Conectar con las ausencias
¿Con qué resuenan cuando leen, escriben o escuchan la palabra ausencia? ¿Alguna ocasión se han preguntado cómo las ausencias forman parte del entramado de nuestras vidas, de nuestro día a día?
¿Con qué resuenan cuando leen, escriben o escuchan la palabra ausencia? ¿Alguna ocasión se han preguntado cómo las ausencias forman parte del entramado de nuestras vidas, de nuestro día a día?
Sintió el corazón contento, su rostro sonreía. De nueva cuenta empezó a columpiarse, disfrutando mientras iba ascendiendo, al tiempo que agradecía ese reencuentro, esa mirada hacia su niña interior.
Mientras cerraba los ojos recordó la imagen del paso a desnivel, sonrió para sí y se dejó arrullar con los latidos de su corazón.
El olor a barro, a naturaleza se dejó sentir apenas abrió la puerta don Chilo. Sin pensarlo Malavi se dirigió al patio de la casa, al fondo, donde se hallaba el taller de don Chilo, quien la siguió sin chistar palabra. Don Chilo sabía que su sobrina tenía un gusto especial por el taller de alfarería.
Mientras continuaba regando las plantas alcanzó a escuchar el canto de un grillo. Primero fue leve, luego agarró un tono un poco más alto que se mantuvo. Sin duda, ese canto alegraba el paisaje de la tarde noche.
Rita se quedó observando el cielo, se veían las ráfagas del atardecer en tonos cálidos. El color rojo le hizo recordar a su elemento fuego, sintió como si esa energía le estuviera faltando.
—¡Uy, pero qué les pasó con tanto calor! Ustedes requieren agua para reanimarse, pero agua de lluvia —dijo en voz alta, como en diálogo con las plantas y árboles.
El olor a tierra mojada le hizo evocar a Pilar uno de los momentos que más atesoraba de su infancia, compartir con doña Beti, su abuelita materna, los tesoros que ambas tenían.
Hasta ese momento no se le había ocurrido que el caminar es como vivir la vida. Cada quien tiene su ritmo, su modo, su estilo y su gusto por los lugares que serán recorridos, pero también hay tropiezos, esguinces, caídas.