La fiesta del barrio
El sonido de los cuetes era uno de los tantos indicadores que había alguna fiesta en la ciudad. Linda no tenía idea qué festividad sería la próxima.
El sonido de los cuetes era uno de los tantos indicadores que había alguna fiesta en la ciudad. Linda no tenía idea qué festividad sería la próxima.
Las miradas de las tres mujeres se encontraron, con destellos de alegría. Mientras Rosario volvía su mirada al bordado resonaba en su mente la frase: ¡Viva México! Y por dentro decía, ¡Viva su gente, vivamos nosotras!
De pronto su mirada se posó en un pequeño canasto lleno de chicharrines, palomitas, justo estaba más adelante de donde ella se sentó.
El silencio se hacía presente, también el viento que movía las llamas de las veladoras blancas que yacían en el piso, frente al féretro.
Se dejó acariciar por el viento que corría, la sombra de los árboles era muy buena compañera. Observó a cada ave, de las gallinas le gustó lo intrépidas de subirse a las ramas de los árboles, la manera tan sutil de beber agua y el color de su plumaje.
Pasó por un pequeño parque que estaba cerca de su casa, había diversos espejos de agua, así solía llamarles a los charcos de agua que reflejaban los paisajes.
El día que le dieron la noticia estaba ayudando en la tienda, pasado el mediodía escuchó al señor que vendía pozol de cacao en su triciclo, gritaba con entusiasmo, —¡Aquí está el pozol! ¿Va a querer su pozol?
La comunicación en la sociedad se realiza a través de diversas maneras, una de las formas lúdicas y creativas es la pintura. El talento y habilidades de quienes plasman sus obras invita al público a observarlas y a conectar con ellas, tal es el caso de la exposición Pinceladas de vida que se realizó en el Café Rafaella Restó en Tuxtla Gutiérrez. Se expusieron 34 obras en diferentes formatos, con las técnicas de óleo, acrílico, acuarela y gis pastel. Las obras fueron pintadas en corrientes y estilos distintos como arte figurativo, contemporáneo, paisajismo, realismo y abstracto, indicó Hendy Castellanos, maestra […]
Sintió el airecillo frío, respiró profundo. Alzó la vista para buscar al ave que la deleitaba con su canto, no tardó en encontrarla.