Tres en uno
Se acomodó el gorro de su sudadera, esa mañana el viento soplaba y llevaba consigo un aire frío, como indicando la cercanía del mes de noviembre.
Se acomodó el gorro de su sudadera, esa mañana el viento soplaba y llevaba consigo un aire frío, como indicando la cercanía del mes de noviembre.
Ruth se levantó temprano ese sábado para avanzar en acomodar la nueva mercancía que le había llegado. Tenía una tienda de abarrotes, era de las más antiguas en la colonia.
Las ideas en su diversidad se conjuntaban en la mente, acechando, como una especie de enmarañamiento que se resiste a fluir.
Recordó que su abuelita materna solía decir, a veces las personas más humildes son las que suelen ser más generosas, comparten lo que tienen, lo hacen con todo su corazón y eso se valora mucho.
Los espejos de agua que formó la lluvia de la noche, alumbrados por los rayos de sol, reflejaban las imágenes de los patos y gansos que se movían para ir a beber agua.
Esa mañana Joaquina sintió ganas de sentarse en el banquito que solía usar Benjamín, su hijo, cuando tenía dos años y hacerse pequeña, taparse con una cobija la cabeza y quedarse ahí un largo rato para luego destaparse y volver a la realidad, sin sentir tristeza. Sin embargo, eso no era posible.
Escribo con el gusto y ánimo de cada semana, como lo hago desde hace cinco años y en esta entrega quiero compartir con ustedes, público lector, la alegría que me da la publicación de la Antología I, 2020-2021 de las Voces ensortijadas con el sello de la Editorial Tifón.
La tarde de verano era lluviosa, con tintes de nostalgia, o al menos así lo percibía Rosaura quien observó con atención mientras Ernesto se perdía en el andén número 8 para abordar el autobús que lo llevaría a su nuevo destino.
El reloj marcó las 9:30 de la noche, Matilde se apresuró a cerrar su mochila y salir rápidamente de su trabajo.