodilla derecha, Emilio, pasaría una etapa de jornadas largas en los hospitales debido a la quimioterapia, tres operaciones de más de 62 puntadas desde la rodilla hasta la pelvis para incrustar un tubo de titanio, un periodo de soledad inmenso hasta el punto de tomar la decisión de liberarse de ese atenuante dolor.

  • ¿Qué impacto tuvo la noticia en ti?

Salí destrozado, pensé: ¿Qué voy hacer con mi vida?, ¿Cómo me voy a mover?, ¿Quién le va a enseñar a jugar futbol a mis hijos? Mi madre, después del anuncio, comenzó a buscar desesperadamente por todo el hospital, a un doctor que era de los mejores del hospital. Resulta que ese doctor, es Pablo Lezama del Valle, quien es considerado uno de los mejores médicos de América Latina en oncología pediátrica. Logramos establecer un contacto con él, y fue muy claro para decirme que tenía un cáncer en la pierna, lo que estaba en discusión en ese momento era salvarla.

  • ¿Qué fue lo peor que pasaste durante ese tiempo?

Junto con el apoyo del Dr. Lezama, me canalizó para tener una cita para el día lunes con al Dr. Rogelio Cortez en Toluca. Pasan unos días, el dolor era intenso dolor en la rodilla al punto que sin estar haciendo nada me dolía, traía muleta. En la noche del sábado, estábamos jugando en la casa de mi tío Gabriel, retire mi muleta y apoye mi peso en esa pierna; un grave error. A los minutos de haber pasado, comencé a gritar del dolor, le hablaron a mi madre y junto con mi tío me llevaron a urgencias y me quedé dos días sin moverme. Resulto ser una fractura en el mismo lugar donde estaba el tumor, el dolor era increíble. Cuando llega el día lunes, me mandan a realizar más radiografías; lo puedo describir como uno de los tres momentos más dolosos de mi vida. Estando en urgencias me tienen que mover a la sala de radiografías, el sentir de los mosaicos al pasar fue como si est

uvieran martillando mi pierna. Lo más doloroso fue estirar mi pierna al momento de hacer los rayos x, era tanto el dolor que me estaba desmayando.

 

  • ¿Cómo fue el tratamiento del cáncer?

    Foto: Carlos Rodrìguez

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—  Pues fue algo realmente triste. Tenía un yeso que me cubría toda la pierna debido a la fractura. El Doctor Cortés me mencionó que me podían rescatar la pierna, pero tenía que llevar seis ciclos de quimioterapia para poder reducir el tumor y así hacer una operación para extraerlo. Entonces optamos quedarnos a vivir en Toluca junto con mi madre y mi hermano Esteban, pero tenía una hermana en Guadalajara, mi padre estaba en Chiapas trabajando. Era una etapa muy sola, no podía bañarme fácilmente, comer era un relajo, estaba 18 horas de mi día en la cama. Llega el día, donde me anuncian que soy candidato a una prótesis de titanio para incrustármelo desde mi rodilla hasta la pelvis, la operación duro más de siete horas, más de 60 puntos. Estuve dos días dormido, en el cuarto día me indicaron que tenía que levantarme; fue una sensación horrible sentir como la sangre bajaba hasta la rodilla.

 

Quiero una pierna como la de Pistorius

Emilio, hizo un experimento con una moneda. La condición era de lanzará 10 veces una moneda y dependiendo de la parte que más veces quedará iba a decidir. Águila era vivir, sol era morir. Lanzó las diez veces la moneda; las diez veces cayeron águila. Después de terminar la rehabilitación de la cirugía, el 23 de agosto del 2011, es el día donde oficialmente le dan de alta médica y se tiene que ir acoplando a su nueva vida: que sin lugar a dudas no sería la misma.

  • ¿Cómo fue regresar?

Al principio si fueron muy pesadas las bromas; ahorita si me puedo burlar de mi pierna, de mi cáncer, pero en aquel momento era muy pesado. Estaba calvo y sin cejas, me molestaba mucho que llegaran a rebatar mi gorro. Me perdí un año entero, tenía 14 años y no sabía cómo retomar una conversación. Entre a la escuela, comienzo a salir con una chica; que hoy es mi novia. Antes de terminar la secundaria, se rompió la prótesis entonces fue volver a retomar la cirugía, abrir y ponerla de nuevo. Cada prótesis me costaba 110,000 pesos y todo salía de las cooperaciones y la solidaridad de la gente.

