Historias sobre el maíz
Esa mañana amaneció nublado, con mucho viento y una brizna de lluvia, el clima era frío. Mariela se percató de esta sensación friecita cuando abrió la ventana, a lo lejos estaba su papá entre la milpa cortando elotes.
Esa mañana amaneció nublado, con mucho viento y una brizna de lluvia, el clima era frío. Mariela se percató de esta sensación friecita cuando abrió la ventana, a lo lejos estaba su papá entre la milpa cortando elotes.
Ella no podría hacer una serie de colaboraciones y tenerlas en archivo, como si fuera una especie de ropa para cada día de la semana, porque cada uno de sus textos eran parte de su día a día.
No solo estaban las calles de su ciudad natal sino las de espacios foráneos, aquellas a las que había regresado en un segundo viaje y al recorrer iba recordando las experiencias y a la vez sumando nuevas, pero también las que, probablemente, no volvería a caminar.
Abrió la ventana y sintió los rayos del sol que se filtraban entre las ramas de los árboles del patio, acariciándole los ojos, era una luz brillante y a la vez suave.
Regresar a casa significaba continuar el andar, con nuevos bríos, deseosa de encontrarse con el espacio que habitaba, con sus plantas que había encargado a doña Tenchita, amiga y vecina de años.
Ese martes los rayos del sol apenas alumbraban, el cielo comenzaba a despejarse, ya eran las 10 de la mañana. Renata aprovechó lo fresco del clima para iniciar con un pendiente que tenía por revisar. Hacer cuentas no era su fuerte pero debía terminar esa tarea. Se sirvió una taza con té de hierbabuena e inició la faena. Estaba ensimismada entre la pantalla de la computadora, su libreta y lápiz, prefería hacer las cuentas de manera manual y luego cotejarlas. Era una especie de hábito cuando se trataba de los números. Sintió la necesidad de hacer una pausa, subió […]
Se busca hogar, tres palabras que se hicieron presentes y cobraron mucho sentido por lo que implican. Tener mascota es un compromiso, es un acto de amor, responsabilidad, respeto, atención y una oportunidad de darle espacio en nuestra familia a un nuevo integrante.
¿A quiénes de ustedes les gusta compartir historias? Quizá digan, ¿historias sobre qué? No hablo de la historia como ciencia social, más bien de las historias cotidianas, que refieren relatos comunes, las del día a día.
Celeste despertó, se asomó a la ventana, el paisaje aún estaba cargado de neblina densa, y como dijera coloquialmente, ni las luces del solecito. Miró el reloj, las siete de la mañana. Fue a la cocina, se preparó un café y se dispuso a beberlo mientras contemplaba el paisaje.