6.30 de la mañana, la alarma del despertador sonó. De inmediato Mónica la apagó, se estiró y agradeció el nuevo día. La noche había sido reparadora para su descanso, la llovizna constante arrulló a ella y a Mago, su querido acompañante canino, quien plácidamente roncaba, acomodado en su cama color verde limón. Mónica se asomó a la ventana que daba al patio de su casa, la abrió, percibió el olor a tierra mojada. Las hojas de los árboles lucían decoradas con las gotas de agua recibidas como bendición. Rápidamente se dio un baño, preparó un licuado, lo bebió, se colocó los tenis y salió […]
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