Los tocadiscos, medio de comunicación que mantiene viva la cultura zapoteca
Diana MANZO/Corresponsal
JUCHITÁN, OAX, (pagina3.mx).- Para los males, las bondades, los antojos, la felicitación y hasta la política; los tocadiscos, -como llaman a los altoparlantes en los pueblos indígenas-, son parte de su historia, porque han estado presente desde más de medio siglo como medio de comunicación tradicional y al mismo tiempo mantienen vivo la lengua materna , el zapoteco.Ni los rayos del sol han aparecido en la Tierra de las Nubes (zapotecos) y tampoco el gallo ha dado la bienvenida al nuevo día con su canto, cuando las voces de las mujeres y los hombres comienzan a clarificarse por las bocinas de los tocadiscos, siendo el primer comunicado un “Muy buenos días mi gente”, en su lengua materna.
Tá Tomás Villalobos (Juan Villalobos López) de 82 años , Juan Turu (Ramón Ruiz Alvarado) de 79 años y Ta Piper de 69 años (Carlos Ramírez Santiago), son tres de las voces que a diario simulan el despertador de los pueblos indígenas, a las 6:00 de la mañana comienzan a clasificar y dar a conocer los avisos a todos los ciudadanos.
Ta Tomás Villalobos y Juan Turu, son originarios de la localidad de Unión Hidalgo, mientras que Tá Piper vive en la séptima sección de la ciudad de Juchitán, los tres tienen algo en común, son parte viva de un rescate constante de la lengua materna.
Y a pesar de que los mensajes llegan en castellano, ellos los traducen en zapoteco, pero lo más admirable es que apenas si concluyeron el cuarto grado de primaria.
En el caso de Tá Tomas Villalobos está agradecido con esta actividad, porque gracias al Altoparlante y su actividad como comunicador comunitario, mejoró su escritura en castellano y zapoteco, asimismo para Tá Piper, quién traduce todos los textos a zapoteco mientras que Juan Turu ha perfeccionado sus palabras en su lengua materna para poder expresar cada aviso o felicitación al aire.
En los pueblos del Istmo, principalmente los zapotecos, existe un altoparlante son aproximadamente entre 150 y 180 tocadistos en todo el Istmo de Tehuantepec son el medio de comunicación comunitario y tradicional para que actualmente los niños y jóvenes escuchen a diario las palabras y las canciones en su lengua materna.
“La gente llega y me trae sus textos en castellano, lo que hago es traducirlo a zapoteco, para esto me he preparado leyendo más diccionarios, poemas, canciones, porque cada palabra en zapoteco debe darse tal cual, sin modismos, todos esos detalles los checo antes de tomar mi micrófono y mover la bocina de oriente a poniente o de norte a sur”, explicó Ta Piper.
Juan Turu, por ejemplo, compartió que cada vez que da al aire un anuncio de un fallecimiento o de una celebración luctuosa, comienza con una melodía que desde que puso su Altoparlante ha sido su identificación para este tipo de mensajes.
Mientras que Ta Tomás Villalobos, lo que lo distingue, es que su micrófono que utiliza, tiene casi medio siglo, porque lo adquirió en el año de 1959, es el que siempre lo acompaña cada vez que emite un mensaje al aire, lo considera su amuleto de la buena suerte.
En la comunidad de Unión Hidalgo, el primer altavoz se llamó “La voz de la almendra” y otro más “Rosita Cantón”; sin embargo, al ver competencia entre ambos, el segundo comenzó a perder clientela, por lo que su dueña, Rosita Morales López le vendió su equipo a Ta Tomás Villalobos, quién en un 7 de septiembre de 1957 comenzó a trabajar con su tocadisco desde la parte oriente de Unión Hidalgo.
