Cuando la ciudad duerme
Las banquetas amplias sin tanta gente abarrotándolas, hasta pudo deleitarse con una parvada de cotorros que pasó por el rumbo donde ella estaba.
Las banquetas amplias sin tanta gente abarrotándolas, hasta pudo deleitarse con una parvada de cotorros que pasó por el rumbo donde ella estaba.
Al público de las Voces Ensortijadas y a quienes integran el portal Chiapas Paralelo les deseo muy Feliz Navidad, que la pasen en armonía y paz con sus seres queridos.
Roberta enrolló y guardó cada bollo de hilo en la bolsa, imaginó que en ese tiempo de tener abandonado el bordado, se había organizado la fiesta de los hilos.
El paisaje era sumamente hermoso, se sintió agradecida y acompañada por ese regalo. Prosiguió su caminar, dio vuelta a la derecha siguiendo las indicaciones del conductor y alcanzó a distinguir los faroles. Sonrió.
De pronto, fue por una calle, dio vuelta, caminó nuevamente, giró y se percató que había regresado al mismo punto. Sonrió para sí, estaba sin avanzar. Se puso atenta y observó que un kiosco era el referente para que se ubicara.
Una de las cosas que más le costaba era llevar un equipaje ligero, se hizo el propósito de llevar solamente lo indispensable y ser práctica. En una mochila de dos hombros colocó lo que requería y para su asombro lo logró.
A medida que avanzaba en el tramo que la llevaba al vivero sintió la atmósfera cubierta de humedad. Por un momento tuvo la sensación que estaba en un bosque de niebla, su imaginación le fue de apoyo.
La plaza central era grande, sin el tradicional kiosco al centro, más bien tenía una fuente que deleitaba al público con las formas que hacía la caída del agua.
Dentro de sus ventanas favoritas estaban las de casas antiguas. Por su mente pasaban un sin fin de historias cuando hallaba alguna ventana que le deleitara no solo la vista, sino también la imaginación.