El rock, entre la academia y el entretenimiento
Alonso Pérez Fragua
*Texto leído en la presentación del libro Música y cultura alternativa, de Laura Martínez, en la pasada Filec 2014, en Tonanzintla, Puebla.
Track 1. Mátenme porque me muero
El 50 aniversario de Saúl Hernández, el pasado 15 de enero, fue signo de mortalidad para algunos de nosotros nacidos en la segunda mitad de la década del 70 y la primera del 80 del siglo pasado (solo el hablar del “siglo pasado” puede ser motivo de sudores fríos…). En una época en que el tiempo se ha “comprimido” como sucede en ésta, nuestra agitada postmodernidad, la edad del vocalista de Caifanes / Jaguares también es una razón más para hablar del rock mexicano como un tema histórico, como un objeto de museo. O al menos eso pasa o pasaría en otras latitudes.
Para los que se consideran rockeros o roqueros, como escribiría José Agustín, es bien sabido que este género musical ha sido, desde sus inicios, considerado como fenómeno extranjero y extranjerizante que, por estos mismos motivos, fue relegado de muchas maneras y de distintos ámbitos. Uno de esos campos que le fue vedado por décadas fue el de la academia.
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