Sin luz eléctrica en la comunidad, Tá Tomás Villalobos comenzó a dar anuncios, el cual trabajaba por medio de una planta de luz con el uso de gasolina y fue hasta el año de 1968 cuando por gestiones del alcalde de Unión Hidalgo, José Cruz Cartas y el entonces presidente de la república Lázaro Cárdenas del Río, se introduce la energía eléctrica en este municipio.
Para que los mensajes alcancen la mayor parte de audiencia, los tres comunicadores comunitarios han colocado en sus techos sus bocinas con la ayuda de varas de carrizo de gran altura y cuerdas de hule de gran grosor, con la finalidad de que tenga movilidad cada vez que emiten los anuncios.
Mientras hablan, mueven sus cuerdas y a su vez las bocinas se van adecuando de norte a sur, de oriente a poniente, de tal modo que el alcance sea mayor y el mensaje llegue a todos.
Los tres se identifican con algo singular y peculiar, Tá piper tiene una voz aguda y clara, al igual que Tá Juan Turu, quien a pesar de que sus clientes le piden dar sus mensajes en castellanos, su voz se distingue por las mañanas cuando da a conocer sus variados anuncios, pero Tá Juan Villalobos, los más de 50 años como locutor comunitario lo recomiendan, especialmente para las notas de antojitos y de eventos religiosos.
Un amplificador, micrófono, bocinas y un reproductor de discos, son los aparatos electrónicos que se utilizan como medio de comunicación en el Altoparlante, además del mantenimiento y cuidado diario.
En ambas comunidades, Unión Hidalgo y Juchitán, se establecen horarios para el uso del altavoz, esto debido a que han ocasionado molestias a los vecinos, pues las bocinas tienen gran alcance el mayor emite 150 watts de potencia.
De 6:00 a 9:00 de la mañana, de 12:00 de la tarde y hasta las 19:30 horas, es el horario que diversas autoridades ecológicas y municipales establecieron para que los altavoces trabajen, esto debido a que conforme avanzaba el tiempo, las quejas se hicieron más y más grandes, razón por la cual hubo la necesidad de ubicarles un tiempo fijo y no removible.
“Nosotros no trabajamos con el famoso horario de Verano, sino el de Dios, así también nuestros clientes, ellos ya lo saben, algunos nos contratan semanalmente y otros pagan diario, cada aviso cuesta entre 15 y 20 pesos, asimismo en temporada de campañas políticas, nos traen sus avisos, invitaciones a reunión y los pasamos, hemos sido de gran ayuda para que la comunicación en los pueblos sea más directa y sobre todo la permanencia de la lengua materna, porque los avisos se dan en zapoteco”, expresaron.
Los tres coinciden que el trabajo del altavoz, es “celoso”, pues durante todo el día, son requeridos para dar a conocer las vendimias de la vecina, la boda del amigo o el funeral del ser querido.
Antes de trabajar como locutores comunitarios, cada uno tenía su trabajo. Juan Turu fungió como presentador de películas de cine, Tá Piper fue ferrocarrilero, cantante y beisbolista, y Tá Juan Villalobos campesino.
“Emplearnos como locutores comunitarios ha sido de gran ayuda para la economía personal y familiar; en los años ochenta, noventa y principios del 2000 hubo gran demanda, hacíamos entre 20 y 25 anuncios por día o más, y eso contribuyó. Con lo poco que nos llega al día, tenemos dinero, pudimos alimentar a nuestros hijos y esposa; sin embargo, es un trabajo muy celoso, no podemos escaparnos a las fiestas mucho menos irnos de viaje, porque los clientes pueden irse a otro lugar”, relataron.
Compartieron que también se cuidan sus gargantas, no toman agua fría y a diario la lubrican con miel y limón y otros más con algún ungüento de eucalipto.
LA LLEGADA DE LAS RADIOS COMUNITARIAS AL ISTMO, NO CAUSÓ AFECTACIÓN
En los pueblos del Istmo, en el año 2005 comenzaron a operar las radios comunitarias y con ello pareciera que los altavoces morirían pero no fue así, no paso nada, detallaron los locutores comunitarios, porque sus avisos y actividades han sido los mismos en cantidad.
