Desde 1990 zonas indígenas son “focos rojos” de muerte materna
Anaiz Zamora Márquez
Al inicio de la década de 1990, el 55 por ciento de la muerte materna (MM) en México se concentraba en zonas rurales e indígenas; a 20 años de distancia, el 33.4 por ciento de estos decesos aún se focalizan en localidades de menos de 2 mil 500 habitantes y de origen indígena.
Pese a que en estas dos décadas se pusieron en acción al menos 10 estrategias nacionales, un programa federal, e incluso se contó con un marco de acción internacional para lograr como una de las metas del milenio la reducción de la MM, las mujeres de zonas rurales siguen siendo discriminadas en los servicios de salud, violentadas por el personal sanitario y con poco acceso a servicios adecuados.
Durante los años 90 María del Carmen Elú Cayado, doctora en Antropología Social y fundadora de la Red por la Salud de las Mujeres en Latinoamérica, y la directora de la Iniciativa de Salud de la Mujer en la Universidad de Harvard, Ana Langer, documentaron las causas por las que las mujeres morían durante el embarazo, parto o puerperio (40 días posteriores al parto).
Las expertas denunciaron que estas muertes no eran “normales” y en sus hallazgos destacaron que durante la década de los 80 y principios de los 90, 55 por ciento de las MM se concentraban en sectores rurales, mientras que el riesgo de morir por una causa materna en estas zonas era dos veces mayor que en el medio urbano.
Desde entonces figuraban como “focos rojos” –por concentrar el mayor número de defunciones y mayor rezago en atención en salud– los estados de Oaxaca, Chiapas, Chihuahua, Puebla y Veracruz, entidades con gran proporción de población indígena.
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