Coincidencias en el desierto
Por Germán Martínez Aceves*
Como magos con bola de cristal, los productores del comercial de la cerveza Quilmes produjeron una historia para alentar las esperanzas de Argentina y apoyar a la albiceleste, dos veces ganadora de la Copa del Mundo. Los genios que dirigieron el promocional fueron: Guido “Chapa” Lofiego, Vera Nesis, Diego Gueler Montero y Darío Ventura.
La idea se basa en una serie de coincidencias que suceden en 1986, cuando Maradona comandó a los argentinos en el Mundial de México y en 2022, cuando diversos personajes recuerdan algo que sucedió hace 36 años y que pareciera encajar en la actualidad como un buen augurio
La sucesión de combinaciones filmadas con imágenes de buena factura cinematográfica nos presenta a jóvenes, a trabajadores y a personas mayores que apuntan las siguientes semejanzas entre 1986 y 2022: la final fue y será al mediodía; en la Navidad previa al 86 llovió en Buenos Aires, ahora sucedió lo mismo; Canadá clasificó para asistir a ambos Mundiales, logro que no alcanzó Chile; en el partido definitivo en México, Júpiter estaba en Piscis igual que sucederá en Qatar; Robert De Niro estuvo en Argentina en 1986 y regresó a la capital bonaerense en este año; el portero Franco Armani nació hace 36 años y va como paciente con el mismo doctor que le dio su primer nalgada pero al parecer ahora lo revisará, pero de la próstata; Charly García y Pedro Aznar dieron a conocer la canción Hablando a tu corazón que sirve de tema para el comercial ahora con la versión de Louta y Bándalos Chinos y; finalmente, recuerdan que en el 86 tenían al mejor del mundo, Maradona, y ahora, también, Messi, ambos con sus apellidos que inician con M.
Al final aparecen las frases: “Para el que necesita coincidencias, hay coincidencias. Para el que cree en el equipo, hay equipo”. Pedro Aznar remata con un: “¡Vamos carajo!”
El comercial es emotivo y se puede ver en YouTube. Con esa convicción, la nación argentina fincó sus esperanzas para el Mundial de Qatar, más cuando en este año conquistaron la Copa América ante Brasil en el propio Maracaná.
Con tantos argumentos favorable en las maletas, Argentina llegó a Qatar con la idea de que sus partidos serían un trámite para obtener la Copa del Mundo. Se recordará al portero Emiliano “Dibu” Martínez quien se burló con un “Fácil, fácil” cuando en el sorteo salieron México, Arabia Saudita y Polonia para acompañarlos en el grupo C.
Pero las coincidencias ya no cuadraban. El primer partido contra los árabes parecía que sería una milonga para los argentinos con un penalti ejecutado por Messi. La sorpresa fue en el segundo tiempo cuando los aguerridos saudís ganaron con anotaciones de Alsheheri y Salem. El panorama ya no era fácil.
Vendría el juego contra México. Dirigidos por el argentino Gerardo “Tata” Martino, los seleccionados tricolores saldrían con una extraña estrategia defensiva, pero ¡sin ataque! Sin delanteros que inquietaran a Dibu Martínez, el trabajo de Argentina fue no cejar y romper el bloque mexicano que se derribó con un toque magistral de Messi y un trallazo de Enzo Fernández.
La confianza argentina regresó y se mostró al vencer a Polonia con anotaciones de Alexis Mc Allister y Julián Álvarez. Australia sería su rival en octavos de final y las esperanzas de nuevo estaban cargadas, sobre todo cuando Julián Álvarez hizo un par de anotaciones y Messi mostraba que cada partido mejoraba su maestría para ordenar al equipo a su alrededor como un sol a su sistema. No obstante, los australianos sacaron la casta y pusieron en apuros a la albiceleste, a quien le anotaron su primer gol en eliminatorias mundialistas por vía de un tiro desviado que pegó en la espalda de Enzo Fernández.
Ahora Argentina enfrentaría a uno de sus rivales clásicos: Países Bajos, los creadores del futbol total, del movimiento rotativo, de ataque-defensa-ataque, de centrales que subían a rematar, reyes del pressing, un diseño hecho por Rinus Michels y lidereado por Johan Cruyff. Ese futbol moderno fue derrotado en el Mundial de Argentina 78 en una final que se fue a tiempos extras y que Mario Kempes, en medio de una lluvia de papeles azul y blanco, como caballo galopante, anotara un par de goles para un triunfo de 3-1, obra que culminaría Bertoni. César Luis Menotti dirigió a la azul y blanco en un contexto envuelto por la dictadura militar encabezada por el general Rafael Videla a quien los holandeses se negaron a saludar.
En el Mundial de Francia 98, neerlandeses y argentinos se enfrentaron en cuartos de final, en esa ocasión, los de naranja eliminaron a la albiceleste al son de 2-1. Kluivert y Bergkamp fueron los ejecutores.
En Alemania 2006 compartieron grupo y su partido lo igualaron sin goles. Lo relevante fue que en ese Mundial hizo su aparición por primera vez Lionel Messi. En la Copa del Mundo Brasil 2014, los argentinos se impusieron a los neerlandeses en la semifinal en penaltis
Ahora, en Qatar, se enfrentaron en cuartos de final y de nuevo Argentina eliminó a los Países Bajos en penaltis. La rivalidad encendió los ánimos entre los futbolistas. Las provocaciones neerlandesas, los dimes y diretes en la cancha, mostraron que Messi no es el “pecho frío” del que se habla y que en el “ser argentino” está presente el arrabal.
No hay que perder de vista la historia argentina. Como alguna vez ironizara Octavio Paz: “Los mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos… de los barcos”. En el siglo XIX, una gran cantidad de italianos migraron a Argentina atraídos por la gran bonanza agrícola y ahuyentados por la crisis política en Italia. También creció la llegada de ingleses que trabajaron en las nacientes industrias y llevaron el futbol a las pampas.
La fuerza campesina y obrera formó la nueva sociedad argentina sin exención de desigualdades. Los arrabales fueron el campo de cultivo de personajes envueltos en la violencia, en la trampa, en la marrullería y crearon su propio lenguaje: el lunfardo, a ritmo de tango y milonga. La camorra está presente en el ADN argentino y a la menor provocación sale a flote.
Esas actitudes les han creado cierta animadversión a los jugadores albicelestes, pero cuando se dedican a hacer futbol demuestran que cuentan con el toque de privilegio y la entereza de enfrentar los partidos como el que mostraron ante la Croacia de “los niños de la guerra” comandada por Lucas Modric.
Al escribir estas líneas aún no se juega el partido entre Francia y Marruecos. Cuando las potencias llegan a estas instancias, las sorpresas se acaban, los franceses, actuales campeones, es muy probable que se impongan a los combativos morocos.
La sangre europea con la viveza latina ha hecho que los futbolistas argentinos tengan sabios como Menotti y Valdano, virtuosos como Pasarella y Kempes y tocados por la divinidad como Maradona y Messi.
Si la clarividencia del comercial de Quilmes es cierta, el 18 de diciembre Lionel Messi y sus muchachos estarán levantando la Copa del Mundo por tercera vez para Argentina, si no, las coincidencias se quedarán en el desierto, en el páramo de la derrota y en los recuerdos de que aún el futbol es un arte deportivo que amalgama emociones que hacen brotar todas las pasiones más allá del bien y del mal. Y en algo si coincidiremos una gran mayoría: ¡Que viva el futbol!
**Es Licenciado en Comunicación Social por la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. Fue coordinador de la Feria Internacional del Libro Universitario de la Universidad Veracruzana.
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