
El éxodo de los niños migrantes (*)
Anderson coloca sus manos y brazos en la misma posición que las utilizaría al disparar una arma larga: un rifle, una escopeta, una ametralladora. No mide más de un metro de estatura, tiene 7 años de edad, pero puede hacer una recreación de la forma en que murió su padre Marco Antonio, en manos de integrantes de las pandillas de Honduras. Con esas pandillas Anderson jugaba con armas mientras le decían que lo enseñarían a matar. Hasta que el muerto fue su padre. Anderson, su hermano Antony de 5 años, y Jeferson, de 10, forman parte de la caravana de […]