Solamente en la ciudad de Juchitán se tiene el registro de 30 radios comunitarias, mientras en el resto de los pueblos zapotecas existe otro número similar, pero los altavoces siguen igual presentes.
“La gente, nuestros clientes también comparan precios, nosotros cobramos 20 pesos por anuncio, pero las radios suponemos les cobran mucho más, también influye mucho la voz, el modo con el que decimos los anuncios y lo más importante la lengua materna, las radios comunitarias en su mayoría hablan en español y nosotros no, todo es zapoteco”, puntualizaron.
LA HERENCIA ES PARA NUESTROS HIJOS…
Finalmente, expresaron que su mayor deseo es que este oficio de locutor comunitario siga existiendo a pesar del tiempo, Ta Tomás Villalobos lo ha heredado a su hija Jacinta Villalobos Antonio, mientras que Juan Turu y Tá Piper aún no saben en que manos será destinado, sí a sus hijos o nietos, pero ninguno quiere que muera.
“La ilusión con la que comenzamos el primer día este oficio sigue la misma, todos los días nos levantamos a las 5:00 de la mañana a preparar nuestro tocadisco y afinar nuestra garganta y con gusto, pasión y responsabilidad damos lectura a todos los mensajes que nos llegan, eso es de todos los días, pero no es monótono, porque en cada felicitación, en cada aviso de antojitos y en cada anuncio de un funeral, va nuestro sello individual, que nos distingue entre los más de cientos de altavoces que hay en el Istmo de Tehuantepec y ese ha sido nuestro éxito”, concluyeron.
El zapoteco, presenta una desaparición acelerada.
Según datos del Catálogo de las Lenguas Indígenas Nacionales, publicado por el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas, identifica 62 variantes lingüísticas, con un total de 410,901 hablantes, de las cuales cinco se localizan en 28 municipios del Istmo oaxaqueño.
Además del Diidxazá se habla el Didxsá, que se habla en localidades del municipio de Guevea de Humbolt, en Santa María Tototolapilla y Santiago Lachiguiri; el Ditsiré se habla en localidades de Guevea de Humbolt y en Santa María Guienagati; el Didxazé o zapoteco de Petapa, se habla en Santa María y Santo Domingo Petapa.
El Diidxazá o zapoteco del Istmo, es una de las variantes más extendida en términos territoriales, también es la más numerosa, es decir 104 mil 084 personas la hablan, lo que representa el 30 por ciento del total de hablantes de las 62 variantes; se habla en 22 municipios istmeños, concentrándose casi el 50% en Juchitán.
Vicente Marcial Cerqueda, lingüista e investigador afirma que en términos lingüísticos se nota un desplazamiento importante de las lenguas indígenas en el Istmo, pues en el primero hay un 60 por ciento de habitantes que no habla lengua indígena y en el segundo, el 77 por ciento sólo habla español.
Los municipios que presentan una extinción acelerada se localizan los municipios de Juchitán, Tehuantepec, Santiago Lachiguiri, Unión Hidalgo, Santa María Petapa, y Santo Domingo Petapa, entre otros municipios considerados por la CDI como municipios indígenas.
Sin embargo, los municipios como El Espinal, Ixtepec, Comitancillo e Ixtaltepec es una situación más crítica por que conforme vayan falleciendo los adultos mayores son pocos hablantes quienes lo remplazan, es decir al morir 100 personas ya solo lo hablaran menos de cinco personas.
Mientras tanto el municipio de San Blas Atempa se localiza en la extinción lenta, debido a que de cada 100 personas que mueren, 82 niños lo hablan, caso contrario es Santa María Xadani que se encuentra en la etapa de Recuperación lenta debido que mueren 100 personas y 120 niños están hablando el Didxazá.
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