La fábula del esperma y el óvulo
Por Pepe Flores
Cuando iba en primero de secundaria, en mi última clase de Biología, el profesor sacó un libro. Pidió silencio para la clase. Ajustó sus lentes y comenzó a leer la misma lección que, hasta donde sé, repetía cada ciclo escolar.
La historia se llamaba Un espermatozoide enamorado.
El relato narra la vida de Espermatozoide, quien “vivía en el país testículo, del planeta hombre.” Espermat –como le llamaban de cariño- “nunca fue el mejor de la escuela”, pero tenía la singular habilidad de ser el más veloz de la clase de educación física.
(El texto, por cierto, se atribuye indistintamente en la red a Omar Contreras Molina y a Jaime Alejandro Nieto.)
El cuento continúa con la aparición “de una hermosa chica llamada Óvulo”, proveniente de (¡adivinaron!) la ciudad ovario de planeta mujer. Quisiera seguir parafraseando la historia, pero creo que un cita textual es más elocuente:
En el país testículo todos estaban obsesionados por aquella chica, pero nadie como Espermat, quien había logrado conseguir una foto de ella, Guiado por su amor, llevo a cabo muchas averiguaciones, se enteró que trasladarían a Óvulo a un lugar donde ya nadie podría alcanzarla, irían por el camino de Trompas de Falopio, era allí donde Espermat aspiraba alcanzarla.
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