Medallas y mujeres

Prisca Awiti Alcaraz
Foto: @juegosolimpicos

#ParaleloOlímpicoParis2024

*Por Mirna Benítez Juárez

Bronce con sabor a oro podría titularse un texto surgido del sentimiento compartido por millones de mexicanos que, como cada cuatro años y sin saber muy bien la razón, esperamos con ansia vernos retratados en el medallero olímpico.

Con regularidad, una noticia deja de serlo un día después del suceso que la provoca, pero la inauguración de los juegos olímpicos de París 2024, ha generado múltiples opiniones al igual que el tercer lugar logrado en tiro con arco por el equipo femenil mexicano. Las razones son múltiples. En este caso retomaré lo que me parece muy significativo y un tanto opacado por “la última puesta en escena” de lo que se considera “la última cena”. Me refiero a la “emergencia” que las mujeres francesas lograron, desde el mismísimo río Senna, para mostrarse al mundo.

Aunque parezca inapropiado para algunas sensibilidades, las mujeres irrumpimos con una fuerza que anteriormente no mostrábamos y, si en la Francia del siglo XXI pudieron salir bañadas en oro, todavía en otras latitudes seguimos picando piedra. Así lo externó Aída Román, arquera y medallista de plata en Londres 2012    -cuya experta y emotiva narración de la competencia contra las neerlandesas- aún resuena en los oídos de quienes disfrutamos la confrontación. También, con ella, la sororidad se hizo evidente al referir la situación que obligó a Gabriela Bayardo Schloesser -a competir contra mexicanas, siendo mexicana- porque años atrás los directivos de la CONADE no le permitieron entrenar fuera y seguir representando a su patria. Pero, todavía más. Refirió que en esa dependencia se emitían expresiones de menosprecio a las arqueras (en la jerga mexicana “las ninguneaban” por ser mujeres), por desgracia, nada extraño, pero ella sí reconocía la trascendencia de tener cuatro mexicanas luchando por el bronce. Con Aída Román, un erudito Alberto Lati, y miles de mexicanas y mexicanos legos supimos por qué, en el equipo mexicano ganador, Alejandra Valencia, la de mayor experiencia, lanza la primera flecha para identificar las condiciones ambientales y compartir a las dos siguientes tiradoras. Luego el turno de Ángela Ruiz, cuyo “regalo de cumpleaños 18” es el segundo lugar olímpico -descrita por Román como perfeccionista- y terminar con Ana Paula Vázquez, para cerrar la competencia con la última diana y quien, descrita como “chispa”, festejara con toda su pasión el triunfo e incendiara al “graderío” (y a los que estábamos a miles de kilómetros) al agitar sus brazos como aspas de molino. Nuevamente la Román, lanzó más flechas con el micrófono, al comentar que estas ganadoras inspirarán a miles de niñas para saber que es posible alcanzar las metas que una se proponga. Como complemento de ese ya entrañable 28 de julio, Lati, subido a la ola de la marea feminista, señala que en este siglo XXI son más las medallas olímpicas ganadas por mexicanas que por mexicanos (obviamente no es una “lucha entre sexos”) solo una realidad a mostrar con contundencia, aunque habrá a quienes no les guste mi énfasis. Ya de paso, y habiendo mencionado a Lati, es mucho mejor seguir las competencias por Claro Sport pues, ya desde la mencionada inauguración, se apreciaba lo que es preparar con profesionalismo un evento. La cultura general que este hombre evidenció fue contundente.

Casi al cierre de este texto veo, con una emotividad que no me cabe en el cuerpo, el combate por la medalla de oro entre la judoka mexicana (por decisión y por ser hija de mexicana) Prisca Guadalupe Awiti y perder, aunque en el olimpo femenino es ganar, ahora, medalla de plata. La memoria juega conmigo y me regresa el sonido de las competencias de mis hermanos, judokas, sobre el tatami verde y rojo del equipo entrenado por “el sensei” Casas. Los judogis (sus texturas); las cintas (la aspiración de colocarse una de color negro), las rivalidades y la medalla que mi hermana Norma, a sus casi 15 años, en categoría -40 kg., logra en Guadalajara, Jalisco para la delegación de Veracruz.

Que nadie nos diga que no podemos, que aumenten los apoyos, que no se nos menosprecie. Tal vez no falte mucho, tal vez tengamos que seguir picando piedra, pero no permitiremos que haya un “para atrás”. ¡Necesitamos que nos acompañen, no queremos seguir con la sensación de “bailar solas”!

*Socióloga e Historiadora. Integrante del observatorio Maradoniano del deporte.

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