Volar lo que se dice volar
La tarde otoñal era muy bella, el cielo dibujaba un fondo celeste con nubes blancas que lo decoraban y los rayos luminosos del sol creaban una atmósfera muy agradable.
La tarde otoñal era muy bella, el cielo dibujaba un fondo celeste con nubes blancas que lo decoraban y los rayos luminosos del sol creaban una atmósfera muy agradable.
En su comunidad Bertha ha aprendido que las enfermedades pueden sanarse haciendo uso de las hierbas que tienen en sus huertos.
También se puede percibir desde nuestro terruño chiapaneco y me atrevo a decir que en el ámbito nacional, el aroma a las festividades del Día de Muertos, aún estando en octubre.
El sol estaba asomándose, los cerros se veían despejados y permitían contemplar el verde que los decoraba.
El sonido de los cuetes era uno de los tantos indicadores que había alguna fiesta en la ciudad. Linda no tenía idea qué festividad sería la próxima.
Las miradas de las tres mujeres se encontraron, con destellos de alegría. Mientras Rosario volvía su mirada al bordado resonaba en su mente la frase: ¡Viva México! Y por dentro decía, ¡Viva su gente, vivamos nosotras!
De pronto su mirada se posó en un pequeño canasto lleno de chicharrines, palomitas, justo estaba más adelante de donde ella se sentó.
El silencio se hacía presente, también el viento que movía las llamas de las veladoras blancas que yacían en el piso, frente al féretro.
Se dejó acariciar por el viento que corría, la sombra de los árboles era muy buena compañera. Observó a cada ave, de las gallinas le gustó lo intrépidas de subirse a las ramas de los árboles, la manera tan sutil de beber agua y el color de su plumaje.