  • ¿Cómo descubres el deporte adaptado?

Estaba entrando en la preparatoria, cuando desafortunamente se me vuelve a romper la placa de titanio y se vuelve a recaudar el dinero y la operación. Conozco en el hospital a una persona que me invita a realizar el deporte adaptado; tienes una idea de que existe el deporte paralímpico, pero no, que este en México y menos en Tuxtla. Estaba muy delgado por la quimioterapia; al punto de verse mis costillas. Fui un día a la Unidad Deportiva “Panchón Contreras” por primera vez me puse una silla de ruedas, me comienza a interesar el deporte y a cuidar mi figura. Comenzamos a entrenar y por primera vez me piden ir a una paralimpiada con el equipo de Basquetbol estatal.

  • ¿Por qué te interesó practicar otros deportes?

Regresando de las competencias, me invitaran a correr 5 kilómetros; llegue en último lugar, pero lo dí todo, hasta me desmaye. Lo que me gusta del deporte, es que vas rompiendo barreras: si corría 5 km en la próxima hacia lo posible por hacer 10, cuando lo logras, te motivas. En el Medio Maratón Chiapas 2014 realice los 21 kilómetros en mi silla de ruedas para basquetbol. Hace menos de un mes, corrí más de 60 kilómetros en Guadalajara, en una silla de ruedas especial de empuje. En estos momentos estoy enfocado en el Crossfit, practico las pruebas de fondo, atletismo y en una ocasión hasta baile; algo que disfrute mucho. Quiero estar algún día con una pierna similar a la Oscar Pistorius y estar en una competición olímpica.  Voy a seguir luchando por obtener una medalla paralímpica, aún no sé en qué, pero no quiero irme de esta vida sin obtener una.

Ya estoy tan acostumbrado a la tragedia, que ya no me sorprende

Foto: Carlos Rodrìguez

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Con casi medio millón de pesos gastados en tres prótesis de titanio y una bicicleta especial. En un 31 de diciembre justamente el día de cumpleaños de Emilio, lamentablemente en una tercera ocasión se vuelve a romper el tubo de titanio, pero la decisión fue renunciar al dolor. Emilio tomaría la decisión más fácil de tomar en torno a operaciones y fue la de amputarse la pierna. El despertar un 11 de enero del 2016 sin una pierna, para él, fue algo que valió la pena.

Para poder tener la prótesis de pierna que ahora tiene, se tuvieron que recaudar más de 220 mil pesos, ya que las piezas importantes eran de Alemania y las demás eran producción mexicana. Durante más de 4 años, se tuvieron que hacer campañas para recaudar todo el dinero, para la reposición de los tres tubos, la bicicleta y últimamente la prótesis. Emilio de manera personal agradece a todas esas personas, que entendieron la situación que estaba pasando y coadyuvaron a la recolección de dinero mediante campañas mediáticas y a cada ser humano en general que aportó un granito de arena, para que hoy, Emilio Ramón Betancourt, pueda representar dignamente al estado de Chiapas y en algún futuro tal vez entonar el himno nacional en el podio de unos Juegos Paralímpicos, con la bandera del águila y la serpiente en todo lo alto.

Actualmente “Emilio ¾” como le dicen de cariño sus amigos, estudia la preparatoria en el Centro de Estudios de Bachillerato “Rene Descartes”, práctica múltiples deportes, tiene una agenda muy ocupada debido a los entrenamientos, tareas y competiciones. Durante este inicio de año, debido a la gran admiración que tiene Emilio a Saúl Mendoza Hernández (Atleta paralímpico destacado) empezó una aventura como conferencista, dándole mucho de los detalles que lo llevaron a ser quien es, a tomar grandes decisiones, a no solo pensar en el no poder sino romper las ataduras y aventurarse a ser una mejor persona.

Foto: Carlos Rodríguez

Foto: Carlos Rodríguez

La pregunta es, Si Emilio, padeció cáncer, ahora con una prótesis de pierna realiza más de cinco disciplinas deportivas, estudia, tiene novia y además da conferencias…

A ti ¿Qué te impide a romper tus barreras?

Escucha la entrevista completa por aquí:

https://soundcloud.com/andres-dominguez-449125242/emilio-betancour-deportista-paralimpico

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  1. “Me hace falta una pierna, pero no el coraje” Emilio Betancourt - 12 julio, 2016

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