Crónica de una absurda detención
Por Ernesto Aroche Aguilar
El centro de Huejotzingo es este martes por la noche un campo de batalla en pleno, fuertes detonaciones cimbran los puestos que bordean la plaza principal, y el humo de la pólvora quemada entinta el escenario carnavalesco por el que se mueven los huehues enfundados en sus coloridos trajes.
Al fondo de la plaza y frente al palacio municipal un graderío cubre casi totalmente el inmueble. Hay decenas de policías entre municipales y estatales que resguardan una pequeña puerta, la que conduce a los separos de la policía, y frente a ellos pesadas vallas metálicas que buscan contener a los vecinos del lugar que están ahí a la espera de ver salir a sus familiares y amigos, detenidos tras el enfrentamiento que se suscitó cuando grupos carnavalesco irrumpieron en el lugar para “las guerritas”, una de las tradiciones de la fiesta que se vive en ese municipio poblano. Un juego muy peligroso que casi siempre deja personas heridas como saldo, y que se buscaba ir eliminando, incluso por los propios participantes al carnaval.
Leonardo Herrera estaba ahí cuando todo inició. Armado con una cámara fotográfica registró el momento en que llegaron los grupos a derribar las vallas metálicas, no pudo hacer mucho, fue rápidamente detenido por la policía municipal que arrió con los que pudo antes de resguardarse en la comandancia, pues los participantes en el enfrentamiento entre bandos amagaron con tomar el lugar.
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Cuando Leo propuso a Lado B cubrir gráficamente el carnaval su propuesta fue la de mirar a la fiesta que se celebra desde fines del siglo XIX desde otro punto de vista, no sólo a los danzantes y sus enfrentamientos, que recuerdan el momento en el que suavos, turcos y zapadores se vieron derrotados por el ejercito compuesto por indios zacapoaxtlas y divisiones varias comandados todos por Ignacio Zaragoza; o sus representaciones de Agustín Lorenzo y su rapto de la hija del corregidor.
Leo quería mirar a la fiesta como un momento que abre un espacio de convivencia familiar.
Y así lo hizo, la primera andada de fotos que llegó al correo del portal eran padres e hijos. Huehues y huehuecitos. Huehues adultos, de la tercera edad diríamos, madres e hijos desfilando.
Es decir, ese momento en el que la fiesta es más que sólo detonaciones y el olor de la pólvora quemada es más que las notas de todos los años que hablan del número de lesionados, detenidos y muertos producto de la fiesta que anteceden al inicio de la Cuaresma, el último jolgorio antes del periodo de penitencia y reflexión al que obliga la fe católica. El momento en el que la fiesta es eso, fiesta popular.
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De poco sirvió que cuando llegó la policía Leo dijera que trabajaba en un medio, que estaba haciendo una cobertura periodística, igual se lo llevaron junto con cerca de 30 personas más.
De nada sirvió que en las celdas les dijera que era fotorreportero y estaba haciendo un trabajo profesional. Se quedó ahí por varias horas hasta que le impusieron una multa de mil pesos para que saliera, acusado, según la gente del patronato, según las autoridades de ese municipio gobernado por el priísta Carlos Morales Álvarez, de que había alterado el orden público con su cámara y sus clicks.
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