En defensa de una nueva radio pública
Por Pepe Flores
La omnipresencia de la radio está infravalorada. Si la comparamos con otros medios de comunicación, no está bajo los reflectores. A la televisión se le asocia con un lugar hegemónico en la casa, como el socializador del siglo XX por excelencia. A la prensa siempre se le ha reconocido su poder para imponer temas en la agenda y para mover a los líderes de opinión. A Internet se le ve como el gran medio del nuevo milenio, la aldea global que soñó Marshall McLuhan, lasupercarretera de la información, entre otros lugares comunes.
Pero, ¿dónde quedó la radio?
Sigue ahí, inserta en la vida cotidiana, pero de manera más discretas. Va en el automóvil, acompañando el trayecto de ida o vuelta al trabajo. Está en el pesero, en forma de canciones pegajosas, cumbias o románticas o éxitos del momento. Está en el trabajo, con la voz como compañía para quienes ejercen su jornada en la soledad de un cubículo o una caseta. Está en el taxi, en la nostalgia del conductor que aún escucha el béisbol o en la resignación de quien debe conformarse con oír esa mezcla de estática y narración de fútbol.
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