Presiones
No es la primera vez que desde el norte se oyen voces que desearan empujar una intervención militar en México.
No es la primera vez que desde el norte se oyen voces que desearan empujar una intervención militar en México.
En el transcurso de esos años no sabemos con certeza qué ha cambiado en las zonas del brote rebelde. Qué quedó de aquellas tempranas imágenes del México pobre. De los discursos del poder. De la invitada número uno del zapatismo: la sociedad civil. Varios son aquellos momentos. Uno de ellos, acaso el más importante, fueron los intentos para acordar.
Un breve recuento de las fuerzas armadas rusas nos lleva a la segunda guerra mundial, sin descartar la ruptura del pacto Riventrop-Molotov con la Alemania nazi, una estrategia que consistió en ganar tiempo, nos sitúa en la llamada Guerra Fría, cuando tropas soviéticas ingresaron a Hungría en 1956.
Pelearse por la libertad de comerciar drogas no legalizadas, para que el Estado se haga a un lado, que deje hacer y deje pasar. De resultar esta dinámica, entonces es cuando El Estado se narcotiza con agentes, expolicías o presidentes de la República, yéndose al bando de “los malos”.
El mismo expresidente -usurpador para muchos-, que mandó a la guerra a las fuerzas armadas, tuvo que reconocer la operación militar para recapturar al hijo de un narcotraficante popularmente conocido como “el ratón”; el mismo que se puso la ancha chaqueta olivo, -para muchos prófugo en España junto con otros dos expresidentes priístas-, Felipe Calderón, omitió dar, por el contrario, el reconocimiento al presidente Obrador debido al éxito de esa captura llevada a cabo bajo sus órdenes. Nada nuevo
Entre pasiones, desilusiones, fanatismos, que brotan cuando el futbol se vuelve más que una distracción, pocas son las miradas que miran hacia otros lados. No se escuchan las voces de, por ejemplo, los llamados “organismos internacionales”, para muchos los verdaderos factores de poder internacional, protestar, advertir o protestar absolutamente por la destitución del presidente de Perú electo por el voto del poder popular.
Ni en el IFE antes, ni en INE después, el supuesto “árbitro” es imparcial. Debería serlo pues es parte de la democracia pero también de la lógica del poder.
Ni asombro ni condena. Las élites dominantes -financieras, comerciales, industriales, medios de comunicación, el hecho que la ganadora de las elecciones en Italia haya dicho que Mussolini sea de su agrado y admiración, ahora que la democracia les ha permitido acceder al poder. Tampoco el lenguaje bélico.
No sabemos la existencia de “topos” en el interior de las fuerzas armadas. No sabemos qué profundo ha sido la introducción y robo de información… Lo que sí sabemos es que esa acción de espionaje ni es de novatos ni de aficionados. Sólo instituciones encargadas del contraespionaje y espionaje estatal tienen la infraestructura para ingresar a una de las instituciones más herméticas, como las militares, en particular la mexicana que poco a poco ha ido mostrándose más pese a sus resistencias.