Crónica de un reencuentro con Arcade Fire
Kath Salinas
En 2008 tuve mi primer encuentro con la banda canadiense, era verano en Toronto, época perfecta para que se armen cualquier cantidad de festivales. Con toda la intensión de conocer a qué sonaba ese país era un most lanzarme a uno. Sin querer el destino me puso en el momento correcto, estaba a punto de conocer a uno de mis amores, música sencilla ejecutada de manera que pareciera complicada, ¿dos baterías, violinistas, tres teclados y más de 5 personas en una banda? Pues sí, así de extraño es Arcade Fire.
Hace tres años pisaron suelo mexicano por primera vez, en dicha ocasión la banda estrenaba “The Suburbs”, probablemente el más emblemático de sus discos, que ya suman cuatro más dos EP´s. Y si bien armaron un buen set para aquella ocasión, México quería más.
Como buena fan de la banda comandada por Win Butler y Régine Chassagne, no dudé en conseguir boleto y hacer mi luchita por verlos de nuevo en cuanto se anunció su incorporación al cartel del Vive Latino.
La llegada al Foro Sol en metro parecía imposible. Estaciones atiborradas de gente que a juzgar por la edad, vestimenta y demás ajuares, se dirigían a la misma cita que yo. La opción fue tomar un taxi, y un bien portado viaducto permitió a llegar a tiempo. A mi llegada Cut Copy se encargaba de animar al, hasta ese momento, poco público en el escenario Indio (el principal). Mezcal con paletas de hielo para el calor, chelas que rebasaban los 80 pesos y un ambiente más de rave con chavas bailando ula ulas y luces neón, contrastaban con el show que estaba por comenzar.
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